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debía hacer la entrática, pequeña ceremonia de purificación previa a
su readmisión en la comunidad cristiana, toda vez que después del
parto se la consideraba en estado impuro. La madre no podía salir de
casa antes de la entrática aunque se sintiera en perfecto estado. Acompañada
de otra mujer, el párroco las recibía en la puerta del templo,
y allí procedía a bendecir a la madre quien posteriormente podía ya
entrar con el recién nacido a la iglesia a ofrecérselo a la Virgen. Una
vez cumplido el trámite, el sacerdote solía invitarlas a tomar chocolate
u otro refrigerio en la casa parroquial, y en compensación la familia
le enviaba días después una polla o gallina.
Cuando un bebé recién nacido corría peligro de muerte, una de
las mujeres le bautizaba sub conditione (esto es, con la promesa de que
si sanaba volvería a bautizársele en la iglesia).
Antaño el bautizo se celebraba a las horas del parto, por lo que la
madre no asistía. A partir de la década de 1960, aproximadamente,
cambió el rito y los bautizos se retrasaron, lo que permitió la presencia
de la madre.
La encargada de llevar el niño a la iglesia se llamaba aur-emalea y
podía ser la madrina u otra mujer. Lo tradicional era que los padrinos
de la boda, generalmente los abuelos, apadrinaran también al primer
hijo, y para el segundo sus respectivas parejas (es decir, la mujer del
anterior padrino y el marido de la anterior madrina); a partir del tercer
hijo los hermanos de ambos cónyuges (tíos del recién nacido) se
iban turnando en el apadrinamiento. Las madrinas y padrinos iban al
bautizo con su ropa de fiesta, la más elegante que disponían.
El nombre del varón lo ponía siempre el padrino y el de la fémina
la madrina. Dado que las familias eran bastante numerosas, era frecuente
bautizar al bebé con el nombre de los padrinos, o con el de
alguno de los santos o santas de la fecha del nacimiento. No había costumbre
de hacer regalos por bautizo, comunión o confirmación.
Antes de la guerra toda la ropita de los niños eran blanca. Luego
se empezó a vestir de azul a los niños y de rosa a las niñas.
COMUNIÓN
Se hacían dos comuniones: la komunion-txiki y la solemne o komunion-aundi.
La menor se hacía en la Capilla del Carmen a los 7 u 8
años, un domingo del mes de mayo y vestidos con sus mejores ropas.
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