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"Cuando suceda eso, chicos, el infierno entero se desencadenará. Las clases<br />
media y pobre, y los ignorantes, tendrán sus vidas arruinadas simplemente por haber<br />
continuado creyendo que el dinero es real, y que la compañía para la cual trabajan, o el<br />
gobierno, cuidarán de ellos."<br />
Realmente, no entendimos lo que él estaba diciendo ese día, pero a lo largo de<br />
los años, todo cobró más y más sentido.<br />
Viendo lo que otros pasan por alto<br />
Al subirse a su pickup, que estaba estacionada afuera de su pequeño mercado,<br />
dijo: "Sigan trabajando, chicos, pero cuanto antes se olviden de la necesidad de un<br />
cheque de pago mensual, más fácil será su vida de adultos. Continúen utilizando sus<br />
cerebros, trabajen gratis, y pronto sus mentes les mostrarán formas de ganar<br />
muchísimo más dinero del que yo podría pagarles jamás. Ustedes verán cosas que el<br />
resto de la gente nunca ve. Oportunidades justo frente a sus narices. Muchas personas<br />
no ven esas oportunidades porque están buscando el dinero y la seguridad, de manera<br />
que eso es todo lo que obtienen. En el momento en que vean una oportunidad, las<br />
seguirán viendo por el resto de sus vidas. Cuando llegue ese momento les enseñaré<br />
algo más. Aprendan esto, y evitarán una de las trampas más grandes de la vida.<br />
Ustedes nunca, jamás, tocarán ese Tar Baby."<br />
Mike y yo tomamos nuestras cosas de la tienda, y nos despedimos de la Sra.<br />
Martín agitando las manos. Volvimos al parque, al mismo banco de picnic, y pasamos<br />
allí varias horas más, pensando y hablando.<br />
Pasamos la semana siguiente en el colegio, pensando y hablando. Durante dos<br />
semanas más, continuamos pensando, hablando y trabajando gratis.<br />
Al final del segundo sábado, estaba nuevamente despidiéndome de la Sra.<br />
Martín y observando el stand de las historietas con una mirada nostálgica. Lo más<br />
difícil de no cobrar ni siquiera los 30 centavos por sábado, era no tener dinero para<br />
comprarme algunas historietas. De repente, mientras la Sra. Martín nos decía adiós,<br />
noté algo que ella hacía, y que nunca antes había observado. Es decir, la había visto<br />
hacerlo, pero jamás lo había registrado.<br />
Ella estaba cortando en mitades la página frontal de los comics. Guardaba la<br />
mitad superior de cada portada, desechando el resto de la revista dentro de una gran<br />
caja marrón de cartón prensado. Cuando le pregunté qué hacía con las historietas, me<br />
contestó que las arrojaba a la basura. "Las mitades superiores de las portadas se las