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Medalaganario - Banco de Reservas

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Jacinto Gimbernard | MeDalaganaRio<br />

que otra dama emparentada. Por eso, llamó la atención y <strong>de</strong>spertó<br />

comentarios su reiterada escolta a conchita, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la escuela hasta<br />

la puerta <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> don alfredo.<br />

no había habido <strong>de</strong>claración amorosa ni aceptación. Para<br />

conchita la asiduidad y el interés que él mostraba en todo lo <strong>de</strong> ella<br />

fue suficientemente explícito. Para él lo fue la manera tan natural<br />

en que ella aceptó su injerencia en todo. así cambió el peinado<br />

conforme a lo que él le había dicho que le gustaba más, prefirió los<br />

colores que él había señalado como los más a<strong>de</strong>cuados para ella y<br />

en lugar <strong>de</strong> continuar el bien sentado hábito <strong>de</strong> ir a misa temprano<br />

los domingos, comenzó a asistir a las once, <strong>de</strong> modo que él pudiera<br />

verla sin esfuerzo.<br />

Para don alfredo, conchita era una hija a quien, al igual que<br />

a sus verda<strong>de</strong>ras hijas, daba dos pesos los domingos para que fueran<br />

al cine por la tar<strong>de</strong> y visitaran la cafetería <strong>de</strong> Sanlley, don<strong>de</strong><br />

los cremosos helados eran feliz resultado <strong>de</strong> una fórmula secreta,<br />

alabada sin fatiga por los refinados habitués. no fue necesario que<br />

don alfredo hiciera más que preguntar a Dilia <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> conchita<br />

si sabía cuáles eran las intenciones <strong>de</strong> bienvenido, para que ésta<br />

pali<strong>de</strong>ciera y empezara a evitar las conversaciones <strong>de</strong> sobremesa<br />

y las usuales reuniones familiares al atar<strong>de</strong>cer, cuando todas se<br />

mecían recatadamente en unas enormes mecedoras pintadas con<br />

brillante esmalte azul cuyos balancines no hacían ruido alguno,<br />

colocadas en torno a la <strong>de</strong> don alfredo, hecha <strong>de</strong> noble ma<strong>de</strong>ra<br />

con filigranas en bajo relieve, primorosamente barnizada, que<br />

se mecía comprimiendo y estirando cuatro temblorosos resortes<br />

montados sobre una base. allí, en la galería interior, cubierta<br />

con claros mosaicos color pastel tan esmeradamente pulidos que<br />

reflejaban el paisaje <strong>de</strong>l patio como un espejo <strong>de</strong> aguamarina, se<br />

tomaba la merienda al ritmo amable y disímil <strong>de</strong> aquellas mecedoras<br />

sin igual.<br />

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