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Hacia-Rutas-Salvajes-Into-The-Wild-Jon-Krakauer

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eran buenas, pero creo que estaba cargado de complejos, ¿sabe lo que quiero<br />

decir? Le gustaba leer los libros de ese tipo que estuvo en Alaska, Jack<br />

London. No era muy hablador. Se ponía irritable, no quería que lo molestaran.<br />

Parecía uno de esos chavales que están buscando alguna cosa, algo, sin saber<br />

qué es. Hubo un tiempo en que también fui así, como él, pero luego me di<br />

cuenta de lo que me faltaba. ¿Sabe qué era? ¡Dinero!, ¡ja, ja, ja!<br />

»¿Qué le decía? ¡Ah, sí, Alaska! Sí, siempre hablaba de irse a Alaska.<br />

Quizás esperaba encontrar allí lo que estaba buscando, fuera lo que fuera. De<br />

todas maneras, parecía un buen chico. A veces tenía un montón de complejos,<br />

una pena. Creo recordar que se marchó por Navidad. Me dio cincuenta dólares<br />

y un paquete de cigarrillos por haberle dejado vivir aquí. Un bonito gesto por su<br />

parte, ¿no?»<br />

A finales de noviembre, McCandless envió una postal al apartado de correos<br />

que Jan Burres tenía en Niland, una pequeña ciudad cercana al Mar de Salton,<br />

en el sur de California.<br />

«La postal que recibimos en Niland fue la primera en mucho tiempo que<br />

llevaba una dirección en el remite —recuerda Burres—. Así que le escribí de<br />

inmediato para decirle que lo visitaríamos el fin de semana siguiente, ya que<br />

Bullhead no quedaba muy lejos de donde estábamos.»<br />

Al recibir una carta de Jan, McCandless se emocionó. En una carta fechada<br />

el 9 de diciembre de 1991 decía:<br />

¡Me alegro tanto de que estéis sanos y salvos! Muchas gracias por la<br />

felicitación de Navidad. Es bonito que alguien se acuerde de ti en esta época<br />

del año […]. Estoy muy entusiasmado con la idea de que vendréis a verme.<br />

Podéis venir siempre que queráis. Es increíble pensar que volveremos a<br />

encontrarnos después de un año y medio.<br />

La misiva terminaba con el dibujo de un mapa con instrucciones detalladas<br />

para llegar al punto de Bullhead donde estaba emplazada la caravana, la calle<br />

Baseline.<br />

Sin embargo, cuatro días después de recibir la carta, mientras Jan y Bob se<br />

preparaban para el viaje, sucedió algo inesperado. Por la tarde Jan regresó al<br />

lugar donde acampaban y se encontró con «una gran mochila apoyada en<br />

nuestra caravana». «Reconocí que era la mochila de Alex. Lo curioso es que<br />

nuestra perrita, Sunni, ya había olfateado su presencia antes de que yo viera la<br />

mochila. Alex le había caído muy bien, pero me sorprendió que la perrita<br />

todavía se acordara de él. Cuando lo encontró, se volvió loca de alegría.»<br />

McCandless le contó que se había cansado de la vida que llevaba en Bullhead,<br />

de fichar cada día, de los «figurines de plástico» con quienes trabajaba, y había<br />

decidido cambiar de aires.<br />

Jan y Bob vivían a cinco kilómetros de Niland, en un sitio que los lugareños<br />

conocen como los Bloques, una base aérea de la marina, abandonada y<br />

derribada hace muchos años, en la que sólo quedan los vacíos cimientos de<br />

hormigón de los antiguos edificios y hangares, desperdigados a lo largo y<br />

ancho del desierto. En noviembre, mientras el frío invernal barre el resto del<br />

país, unos 5.000 trotamundos, vagabundos y gentes sin domicilio fijo se<br />

congregan en este escenario surrealista para beneficiarse de un clima más<br />

benigno. Los Bloques funciona como la capital estacional de una abigarrada<br />

sociedad nómada, de una tolerante cultura del asfalto compuesta de jubilados,<br />

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