Medalaganario - Banco de Reservas
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Jacinto Gimbernard | MeDalaganaRio<br />
que su voz tonante, sus ojos <strong>de</strong>sorbitados y la boca abierta como<br />
un león rugiente.<br />
bienvenido fue bien recibido. –Si lo trae amiama...– Se <strong>de</strong>dicó<br />
a dibujar y a escribir. los artículos tuvieron mejor suerte al principio<br />
que los dibujos. luego le encargaron un anuncio <strong>de</strong> tónico<br />
para el pelo.<br />
empezó a <strong>de</strong>senvolverse con los dibujos. Una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l fastuoso<br />
carnaval habanero, el tío aristócrata le pasó por <strong>de</strong>lante con su<br />
mujer y su hija en un carruaje abierto, apoyado en un fino bastón<br />
<strong>de</strong> ébano con puño <strong>de</strong> marfil. Sorprendido, bienvenido saludó sin<br />
remedio. el guante empuñado en la mano sobre el bastón hizo un<br />
breve movimiento. el aristocrático perfil no alteró su ángulo elevado.<br />
el carruaje, con los dos caballos <strong>de</strong> altanero paso resonando<br />
herraduras se perdió en el fastuoso <strong>de</strong>sfile. bienvenido se sentía<br />
inferior a los adoquines <strong>de</strong> la avenida. estaba pálido. Demudado.<br />
caminaba sin rumbo y sin alma en medio <strong>de</strong> aquella multitud<br />
elegante y perfumada. llegó a una estrecha calle <strong>de</strong> la zona resi<strong>de</strong>ncial<br />
al caer la tar<strong>de</strong>. Un piano sonaba en el segundo piso <strong>de</strong> una<br />
mansión. Sin po<strong>de</strong>r evitarlo empezó a subir muy lentamente los<br />
<strong>de</strong>sconocidos escalones <strong>de</strong> mármol. Su rostro estaba impregnado<br />
<strong>de</strong> la belleza <strong>de</strong> aquella música, una balada <strong>de</strong> chopin. Des<strong>de</strong> el<br />
<strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> la escalera se veía el salón, suntuosamente iluminado<br />
por can<strong>de</strong>labros <strong>de</strong> pared. Una joven <strong>de</strong> pálida belleza, piel <strong>de</strong><br />
nácar y postura ensoñadora, tocaba. el vestido vaporoso contenía<br />
un cuerpo <strong>de</strong>liciosamente fino. los brazos y el cuello <strong>de</strong>scubierto<br />
parecían pertenecer a un hada. Él estaba arrobado.<br />
Un caballero trajeado con gran elegancia se le acercó y con<br />
un murmullo le invitó a pasar a<strong>de</strong>lante y a sentarse mientras lo<br />
conducía a una <strong>de</strong> las banquetas luis xVi cubiertas <strong>de</strong> pan <strong>de</strong> oro<br />
y terciopelo que estaban cerca <strong>de</strong>l piano <strong>de</strong> cola, en las cuales se<br />
acomodaba a duras penas una audiencia impresionante.<br />
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