You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
contrario: que la mayoría de los campesinos encerrados eran mucho mejores de lo<br />
que él había creído en un principio:<br />
Era un gozo descubrir el oro debajo de la dura y áspera superficie. Y<br />
no en uno, ni en dos, sino en varios. Es imposible no respetar a algunos de<br />
ellos, y algunos eran positivamente espléndidos. Enseñé a un joven<br />
circasiano, condenado por asaltar en los caminos, a leer y escribir en ruso.<br />
¡Me colmó de gratitud! Otro reo lloró al despedirse de mí. Solía darle<br />
dinero..., poca cosa. En cambio, su agradecimiento fue infinito.<br />
A Dostoievski le impresionó el cambio que provocaban en los reclusos las<br />
solemnidades cristianas. Respecto al día de Navidad, comenta que «el respeto por el<br />
augusto día es costumbre observada estrictamente por los presos. Muy pocos se<br />
embriagan y todos se comportan con seriedad. Los prisioneros percibían<br />
inconscientemente que por la observancia de la Navidad seguían en contacto con el<br />
resto del mundo, que no estaban por completo aislados del género humano.» Ese<br />
ambiente no era mera ilusión de los reclusos, pues iba acompañado de una<br />
solidaridad real:<br />
Llegaba una inmensa cantidad de provisiones: roscas, pastelillos de<br />
requesón, pastas, bizcochos y otros sabrosos alimentos parecidos. Creo que<br />
no había en la ciudad una sola madre de familia que no enviara algo de lo<br />
que había horneado, a manera de saludo navideño.<br />
Los habitantes de la ciudad también enviaban limosnas a lo largo del año. Algunas<br />
eran entregadas a los presidiarios cuando caminaban por las calles de Omsk en<br />
cuadrillas de trabajo, arrastrando sus grilletes y escoltados. La primera vez que<br />
Dostoievski experimentó esa caridad fue al poco tiempo de ingresar en el penal. Una<br />
niña de unos diez años se acercó a él y puso en su mano una moneda. «Toma este<br />
kopeck en nombre de Cristo», dijo la niña, y el novelista lo guardó como un tesoro<br />
durante muchos años. Dostoievski también atesoró estas experiencias, y en el futuro<br />
se opondría con firmeza a todos los que deseaban reemplazar los valores cristianos<br />
por una mera ética. Él había experimentado el cristianismo en circunstancias en las<br />
que la supervivencia de cualquier moral podía considerarse un milagro. Antes de<br />
ingresar en el penal, unas mujeres habían reconfortado al grupo de condenados:<br />
Hicieron el signo de la cruz y nos entregaron el Nuevo Testamento,<br />
único libro permitido en prisión. Lo tuve bajo mi almohada durante los cuatro<br />
años de mis trabajos forzados.<br />
Lo leía a veces, y se lo leía a otros. Usando el Nuevo Testamento, enseñé a leer a<br />
un presidiario.<br />
La fe en Jesucristo<br />
Esa familiaridad con las páginas evangélicas estará presente, a partir de entonces,<br />
en todas las grandes novelas del escritor ruso. Y no se trata de un conocimiento<br />
teórico, ni de la mera aceptación de unas ideas sublimes, sino de una adhesión<br />
profunda a la persona de Jesucristo:<br />
Soy hijo de este siglo, hijo de la incredulidad y de las dudas, y lo<br />
seguiré siendo hasta el día de mi muerte. Pero mi sed de fe siempre me ha<br />
producido una terrible tortura. Alguna vez Dios me envía momentos de<br />
calma total, y en esos momentos he formulado mi credo personal: que nadie<br />
es más bello, profundo, comprensivo, razonable, viril y perfecto que Cristo.<br />
Pero además -y lo digo con un amor entusiasta- no puede haber nada mejor.<br />
39