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LA FABRICA BRUNET DE ORIA
FUNDACIÓN
Al término de la I Guerra carlista, en 1839, el traslado de las aduanas
a la costa liberó el tráfico de mercancías entre el País Vasco y el resto
de España provocando el despegue económico de nuestro territorio.
Comenzaron entonces a crearse en Gipuzkoa industrias ligeras con vistas
a suministrar de géneros de consumo (alimentos, textiles, algodón,
lino, lana, papel, etc.) al mercado español.
Dentro del sector textil, a mediados del siglo XIX nuestro territorio
asistió al florecimiento de las primeras plantas, como es el caso de
la lanera Hurtado de Mendoza, en Azkoitia, en 1840. A ésta seguirían
la Sociedad de Tejidos de Lino de Rentería (1845), Blanc de Bergara
(1846), dedicada a hilados, tejidos y estampados de algodón, o boinas
Elósegui de Tolosa (1859).
La iniciativa de crear una fábrica de productos textiles de consumo
a orillas del Oria partió de Ramón Brunet Prat, quien en 1845 inició
las gestiones para su autorización. Hombre euskaldun (en esta lengua
le escribió en 1890 una carta desde París su amigo Fermín de Lasala
y Collado, duque de Mandas, a la sazón embajador de España en aquella
ciudad) 40, Ramón Brunet fue el gran artífice de le eclosión industrial
de Oria, donde residiría hasta su fallecimiento el 18 de mayo de 1891,
con 79 años de edad.
La elección del lugar, no obstante sus idóneas condiciones para
ese menester, presentaba un inconveniente. Y es que una Real Orden
del 12 de agosto de 1834 prohibía instalar empresas a menos de seis
millas de la frontera (la costa), para evitar el riesgo de que fuesen saqueadas
en caso de guerra con Francia. Para salvar este obstáculo el
alcalde de San Sebastián, Ángel Gil de Alcaide, escribió el 12 de marzo
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