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A p r o i n • 10
“Humanizaciones”
tipo Corina Porro
“Humanizaciones”
tipo Abel Caballero
los funcionarios, quien tuviera como misión
el ejercer la autoridad conveniente
en urbanismo, podría proponer al Pleno
la aprobación de la correspondiente interpretación,
matizada en cuanto a tener
como objetivo el facilitar las cosas a quienes
apuesten por la ciudad y su desarrollo,
no buscar problemas como sistema,
hacerla pública y contar con ello con una
seguridad jurídica de la que ahora carecemos
absolutamente.
Se discute estos días sobre el documento
que habrá de completar el PGOM, que
el alcalde cifra en el 1% del total, pero
que en realidad y si bajamos de la nube,
se trata aproximadamente de un 15% de
las posibilidades edificatorias del PGOM,
y quizá de los lugares con más posibilidades
de desarrollo. Evidentemente, conociendo
al personaje que ocupa la alcaldía,
nadie espera que convoque a la Comisión
de Seguimiento del Plan para que opine
y dé su informe, como sería de rigor. En
el mejor de los casos esta será convocada
para escuchar, sin posibilidad de aportar
nada (curiosamente lo que ocurre en este
ayuntamiento, es calcado, pero a lo bestia,
de lo que ha ocurrido en la Xunta, y
también curiosamente, ni unos ni otros
quieren darse por enterados, ni escarmentar
ni rectificar. Ahora se dedican a
representar la escena del sofá, jurándose
amor eterno cuando todos, absolutamente
todos en esta ciudad, sabemos que ni
se soportan, ni se entienden, ni tienen
intención alguna de hacerlo, ni personal,
ni institucionalmente, con las concejalías
estancas y sin coordinación de ningún
tipo. (Mientras dure el chollo…).
En otro orden de cosas, resulta curioso
el que el Ayuntamiento vigués,
en materia de infraestructuras, sólo
tenga como acción el llevar a cabo
proyectos de la anterior Corporación.
los aparcamientos, y lo que más criticaba
en la alcaldesa que ha ganado
las elecciones: las llamadas “humanizaciones”.
Una salvedad, las que se
hacen ahora son puros sucedáneos
de las anteriores, humanizaciones de
“chicha y nabo”, sin jardineras de piedra,
sin iluminación, sin el arbolado
anterior (arbolito chungo en lugar de
camelias), sin remates ajardinados en
chaflanes, sin contenedores de basura
subterráneos, es decir una mala copia,
un barato-barato, sólo superado por
la parafernalia montada alrededor de
tales actuaciones por el personaje que
ha generado el “extraordinario mar de
grúas” que invade la ciudad.
Por si hubiese alguna duda, cuando
desde todas partes se critica el actual
PGOM como un absoluto fracaso tras su
intervención en el mismo, no sólo no lo
reconoce, –lo que sería una medida inteligente
para poder enmendarse–, sino
que argumenta que va viento en popa, ya
que toda una serie de miles de viviendas
de protección se encuentran ya en marcha.
Lo único que se está haciendo al
respecto es exclusivamente la redacción
de la fase de planeamiento urbanístico
(que debería estar ya resuelta en el propio
Plan) de una serie de polígonos de
iniciativa municipal, pero que para nada
habrán de ser resueltos ni gestionados
por la Administración (expropiación),
sino por particulares, ya que su sistema
es el de compensación, de ahí que en su
desarrollo el Ayuntamiento ni pinche ni
corte, ni vaya a construir nada, ni a venderlo,
ni nada parecido.
Una vez resuelta la fase de planeamiento
para esos polígonos, será como para
todos los demás de iniciativa privada: se
resolverán y gestionarán en función únicamente
de que le interese a sus propietarios,
de que la demanda lo pida y de que
los interesados tengan dinero para ello.
Todo lo demás son novelas de ciencia ficción,
a las que tan aficionado es el personaje
que el BNG ha puesto en la alcaldía
de Vigo.
La terca realidad es que desde hace
más de un año que este señor le prometió
a los vigueses que nada más llegar a
la alcaldía iba a construir 6.000 viviendas
de protección oficial, no sólo no ha
construido ninguna, sino que ni siquiera
tiene los terrenos para ello, ni proyecto,
ni presupuesto, ni nada, y menos ahora
que no existe banco alguno que habilite
créditos para viviendas protegidas.
Eso sí, desde la nube, el mundo se
ve diferente, sobre todo cuando se tiene
el convencimiento absoluto que se
está gobernando a auténticos imbéciles
a los que engañar miserablemente.
¡Que cruz!