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DIOS Y LOS NÁUFRAGOS ( José Ramón Ayllón)

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El padre O'Connor conocía los horrores del mundo y no se escandalizaba, pues su<br />

pertenencia a la Iglesia católica le hacía depositario de un gran tesoro: la<br />

misericordia.<br />

Superación del agnosticismo<br />

Después de haber permanecido algún tiempo en los abismos del<br />

pesimismo contemporáneo, tuve un fuerte impulso interior para rebelarme y<br />

desechar semejante pesadilla. Como encontraba poca ayuda en la filosofía y<br />

ninguna en la religión, inventé una teoría mística y rudimentaria: que incluso<br />

la mera existencia, reducida a sus límites más primarios, era lo<br />

suficientemente extraordinaria como para ser estimulante.<br />

Esa teoría personal le hace «seguir unido a los restos de la religión por un tenue<br />

hilo de gratitud: daba las gracias a cualquier dios existente». Años más tarde, a<br />

propósito del pesimismo existencial que rezumaba la pluma de muchos escritores,<br />

escribe:<br />

En mi opinión, la opresión del pueblo es un pecado terrible; pero la<br />

depresión del hombre es un pecado todavía peor.<br />

Un día de otoño de 1896, Chesterton vio a Frances Blogg por primera vez y se<br />

enamoró de ella. Aquella noche escribió en la soledad de su habitación unos versos<br />

«a la mujer que amo», donde explica que Dios creó el mundo y puso en él reyes,<br />

pueblos y naciones sólo para que así se lo encontrara Frances. En el mismo<br />

cuaderno escribiría poco después que Frances «sería la delicia de un príncipe».<br />

Pero Frances practicaba la religión. Esto era algo extraño para mí y<br />

para el mismo ambiente de cultura alborotada en que ella vivía. Para todo<br />

ese mundo agnóstico, practicar la religión era algo mucho más complejo que<br />

profesarla.<br />

En 1900 Chesterton conoce a Hilaire Belloc, un joven historiador de carácter<br />

apasionado, que le descubre el pensamiento social cristiano. Y entablan una amistad<br />

que duraría toda la vida. En 1901 Chesterton se casa con Frances y empieza a ser<br />

uno de los periodistas más conocidos y polémicos del país. En 1903 debate con el<br />

director del Clarion, Robert Blatchford, a propósito de su pensamiento determinista.<br />

Si hasta entonces podía pasar como agnóstico, desde ahora iza en su mástil la<br />

bandera del cristianismo.<br />

De vacaciones en Yorkshire, los Chesterton conocen al padre O'Connor, un<br />

sacerdote que les sorprende con su inteligencia y simpatía. Pero Chesterton<br />

reconoce que:<br />

Si me hubieran dicho que diez años más tarde sería yo un misionero<br />

mormón en alguna isla de caníbales, no me hubiera sorprendido tanto como<br />

la idea de que quince años después yo haría con él mi confesión general y<br />

sería recibido en la iglesia que él servía.<br />

En el padre O'Connor, Chesterton nos dice que encontró a un sacerdote, a un<br />

hombre de mundo, a un hombre del otro mundo, a un hombre de ciencia y a un viejo<br />

amigo.<br />

1908. Ortodoxia<br />

De algunos de sus contemporáneos, Chesterton escribió que, al instalarse en el<br />

escepticismo y en una divagación sin contornos precisos, se hundían en la<br />

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