Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books

•tente eu las enfermedades y su verdadero papel (1), de
que tan poco se preocupa la medicina oficial, que ni
aun tiene casi un capítulo de Psicoterapia en su terapéutica,
y otras diferencias más que ya irán apareciendo
sucesivamente.
Perdónesenos la osadía de la crítica que supone este
modesto trabajo, apunte no más de algunas ideas; pero
sirva de descargo nuestro ante los que nos censuren sin
conocernos y ante los que crean interpretar nuestras palabras
en un sentido de vanidosa separatividad, el decir
y asegurar que sólo nos ha movido a escribir estas mal
pergeñadas cuartillas, de un lado, un noble afán, ansia
sincera y entusiasta, de apostolado, en propagación de
(1) Véase mi trabajo Influencia mental *n he enfermedades
.
«La superficie terráquea ha de hallarse entre unos
límites téemees escogidos con gran precisión para que
la vida pueda subsistir en ella : la vida no ha existido
en la faz del globo durante toda la vida de aquél, pues
no ha podido aparecer sino cuando ni temperatura superficial
fue lo suficiente baja para que el agua fuese
líquida; esta última no se mantendrá eri este estado
cuando la temperatura descienda ; la vida, en consecuencia,
es un mero accidente de la superficie en la historia
de la evolución técnica del globo.» Le Dantec. Filosofía
Biológica, página 32.
Es indudable que hoy la vida parece oscilar entre
dos límites técnicos. Nuestros experimentos nos lo demuestran.
Pero, ¿podemos por estos hechos aventurarnos
en conjeturas sobre la posibilidad o no posibilidad
de la existencia real de la vida en el pasado y en el
futuro, por el solo hecho de un cambio de temperatura ?
Contra esta especie de profecía de Le Dantec tenemos
por un lado la Geología, y por otro, su misma ley
de «Asimilación funcional». La primera nos prueba que
la vida existe desde miles, millones quizá dé año», y
en consecuencia, con el medio totalmente cambiado.
La segunda, la facultad de adaptación al medio de los
organismos todos.
Partiendo del principio de que las variaciones en la
Naturaleza son del orden infinitesimal —raramente bruscas—,
podemos colegir que los organismos pueden, por
sucesivas adaptaciones, adaptarse a temperaturas muy
«Kstintas de las que entre limite* cierto* hoy —incierto*
© faximil edicions digitals 2006
lo que sinceramente creetaas la Verdad; de otro, I*
pena de todos los incompremSdoe, y, en fin, el dolor
que como enamorados de nuestra profesión, verdadero
sacerdocio, sentimos al ver cuan estérilmente se busca
el remedio de algunos de los males que a la Humanidad
afligen por sendas extraviadas y Ilesas de error, y cómo,
a nuestro juicio, se desorientan y pierden en lucubraciones
harto alejadas de la verdadera ruta los incansables
buscadores y los mártires del laboratorio y del
libro, que bucean para exttaer e precio de su vida ui
secreto más de la avara Natsraleza.
C Se nos interpretará, vienda en nuestras frases más
que lo que decimos, lo que queremos decir? ¿Se dirá
que alguna de nuestras palabras es misteriosa, imprecisa,
vaga o de oculto sentido? Lo igaoramos y décimo* taa
sólo : Qui poteti copete copiat.
La limitación de
VICENTE Roca
ayer y mañana— coloquemos la vida y que creemos
imposible fuera de los mismos.
La vida, a mi ver, no es un accidente fortuito en la
historia de la evolución técnica del globo, sino una necesidad.
Lo accidental en la vida es la forma, la estructura,
la composición del ser viviente. Lo esencial es
la transformación, el equilibrio.
La vida no abarca sólo los límites por mucho tiempo
aceptados, límites restringidos, que no salen de lo orgánico.
La vida no está ni debe estar limitada por nuestros
caprichos y nuestras conveniencias, la vida es algo
más general, más variable, ilimitada, nunca circunscrita
a lo convencional.
Nuestros razonamientos por analogía nos han llevado
al más grande de los errores de interpretación. Todo lo
existente debe tener ciertas manifestaciones análogas, a
lo por nosotros convenido y lo por nosotros experimentado,
para clasificarlo entre la familia de los vivientes.
Sin darnos cuenta hemos unificado el mundo viviente,
lo hemos dividido después, y sobre estas divisiones hemos
estructurado nuestros sistemas y nuestras ciencias.
| Cuando menos no hubiésemos tenido la pretensión d«
creer que nuestros sistemas eran lo* verdaderos y que
las cosas son tal como nosotros las vemos, las catalogamos,
las clasificamos y las calculamos! ¡ Vana pretensión
resulta la creencia e» lo unilateral y definitivo !
Todo lo que el hombre sabe, todo lo que experimenta,
todo lo que imagina y especula, sólo puede ser cierto y
a o s i e m p r e c o n r e l a c i ó a a ti, B U * d e b e t a ñ e r « • c u e n t a