Medalaganario - Banco de Reservas
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DieZ<br />
No había transcurrido una semana cuando se produjo una<br />
acongojante crisis en el matrimonio. tías y primas <strong>de</strong> conchita<br />
iban a visitarla en las horas lánguidas <strong>de</strong> las tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> gazcue. Un<br />
atar<strong>de</strong>cer llegó bienvenido <strong>de</strong> improviso. Mamá cilita estaba en<br />
la sala meciéndose levemente con una pequeña copa <strong>de</strong> vino <strong>de</strong><br />
Málaga en la mano. bienvenido saludó con un gruñido y entró en<br />
el aposento matrimonial. en lo que conchita se excusó con su tía<br />
y empezó a caminar hacia la habitación, ya bienvenido salía como<br />
un bólido y <strong>de</strong>saparecía.<br />
–los hombres son así, mi hija, mi marido también tiene sus<br />
cosas raras. Hay que tener mucha paciencia... verás que regresa<br />
tranquilo.<br />
Pero esa noche él no apareció. ella trató <strong>de</strong> contener su nerviosismo<br />
lo más posible y resistió hasta el mediodía siguiente antes<br />
<strong>de</strong> cruzar don<strong>de</strong> ercilia y contarle lo sucedido.<br />
–Mi hermano es muy raro, hija, pero no te preocupes que yo<br />
me encargo <strong>de</strong> él.<br />
cuando ercilia llegó a la imprenta, encontró que su hermano<br />
había dado ór<strong>de</strong>nes estrictas <strong>de</strong> no ser molestado. Sus empleados<br />
lo obe<strong>de</strong>cían militarmente y la insistencia chocaba con una inconmovible<br />
muralla <strong>de</strong> obediencia ciega, sorda y muda.<br />
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