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Medalaganario - Banco de Reservas

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Jacinto Gimbernard | MeDalaganaRio<br />

–toma y vete. Y no vengas a pedirme aquí; pí<strong>de</strong>me en el café, coño,<br />

que uno pue<strong>de</strong> jo<strong>de</strong>r, pero tú no sólo jo<strong>de</strong>s; tú rejo<strong>de</strong>s y entrejo<strong>de</strong>s...<br />

Ramón salió con su caminar torcido, como si se <strong>de</strong>splazara en<br />

diagonal... al pasar <strong>de</strong> nuevo junto a la prensa, dijo: –¡Qué maravilla!–<br />

y al instante la máquina partió una biela <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong> dos<br />

pulgadas <strong>de</strong> diámetro.<br />

–¡Me cago!!!<br />

Ramón salió huyendo y se escondió por si acaso.<br />

la soldadura autógena quedó como testimonio cicatrizado<br />

<strong>de</strong>l acontecimiento cuya esencia fue reforzada pocos días <strong>de</strong>spués<br />

durante un paseo en automóvil con su amigo gilberto Sánchez<br />

lustrino, quien apareció al atar<strong>de</strong>cer con uno <strong>de</strong> sus trajes <strong>de</strong> dril<br />

blanco, hechos a la medida en una reputada sastrería <strong>de</strong> la Habana,<br />

discretamente perfumado con la colonia imperial <strong>de</strong> guerlain, los<br />

zapatos florsheim lustrosos y el hermoso bastón con curva empuñadura<br />

<strong>de</strong> plata, acentuando la altanera figura.<br />

–Vine a buscarte para que <strong>de</strong>mos un paseo en mi automóvil<br />

nuevo. Un carro inglés, no estas porquerías americanas. Un carro<br />

con mayúsculas. Ya verás.<br />

–tomaron el camino que bor<strong>de</strong>a el mar. la gesticulante conversación<br />

tocaba todos los temas, menos el <strong>de</strong>l automóvil. Pasado un<br />

buen rato, gilberto no pudo resistir e hizo notar la gran capacidad<br />

<strong>de</strong>l auto para absorber los hoyos y piedras <strong>de</strong>l camino.<br />

no hubo comentarios. bienvenido siguió hablando <strong>de</strong> la política<br />

local. gilberto hizo un corte en el monólogo <strong>de</strong> su invitado para<br />

apuntar la sonoridad <strong>de</strong> aquel motor inglés. bienvenido frunció el<br />

entrecejo y le disparó un sermón:<br />

–a las máquinas no se las elogia. Si funcionan bien, se las<br />

observa, se las trata bien y no se habla. las máquinas oyen y se<br />

fuñen. no me repliques y cambia el tema <strong>de</strong>l carro, que estamos<br />

lejos <strong>de</strong> la ciudad.<br />

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