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Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books

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kabia que votar, incluso las deportaciones d» sus amigos<br />

y colaboradores del día antes, incluso la ley de Defensa<br />

de la República (Entre paréntesis. Vale la pena dfe<br />

hacer un comentario sobre esta famosa ley. Todo lo que<br />

se basa en la entraña del pueblo no necesita ninguna ley<br />

que lo defienda : se defiende por sí sólo. Dicen que la<br />

República tiene esa base : no debe ser verdad cuando<br />

•ecesita defensa. Dicen también que Azaña, refiriéndose<br />

a dicha ley, ha dicho que hay que hacer justicia<br />

aunque sea a la fuerza. Dejemos en paz a la justicia,<br />

cota difícilmente hacedera, y mucho más desde el Poder.<br />

En cuanto a la fuerza, si nace de una ley así, y<br />

toda ley así implica debilidad, no es más que una<br />

fuerza apaiente, en todo caso transitoria, y sabidos soa<br />

los frutos de toda fuerza aparente : no justicia, sino<br />

injusticia.)<br />

Exceptuando a la minoría socialista, ninguna ha sido<br />

más complaciente con cuanto el Gobierno ha querido,<br />

que la de Izquierda Republicana de Cataluña. La cosa<br />

no es extraña si se atiende a su composición. La taiman<br />

—y en esto se diferencia bien poco de las demás--<br />

HJÍOS cuantos pedantes, qué entre todos no llegan a una<br />

cabeza enterada —conocimiento superficial de los problemas,<br />

fraseología, charlatanería—; unos cuantos negociantes<br />

metidos a salvadores de] pueblo y con resío<br />

de hombrecillos que aún han de aprender a leer un<br />

libro y a redactar una carta ; y cuéntese que entre éstos<br />

figuran algunos de los más destacados y populares.<br />

Pero aunque fuesen todos inteligentes de verdad,<br />

sería lo mismo. ¿Para qué sirve la inteligencia en las<br />

tareas parlamentarias ?<br />

Entre los nuevos elementos elegidos por el Voto popular<br />

para el Parlamento de la región autónoma hay<br />

algunos hombres honestos, que no tardarán en dejar de<br />

serlo como es fatal en política, y nueva legión de pedantes<br />

con la cabeza poco menos que vacía.<br />

Lo más curioso es lo sucedido con Rovira y Virgili,<br />

un publicista mediocre que pasa a temporadas por un<br />

genio local : nada más que a temporadas; otras »<br />

eclipsa su genialidad. (En Cataluña son muy aficionados<br />

a los genios locales: hubo un tiempo en que a<br />

Eugenio D Ors se le comparó nada menos que con<br />

Platón.)<br />

El señor Rovira y Virgili era candidato desde hacía<br />

tiempo siempre que había elecciones. Y siempre, a<br />

pesar de su reputación de genio, salía derrotado. Cansado,<br />

sin duda, de este desdén de los electores, no ha<br />

renunciado a su aspiración de ser representante del<br />

pueblo, como podría creerse : ha hecho algo más sencillo.<br />

Una vez aprobado «1 Estatuto y llegada la hora<br />

de convocar elecciones para el Parlamento catalán, era<br />

evidente que el partido acaudillado por Maciá había<br />

de obtener la mayoría, aunque fuese del modo que ha<br />

sido y que dejamos consignado. Pues bien ; en esa hora<br />

crítica, el señor Rovira y Virgili escribió una carta al<br />

señor Maciá adhiriéndose a su política. Y ya es diputado.<br />

Ninguno de sus supuestos méritos le valieron UB<br />

acta. Le ha bastado adherirse al partido en auge para<br />

obtenerla.<br />

Auge relativo, claro está. De cuanto he dicho se<br />

desprende. ¿Cómo, pHes, preguntará algún inocente, ha<br />

logrado ese partido ta mayoría? En primer lugar, por-<br />

que los demás son aún más inpopulares; en segunde<br />

lugar, porque siempre la logra el que está en el Poder.<br />

Recuérdese el turno de los partidos liberal y conservador<br />

durante la monarquía. Entraban a gobernar los<br />

liberales, y la mayoría de los diputados que salían eran<br />

liberales; les sucedían los conservadores, y la mayoría<br />

de los diputados que iban a las Cortes eran conservadores.<br />

Si hoy Azaña hiciera unas elecciones, a pesar de<br />

que el partido de que es jefe es insignificante, la mayoría<br />

de los diputados serían azañistas. Y si mañana<br />

le sustituyera Lerroux, serían lerrouxistas.<br />

No siempre se cumple esa regla, se dirá. Unas elecciones<br />

derribaron en España una monarquía secular.<br />

Prueba —y esta objeción sería digna de El Socialista—<br />

de que no puede decirse que el voto no sirve para nada.<br />

Sí puede decirse. Unas elecciones derribaron la monarquía,<br />

porque estaba ya caída. Ni el voto, ni los republicanos,<br />

ni los socialistas, derribaron la monarquía;<br />

se cayó ella sola, como se hunde una casa en ruinas.<br />

Unamuno, que haga lo que haga y diga lo que diga,<br />

no puede dejar de ser la primera cabeza de España y<br />

una de las primeras del mundo actual, lo acaba de deor<br />

con frase certera. Los republicanos no fueron los que<br />

trajeron la República. Ha sido la República la que los<br />

ha traído a ellos.<br />

© faximil edicions digitals 2006

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