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Bajar el libro en formato PDF - LasarteOriaSarean.eu

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ina de la fábrica, pero con escasez. La <strong>el</strong>ectricidad iba por cables forrados<br />

de algodón separados de vez <strong>en</strong> vez con aislantes de porc<strong>el</strong>ana<br />

blanca. También de porc<strong>el</strong>ana era <strong>el</strong> interruptor de la luz que se accionaba<br />

girando 90º: lo llamaban krisketa.<br />

Como las casas eran pequeñas y las familias numerosas, la necesidad<br />

de aprovechar los espacios domésticos resultaba per<strong>en</strong>toria. A<br />

m<strong>en</strong>udo se vivía <strong>en</strong> condiciones de hacinami<strong>en</strong>to. No era extraño que<br />

<strong>en</strong> una cama durmieran dos o tres personas. La cama era siempre de<br />

madera; <strong>el</strong> jergón, de caja de madera con mu<strong>el</strong>les interiores y forro de<br />

t<strong>el</strong>a. El colchón solía ser de lana. Cuando fallecía algui<strong>en</strong>, si era de <strong>en</strong>fermedad<br />

contagiosa, se quemaba <strong>el</strong> colchón o se vaciaba, se lavaba<br />

bi<strong>en</strong> la t<strong>el</strong>a y la lana y tras dejarla secándose al sol se vareaba antes de<br />

r<strong>el</strong>l<strong>en</strong>arlo de nuevo.<br />

Entre la g<strong>en</strong>te de escasos recursos, la compra de mobiliario, colchones,<br />

etc. se hacía —al m<strong>en</strong>os hasta los años ses<strong>en</strong>ta— mediante <strong>el</strong><br />

procedimi<strong>en</strong>to de bonos: un repres<strong>en</strong>tante de la Casa Zunzunegui de<br />

Tolosa pasaba todas las semanas por Oria v<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do bonos de 5 pesetas,<br />

que una vez que se acumulaban hasta una cierta cantidad se<br />

canjeaban por muebles.<br />

Otros personajes de aqu<strong>el</strong>la época eran los quincalleros, que v<strong>en</strong>dían<br />

toda clase de productos, así como los cacharreros y paragüeros<br />

que reparaban sart<strong>en</strong>es, cazos y paraguas, o los v<strong>en</strong>dedores itinerantes<br />

de lotería 37.<br />

En las vivi<strong>en</strong>das obreras no era usual t<strong>en</strong>er animales domésticos.<br />

Acaso algún pajarito. Aún hoy, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> vecindario de Oria no abundan<br />

perros ni gatos.<br />

ELECTRODOMÉSTICOS<br />

La primera máquina que <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> la mayoría de los hogares fue la de<br />

coser accionada a pedales (Alfa de Eibar, o las americanas Singer). La<br />

ropa no se compraba tan a la ligera como se hace ahora, sino que la<br />

mayor parte se confeccionaba <strong>en</strong> casa y también se reparaban sus desperfectos.<br />

Hemos citado ya la fresquera donde se guardaban los alim<strong>en</strong>tos.<br />

En la segunda mitad de los años cincu<strong>en</strong>ta y los ses<strong>en</strong>ta empezaron a<br />

verse neveras: armaritos de madera forrados interiorm<strong>en</strong>te de zinc,<br />

donde se introducía un trozo de hi<strong>el</strong>o que, al irse derriti<strong>en</strong>do, caía <strong>en</strong><br />

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