Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books

para mayor gloria de Dios. Beatriz es un «Inmolo; simboliza
la Teología que, según vimos, abarca toda la escasa
sabiduría de aquella época. La obra del Date e*
la mas fiel interpretación que existe de la teología bíblica
o judíocristiano, que es esencialmente pesimista.
Pero como el poeta italiano era un genio, dotado, por
lo tanto, «de la facultad de decir verdades que fio tenía
por averiguadas», mucha» veces su inspiración, subconscientemente,
lo llevaba a declarar verdades que
iban en contra de sus propósitos bíblicos, dualistas, pesimistas.
Por eso se ha dicho que tu filosofía incidental
e* superior a su filosofía general. Tal sucede cuando
p. e. en // Paradiso (XXXIII, 143/4), canta que su
amor es una chispa de
L'amore che moüe il sol e l'altre stelle.
adelantándosele así al panteísmo de Goethe, cuando éste
nos hace ver que el amor, en todas sus formas, es uno
sólo: desde la recíproca atracción de los astros a la de
los átomos, y desde la de las sustancias químicas a
las de corazones como los de Romeo y Julieta... Pero
al salirse de lo subconsciente, liante —aquí habla Santayana—
«no tiene una idea justa del sendero de la felicidad
y sus verdaderas condiciones. Su concepto de
la Naturaleza es una imagen invertida, del mundo moral,
y reflejada en el cielo, cual una sombra gigantesca :
un espejismo»...
Fausto es al monismo filosófico moderno, lo que
Natura rerum es al panteísmo científico antiguo y La
Divina Comedía a la teología medieval. La originalidad
que eleva a Lucrecio por encima de los demás
poetas antiguos —sin excluir a Hornero— fue el habernos
sabido presentar en su poema los diversos conocimientos
científicos y filosóficos de su época.
Otro tanto hace con los de la suya Goethe, en quien
Santayana reconoce «el más grande de los filósofos
naturalistas modernos, adunando a dicha circunstancia
la muy significativa de que este nuevo Lucrecio, como
el antiguo, tenía también por maestro un filósofo monista
de vastísima perspectiva espiritual: Spinoza. Igualmente,
el Dante nos presenta en su poema una teología
que condensaba todo el saber medieval. Pero la perspectiva
de esta última resulta tan mezquina, que la
comparación entre La Divina Comedia y el Fausto,
es la misma que cabe entre los rígidos preceptos del
Sinaí, y las finalidades piadosas a que por consecuencia
lógica nos habrán de conducir en el futuro aquellas nobles
palabras del Gólgota : «Perdónalos, Señor, porque
no saben lo que hacen...» En el poema alemán hay
naturaleza como en el latino, y teología como en el
italiano; mas, ¡ qué naturaleza y qué teología tan humanas
! Goethe no está de acuerdo con Lucrecio en
que todo sea perfecto en el mundo, ni tampoco opina
con el Dante en que el reprobo haya de estar irremisiblemente
condenado al infierno por toda la eternidad.
Fausto trae un nuevo elemento al terreno de la filosofía
: el perdón, sin por ello desconocer la conveniencia
práctica del Mal y el Bien, como Dante, ni la necesidad
de una vida frugal y abstemia, como Lucrecio.
Frente a frente, los dramas más famosos que existen
: Hamlet y Fausto representan también dos conceptos
diametralmente opuestos: el pesimismo y el
© faximil edicions digitals 2006
optimismo. La obra ele Shakespeare tiene, por lo tanto,
el mismo fondo pesimista que la del Dante. La principal
diferencia filosófica entre las dos consiste en que
la del italiano es más teológica, en Unto que la del inglés
es más humana y, por lo mismo, mis espantosa :
es la pintura de las pasiones, del odio y de la imposible
salvación del hombre. En la segunda escena del
tercer acto está toda la moral de tan tremendo drama,
condensada en esta frase:
Get thee to a nunnery; why Wouldsl thou be «
breeder of simen?
Ya no solamente los reprobos, como e* El infierno,
sino también la Humanidad entera está condenada al
mal, y, consecuentemente, lo mejor es que desaparezca
por medio del birth control... Pero, subconscientemente,
Shakespeare, como Dante, suele también olvidar su
tesis para hacer incidentales incursiones en la contraria.
Tal sucede cuando vemos a Hamlet exclamar en la
segunda escena del segundo acto :
There is nolhing either good ñor bad, but thinking
mak.es it «o.
Vieja verdad ésta que brilla desde los Upanishads
de la India, y que, repetida, aunque en diversas formas,
por casi todos los filósofos monistas, llegó a mostrar
su importancia moral en la doctrina de Jesús; su exactitud
científica en la lógica de Spinoza, y tu belleza
artística en los versos de Goethe. Este último sostiene
que el hombre, por medio del sufrimiento y de la abstención,
puede alcanzar su redención. Tener un ideal,
luchar por él, como Fausto, aunque sin llegar nunca
a estar satisfecho, ¿no implica ya la salvación del
hombre?...
Hay obras literarias que han creado nombres imperecederos.
¿ Quién no conoce a Tartufo, por más que no
lo hubiese leído? Y iqué decir de El doctor Purgan?
Pero estas creaciones de Moliere, así como Juan Valjean,
de Víctor Hugo, y otras más, sólo representan
nombres que sirven para caracterizar determinados vicios
y virtudes; pero nunca para sintentizar un determinado
concepto filosófico o un estado mental de la
Humanidad. Es aquí que entran esas dos obras que sí
representan toda la psicología humana: Don Quijote y
Fausto, sin que ello quiera decir que este último citado
personaje sea tan popular como el primero, pues es
harto sabido que, por su universalidad, Don Quijote y
Sancho son los dos caracteres supremos en la historia de
la literatura. Mas, por su fondo, la de Goethe y la de
Cervantes son, incuestionablemente, en literatura, las
dos obras filosóficas por excelencia.
Acierta Brandes al declarar que el Fausto es a la
literatura moderna lo que La Divina Comedia es a la
antigua. La obra del Dante fue un poema de la Edad
Media para la Edad Media, y seguirá siendo siempre
la obra del pasado; la representación del antiguo concepto
pesimista. En ese respecto es gemela de Hamlet,
según vimos. Pero ni una ni otra de esas dos obras pesimistas
lograron abarcar el concepto humano en un solo
pensamiento, como sucede con el Quijote o el Fausto.
En estas dos últimas sí se plantea, en toda su extensión,
el complejo problema de la existencia humana. El Quijote
no es la obra del pasado, sino, más que todo, del
presente. Como he dicho en otra ocasión, en el mismo