74 El suspenso selvático <strong>de</strong>l animal amoroso 1 Gerardo Luis Rodríguez 2
eseña SILVA, Juan Manuel. Dos animales <strong>de</strong> dos en dos (2004). Fundación Universitaria <strong>de</strong>l Área Andina, Bogotá. “¡Que se apague la hoguera, que brote ululante el viento, que se esconda la luna tardía, para que los espíritus <strong>de</strong>seen con nosotros venir a este recinto con estrellas y plantas! Éste fue el ensalmo y sobra <strong>de</strong>cir que el terremoto volvió al sitio <strong>de</strong> reunión y que fue espectacular el cambio <strong>de</strong> eje <strong>de</strong>l mundo; no hubo reposo mientras la voz <strong>de</strong>l jaguar iba contando los <strong>de</strong>seos, los temores, las disputas y las alegrías <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> muchachos y <strong>de</strong> vecinos <strong>de</strong> barrio en medio <strong>de</strong>l monte”. En los restos <strong>de</strong> los instintos sobrevivientes <strong>de</strong> la ciber-urbanización y cosificación <strong>de</strong>l actual hombre, es la novela <strong>de</strong>l ya experimentado escritor colombiano Juan Manuel Silva: relato oral <strong>de</strong> chaman, <strong>de</strong> juglar, <strong>de</strong> hablador tribal llevado a las escrituras. Dos animales, una pareja <strong>de</strong> tigres (Luis Medio García y Rosita, su “amor instintivo”); más otros dos animales, una pareja <strong>de</strong> guacamayos (Juan el duro y la gorda Beatriz), son los protagonistas <strong>de</strong> una aventura <strong>de</strong> las emociones extremas. En una selva situada en ninguna parte o, a veces, en el lenguaje mismo: porque el narrador mitad hombre y mitad animal, Luis Medio, <strong>de</strong>be encontrar las palabras apropiadas, en medio <strong>de</strong> la ceremonia <strong>de</strong> transmutación, para producirnos fascinación. El tono, el ritmo <strong>de</strong> la escritura sigue la melodía <strong>de</strong> la selva misma: todo crece y sobreviene rápidamente, incluso el silencio <strong>de</strong> todos los organismos. Ritmo interior <strong>de</strong>l relato, respirar caótico-creativo, seres hipervivientes porque la población <strong>de</strong> innumerables miedos, temores, incertidumbres, tigres, serpientes <strong>de</strong> dos cabezas (anfibaenas) sapos gusanos, moscos y moscones les pisan los talones físicos y mentales, a estos “osados” exploradores en vía <strong>de</strong> extinción. Personajes ordinarios sin hazañas ni trabajos herculinos. Tampoco víctimas. Caminantes <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>sconocido, <strong>de</strong>scifradores <strong>de</strong> sombras, unidos por la amistad, el <strong>de</strong>safío y la duda. Sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> caminar, porque siempre hay que hacer o encontrar trechos, sen<strong>de</strong>ros... nada <strong>de</strong> tesoros; sólo el tesoro <strong>de</strong> la juventud, la i<strong>de</strong>ntidad: una noche en la vida <strong>de</strong> los animales <strong>humanos</strong>. Horacio Quiroga, en Cuentos <strong>de</strong> la selva utiliza el escenario para la amistad hombre-animal; en cambio, Marcel Proust en sus escritos utiliza la “memoria instintiva <strong>de</strong>l animal”. Julio Verne en <strong>La</strong> isla misteriosa, la entrada a un nuevo tipo <strong>de</strong> vida equilibrada; pero en la novela <strong>de</strong> Juan Manuel Silva lo más importante es la recuperación y restauración <strong>de</strong> la condición animal, todo para sobrevivir a las mecánicas y cibernéticas. Selva es naturaleza; barbarie es egoísmo confortable y violencia <strong>de</strong> supresión. En la selva se convive difícilmente. En la barbarie se elimina, se cercena, se <strong>de</strong>secha. Por eso el narrador Luis Medio no es el joven melancólico nihilista <strong>de</strong>l Joven Torless <strong>de</strong> Musil, más próximo al joven <strong>de</strong> Joyce, en Retrato <strong>de</strong>l artista adolescente, Stephen Dédalus, que <strong>de</strong>clara: “No serviré por más tiempo a aquello en lo que no creo, llámese mi hogar, mi patria o mi religión. Y trataré <strong>de</strong> expresarme como me sea posible, usando para mi <strong>de</strong>fensa las solas armas que me permito usar: silencio, <strong>de</strong>stierro y estancia”. Para <strong>de</strong>scubrir su futuro Dédalus camina por <strong>entre</strong> vericuetos, laberintos oscuros a semejanza <strong>de</strong> Knosos, en Creta, mito que Joyce introduce para hablarnos <strong>de</strong> lo difícil y aventurero <strong>de</strong> los veinte años. El joven Luis Medio está repartido <strong>entre</strong> su condición natura <strong>de</strong> animal y la conciencia <strong>de</strong> sí mismo; y no está buscando su sitio en la sociedad, sino su puesto en el cosmos, su i<strong>de</strong>ntidad frente a las emociones, los sentimientos, la cultura y el medio ambiente para darle sentido a la vida y compren<strong>de</strong>r los conflictos íntimos y exteriores. Todo los <strong>de</strong>l grupo son transformados en animales. Al principio se rechaza la nueva i<strong>de</strong>ntidad, pero la selva enseña que es mejor aceptarse y adaptarse. Así, el grupo encuentra brujos, plantas extrañas, voces o gruñidos imposibles, otros animales para enfrentar y hasta un grupo <strong>de</strong> cazadores <strong>de</strong> animales <strong>de</strong> circo. Gracias a los sentidos agudizados, los animales escapan... para contarnos su periplo en el banco <strong>de</strong>l “contacuentos” <strong>de</strong>l círculo <strong>de</strong> amigos, en los lin<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la gran ciudad... Y así cuentan los narradores: “Aquí no existen los mismos tigres, concluyó sentencioso; ésa es palabra antigua <strong>de</strong> hombre blanco y <strong>de</strong> colonizador, que en su momento, a falta <strong>de</strong> nombre preciso pretendió darle el <strong>de</strong> sus viejos parientes <strong>de</strong>l otro continente. Los indios <strong>de</strong>l sur llaman al tigre ‘jaguar’ y lo admiran, le rin<strong>de</strong>n culto también, por su porte y por su fuerza. Aquí, sin embargo, lo llaman <strong>de</strong> una y otra manera”. “Es más lo que se imaginan los científicos que lo que saben <strong>de</strong> ellos. ¿Quién los estudia en la selva tupida? Eso sí, el hombre aprendió a matarlos con un par <strong>de</strong> trucos que, aunque no siempre dan resultado, los están acabando”. “De esos jaguares se afirma que en su vi<strong>entre</strong> se escon<strong>de</strong>n el corazón y el alma <strong>de</strong> un hombre, <strong>de</strong> un brujo indio”. Y... ¿qué mejor que ser animal para sentir y hacer el amor? 75