Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books
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Egoísmo sexual<br />
Máximo Llorca<br />
Pretendemos derribar el régimen del capitalismo porque<br />
es esencialmente egoísta y no queremos darnos<br />
cuenta de que en ciertos aspectos estamos utilizando<br />
sus mismas armas. ¿Qué es sino el egoísmo, el arbitro<br />
en las cuestiones sexuales? ¿Qué otro sentimiento que<br />
no sea el egoísmo rige las relaciones del sexo?<br />
No hay unión de macho y hembra, sea canónica, civil<br />
o libertaria, en la que uno de los contendientes del exquisito<br />
torneo amoroso no pretenda ejercer el derecho<br />
de posesión exclusiva sobre el otro, sin detenerse a<br />
pensar si éste participa de idéntico criterio. Esto es elevar<br />
el egoísmo al cubo.<br />
Querer privar a nuestros semejantes del goce sexual<br />
que nosotros disfrutamos, ya entraña un despreciable<br />
egoísmo; pero pretenderlo sin estar plenamente convencidos<br />
de que nuestra compañía de amor está conforme<br />
con ello, es. además de egoísmo despreciable, un proceder<br />
netamente absolutista, genuinamente burgués, que<br />
dice muy poco en favor de los sentimientos pseudofraternales<br />
de una muchedumbre que se vanagloria de llamarse<br />
la Humanidad.<br />
Mientras censmasaos a los agiotistas del capitalismo,<br />
porque labran su bienestar a costa del proletariado, lo<br />
cual constituye un rematado egoísmo, no nos decidimos<br />
a prescindir de la egolatría que conservamos en las relaciones<br />
sexuales, porque egoísmo y muy grande es querer<br />
monopolizar en nuestro exclusivo beneficio el placer<br />
que nos proporcionan los individuos del sexo contrario.<br />
Este usufructo privado del que no queremos desposeernos,<br />
implica un desprestigio absoluto en quienes lo ejercen,<br />
si éstos, además, aseguran ser libertarios.<br />
Y conste que al criticar yo este modo de proceder,<br />
me reñero por igual a valones y hembras, a quienes por<br />
igual van dirigidas mis censuras, pues en eso de aspirar<br />
a que el compañero del acto camal sea únicamente<br />
para el otro, no sé quién va más lejos, si ellos o ellas.<br />
No voy a tratar de intérname en exploraciones de carácter<br />
íntimo para demostraros que hasta en el placer carnal,<br />
esa emoción gloriosa que todos pudiéramos gozar<br />
sin perjuicio de tercero, existe un cerril egoísmo que<br />
pretende vedar a los demás la satisfacción sexual que<br />
nosotros experimentamos. Algunas y algunos de los que<br />
me oyen saben esto por experiencia, y. sin duda, más<br />
de una vez se habrán visto competidos, en determinados<br />
momentos, a prometer al cónyuge no hacer uso de sus<br />
atributos genésicos si no es siempre con la misma pareja.<br />
Esto, que muchos pretenden hacemos pasar como la<br />
sublimización del amor entre dos seres que, al decir de<br />
ellos, fueron creados el uno para el otro, no es más que<br />
una soberana avaricia, vestida con el disfraz de la majadería.<br />
No existe matrimonio sacramental ni unión libre, en<br />
la que uno de los dos, por lo menos, no haya sentido<br />
deseos, más de una vez, de cambiar de compañero de-<br />
© faximil edicions digitals 2006<br />
finitiva o accidentalmente. «Siempre perdiz, cansa», reza<br />
un sabio refrán. Por mucho que dos se amen y se atraigan,<br />
siempre hay uno de ellos, si no son los dos, que<br />
experimenta la necesidad del cambio, aunque sólo sea<br />
circunstancial, porque la propia naturaleza de las relaciones<br />
sexuales es voluble y exige la variación si se<br />
quiere que la satisfacción instintiva sea completa. «La<br />
inconstancia en el amor —dice Proudhon— está en el<br />
orden de las cosas, y todo hombre, sin excepción, la<br />
experimenta.»<br />
No hay, pues, motivo alguno para que en esos momentos<br />
de gazmoñería amorosa se aproveche uno de los<br />
dos para prohibir al otro que sacie su sed genésica en<br />
otras fuentes, pues ello equivale a privar al prójimo del<br />
placer que nosotros sentimos, y a quitar a nuestro compañero<br />
de amor la libertad de gozar donde pueda y donde<br />
quiera.<br />
Lamento que mis palabras, sin yo desearlo, hayan<br />
tenido que penetrar en el terreno puramente íntimo;<br />
pero yo me veo obligado a insistir, siguiendo los dictados<br />
de mi conciencia y los mandatos de mi ideología,<br />
manifestando que la libertad bien entendida está por<br />
encima de todo y no es posible establecer excepciones<br />
en el disfrute de tan cara ilusión, sin dejar ya jalonada<br />
una solemne injusticia.<br />
Las aspiraciones<br />
Feliciano Gal<br />
Las aspiraciones son como alas que el espíritu nos<br />
presta para elevarnos sobre todos los obstáculos, sobre<br />
todos los ambientes, sobre todos los prejuicios y sofismas.<br />
El que está poseído de nobles, de grandes aspiraciones,<br />
no vive la vida torpe y simple de los bajos y rastreros<br />
egoísmos que dividen a los mediocres, porque su<br />
potencia creadora es incontrastable y su afán de conquista<br />
es fuerte y poderoso.<br />
Las aspiraciones levantan al individuo desde el más<br />
humilde sitial hasta el picacho mismo de todos los éxitos<br />
; porque las aspiraciones son las que han hecho,<br />
hacen y harán, mientras el Mundo sea Mundo, a todos<br />
los triunfadores, a todos los que se destacan en una forma<br />
o en otra en todos los órdenes de las actividades del<br />
humano saber.<br />
El que vive sin aspiraciones ; el que está conforme<br />
con su condición; el que no lucha por llegar a algo que<br />
contribuya a su mejoramiento o al de sus semejantes;<br />
el que no aspira a lo más y a lo mejor, pasa por la<br />
vida como una sombra, porque no deja tras de sí, al<br />
bajarse el telón de su existir, ni siquiera el recuerdo de<br />
una buena obra...<br />
i Por eso los hombres, como los pueblos, que no sienten<br />
en sí el influjo arrollado! de grandes y supremas aspiraciones,<br />
son nada más que entes que arrastran la vida<br />
miseranda de los vencidos!... Son bultos que caminan,<br />
con andar incierto, directamente a la derrota y a la<br />
muerte...