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"Usted dijo que me enseñaría si yo trabajaba para usted. Bien, lo he hecho. He<br />
trabajado esforzadamente. He dejado de lado mis partidos de baseball para trabajar<br />
para usted. Pero usted no mantuvo su palabra. No me ha enseñado nada. Usted es un<br />
tramposo, como piensa todo el mundo en esta ciudad. Es un insaciable. Quiere todo el<br />
dinero sin tener en cuenta a sus empleados. Me hizo esperar y no me ha demostrado<br />
respeto. Soy sólo un chiquillo, y merezco ser tratado mejor."<br />
Padre rico se inclinó hacia atrás en su silla giratoria, se llevó las manos a la<br />
barbilla, apenas mirándome fijamente. Parecía estar estudiándome.<br />
"No está mal", dijo. "En menos de un mes, ya suenas como la mayoría de mis<br />
empleados."<br />
"¿Cómo?" pregunté. Y continué con mis agravios, sin entender lo que él me<br />
estaba diciendo. "Pensé que usted iba a cumplir su parte del trato y enseñarme. En<br />
lugar de eso, ¡quiere torturarme! Eso es cruel. Eso es realmente cruel."<br />
"Te estoy enseñando", dijo papá rico calmadamente.<br />
"¿Qué me está enseñando? ¡Nada!" agregué enojado. "Ni siquiera me ha hablado<br />
una sola vez desde el momento en que accedí a trabajar para usted por maníes. Diez<br />
centavos la hora. ¡Ah! Debería notificar al gobierno sobre usted. Tenemos leyes la<br />
borales infantiles, ¿sabe? Mi padre trabaja para el gobierno, ¿sabe?"<br />
"¡Guau!" dijo papá rico. "Ahora suenas igual que la mayoría de la gente que<br />
solía trabajar para mí. Gente que, o bien yo despedí, o renunciaron."<br />
"Entonces, ¿qué tiene para decir?" demandé, sintiéndome demasiado<br />
embravecido para ser un niño pequeño. "Usted me mintió. He trabajado para usted, y<br />
no mantuvo su palabra. No me ha enseñado nada."<br />
"¿Cómo sabes que no te he enseñado nada?", me preguntó padre rico con calma.<br />
"Bueno, usted nunca me ha dirigido la palabra. He trabajado por tres semanas, y<br />
usted no me ha enseñado nada", dije casi lloriqueando.<br />
"¿Acaso enseñar significa hablar o disertar?" me preguntó padre rico.<br />
"Bueno, sí", repliqué.<br />
"Así es como te enseñan en el colegio', dijo él sonriendo. "Pero esa no es la<br />
forma en que la vida te enseña, y diría que la vida es el mejor de todos los maestros. La<br />
mayor parte del tiempo, la vida no te habla. Es como que te va empujando. Cada<br />
empujón es la vida diciendo, `despierta; hay algo que quiero que aprendas'."