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ÁRBOLES
Larria es el terreno destinado a monte, arbolado, matorral, helechal.
Los árboles frutales que se han cultivado en Oria han sido los que
producían: manzana (sagarra), pera (udaria), melocotón (muxika), níspero
(mizpira), ciruela (arana), albaricoque se daba poco (albarikokea),
cereza (gerezia), higo (pikua), uvas (mahatza), castaña (gaztaña), avellana
(urra), nuez (intxaurra).
La mayor producción era de manzanos, en sus diversas variantes, ya
citadas anteriormente. Aparte de disponer así de sidra para el consumo
doméstico, se vendía a los sidreros y en varios caseríos era una fuente
de ingresos considerable. En el caserío Goiko-etxe se llegaron a vender
para sidra en un año más de cien cargas de manzana, es decir, más de
30 toneladas. En los caseríos Txartel-enea, Basoaundi, Oria-txiki y
Goiko-etxe disponían de lagar tolare propio, aún después de la guerra.
También se cultivaban diversas clases de perales: Sanjoan-udaria,
que daba una peras pequeñas muy ricas; y txingurri udarea que daba
unas peras grandes de mucho agua, con sabor dulce, y otras de otoño
menos sabrosas pero duraderas.
También había varias clases de ciruelas: la de San Juan, amarilla
pequeña y dulce, la Claudia, hermosa y jugosa, y una semisilvestre pequeña
y morada que maduraba para San Pedro.
Delante de cada caserío era frecuente ver una higuera, aunque
tenía el inconveniente de que en ellas se refugiaban las moscas y los
mosquitos que luego entraban en casa.
Era habitual que de las fachadas principales de los caseríos —que
en Oria estaban orientadas al sur— colgara una parra grande que en
muchos casos cubría toda la pared y, protegida por el alero, producía
para San Miguel hermosos racimos de uva moscatel.
A los manzanos se les podaban algunas ramas cuando empezaban
a caer para que no estorbaran en la siega de la hierba y no estuvieran
al alcance del ganado que en algún caso solía andar por debajo.
Cuando los manzanos todavía eran pequeños se solía sembrar maíz y
alubia o patata en el mismo terreno ya que su labranza y abono beneficiaba
también a los árboles. Eso sí, a veces había que recoger las
alubias que se encaramaban a las ramas del árbol.
Generalmente a todos los frutales se les aplicaban injertos (txertua)
para conseguir mejorarlos. Se hacían siempre en invierno (en febrero)
cuando se decía que «la savia está dormida».
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