Medalaganario - Banco de Reservas
Medalaganario - Banco de Reservas
Medalaganario - Banco de Reservas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Jacinto Gimbernard | MeDalaganaRio<br />
a la mañana siguiente, ambrosio, el relojero que vivía en los<br />
bajos, le dijo a don nicasio: –Sentí un ruido arriba en la madrugada.<br />
¿Sería un ladrón?<br />
–no –repuso don nicasio un poco azorado– no falta nada en<br />
casa.<br />
–¿nada, nada, nada?<br />
–¿cómo que nada, nada? ¿Qué me quiere <strong>de</strong>cir?<br />
–Que es <strong>de</strong> vidrio la mujer<br />
y que no <strong>de</strong>be ponerse<br />
en peligro <strong>de</strong> romperse<br />
lo que no pue<strong>de</strong> soldarse.... Vamos, eso <strong>de</strong>cía el<br />
poeta, y a buen enten<strong>de</strong>dor...<br />
–¿es... por... Mariana? ¿Pasa algo?<br />
–Vigile, vigile, compay nica... vigile.<br />
los días subsiguientes fueron <strong>de</strong> tormenta para el buen don<br />
nicasio. no se atrevía a participarle sus inquietu<strong>de</strong>s a su esposa. la<br />
pobre, tan inocente... todavía tiene el agua bautismal.<br />
el sueño se le hizo como una hoja <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> estraza mojada.<br />
Sólo dormía cuando el silencio no tenía manchas. al menor sonido<br />
saltaba <strong>de</strong> la cama y salía al balcón interior dando tumbos. Su<br />
esposa dormía bien y protestaba con gruñidos por los sobresaltos<br />
<strong>de</strong> su esposo.<br />
–no sé que le pasa a tu padre, Mariana; hay que darle sus buenas<br />
tisanas <strong>de</strong> hojas <strong>de</strong> guanábana. tiene unos nervios...<br />
–no son tisanas lo que necesito –dijo don nica, mirando gravemente<br />
a su hija– lo que necesito que me <strong>de</strong>n es tranquilidad <strong>de</strong><br />
espíritu...<br />
bienvenido no había vuelto, pero volvió. estando en la alcoba<br />
<strong>de</strong> Mariana, se abrió la puerta con estrépito y apareció don<br />
nicasio <strong>de</strong>scompuesto y amenazador. Él salió como una centella,<br />
semi<strong>de</strong>snudo, y corrió, ja<strong>de</strong>ante, la penumbra <strong>de</strong>l amanecer. Se<br />
98