La relación entre humanos y mascotas Una terapéutica de resiliencia
La relación entre humanos y mascotas Una terapéutica de resiliencia
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eseña<br />
SILVA, Juan Manuel. Dos animales <strong>de</strong> dos en dos (2004).<br />
Fundación Universitaria <strong>de</strong>l Área Andina, Bogotá.<br />
“¡Que se apague la hoguera, que brote ululante el<br />
viento, que se esconda la luna tardía, para que los<br />
espíritus <strong>de</strong>seen con nosotros venir a este recinto<br />
con estrellas y plantas! Éste fue el ensalmo y sobra<br />
<strong>de</strong>cir que el terremoto volvió al sitio <strong>de</strong> reunión y<br />
que fue espectacular el cambio <strong>de</strong> eje <strong>de</strong>l mundo;<br />
no hubo reposo mientras la voz <strong>de</strong>l jaguar iba contando<br />
los <strong>de</strong>seos, los temores, las disputas y las alegrías<br />
<strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> muchachos y <strong>de</strong> vecinos <strong>de</strong><br />
barrio en medio <strong>de</strong>l monte”.<br />
En los restos <strong>de</strong> los instintos sobrevivientes <strong>de</strong> la ciber-urbanización<br />
y cosificación <strong>de</strong>l actual hombre, es la novela<br />
<strong>de</strong>l ya experimentado escritor colombiano Juan Manuel<br />
Silva: relato oral <strong>de</strong> chaman, <strong>de</strong> juglar, <strong>de</strong> hablador tribal<br />
llevado a las escrituras.<br />
Dos animales, una pareja <strong>de</strong> tigres (Luis Medio García y<br />
Rosita, su “amor instintivo”); más otros dos animales, una<br />
pareja <strong>de</strong> guacamayos (Juan el duro y la gorda Beatriz),<br />
son los protagonistas <strong>de</strong> una aventura <strong>de</strong> las emociones<br />
extremas. En una selva situada en ninguna parte o, a veces,<br />
en el lenguaje mismo: porque el narrador mitad hombre<br />
y mitad animal, Luis Medio, <strong>de</strong>be encontrar las palabras<br />
apropiadas, en medio <strong>de</strong> la ceremonia <strong>de</strong> transmutación,<br />
para producirnos fascinación.<br />
El tono, el ritmo <strong>de</strong> la escritura sigue la melodía <strong>de</strong> la selva<br />
misma: todo crece y sobreviene rápidamente, incluso el<br />
silencio <strong>de</strong> todos los organismos. Ritmo interior <strong>de</strong>l relato,<br />
respirar caótico-creativo, seres hipervivientes porque la población<br />
<strong>de</strong> innumerables miedos, temores, incertidumbres,<br />
tigres, serpientes <strong>de</strong> dos cabezas (anfibaenas) sapos gusanos,<br />
moscos y moscones les pisan los talones físicos y mentales,<br />
a estos “osados” exploradores en vía <strong>de</strong> extinción.<br />
Personajes ordinarios sin hazañas ni trabajos herculinos.<br />
Tampoco víctimas. Caminantes <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>sconocido, <strong>de</strong>scifradores<br />
<strong>de</strong> sombras, unidos por la amistad, el <strong>de</strong>safío y la<br />
duda. Sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> caminar, porque siempre hay que hacer<br />
o encontrar trechos, sen<strong>de</strong>ros... nada <strong>de</strong> tesoros; sólo el<br />
tesoro <strong>de</strong> la juventud, la i<strong>de</strong>ntidad: una noche en la vida <strong>de</strong><br />
los animales <strong>humanos</strong>.<br />
Horacio Quiroga, en Cuentos <strong>de</strong> la selva utiliza el escenario<br />
para la amistad hombre-animal; en cambio, Marcel Proust<br />
en sus escritos utiliza la “memoria instintiva <strong>de</strong>l animal”.<br />
Julio Verne en <strong>La</strong> isla misteriosa, la entrada a un nuevo<br />
tipo <strong>de</strong> vida equilibrada; pero en la novela <strong>de</strong> Juan Manuel<br />
Silva lo más importante es la recuperación y restauración<br />
<strong>de</strong> la condición animal, todo para sobrevivir a las<br />
mecánicas y cibernéticas. Selva es naturaleza; barbarie es<br />
egoísmo confortable y violencia <strong>de</strong> supresión. En la selva se<br />
convive difícilmente. En la barbarie se elimina, se cercena,<br />
se <strong>de</strong>secha. Por eso el narrador Luis Medio no es el joven<br />
melancólico nihilista <strong>de</strong>l Joven Torless <strong>de</strong> Musil, más próximo<br />
al joven <strong>de</strong> Joyce, en Retrato <strong>de</strong>l artista adolescente,<br />
Stephen Dédalus, que <strong>de</strong>clara: “No serviré por más tiempo<br />
a aquello en lo que no creo, llámese mi hogar, mi patria o<br />
mi religión. Y trataré <strong>de</strong> expresarme como me sea posible,<br />
usando para mi <strong>de</strong>fensa las solas armas que me permito<br />
usar: silencio, <strong>de</strong>stierro y estancia”.<br />
Para <strong>de</strong>scubrir su futuro Dédalus camina por <strong>entre</strong> vericuetos,<br />
laberintos oscuros a semejanza <strong>de</strong> Knosos, en Creta,<br />
mito que Joyce introduce para hablarnos <strong>de</strong> lo difícil y<br />
aventurero <strong>de</strong> los veinte años.<br />
El joven Luis Medio está repartido <strong>entre</strong> su condición natura<br />
<strong>de</strong> animal y la conciencia <strong>de</strong> sí mismo; y no está buscando<br />
su sitio en la sociedad, sino su puesto en el cosmos,<br />
su i<strong>de</strong>ntidad frente a las emociones, los sentimientos, la<br />
cultura y el medio ambiente para darle sentido a la vida y<br />
compren<strong>de</strong>r los conflictos íntimos y exteriores.<br />
Todo los <strong>de</strong>l grupo son transformados en animales. Al<br />
principio se rechaza la nueva i<strong>de</strong>ntidad, pero la selva enseña<br />
que es mejor aceptarse y adaptarse. Así, el grupo<br />
encuentra brujos, plantas extrañas, voces o gruñidos imposibles,<br />
otros animales para enfrentar y hasta un grupo<br />
<strong>de</strong> cazadores <strong>de</strong> animales <strong>de</strong> circo. Gracias a los sentidos<br />
agudizados, los animales escapan... para contarnos su periplo<br />
en el banco <strong>de</strong>l “contacuentos” <strong>de</strong>l círculo <strong>de</strong> amigos,<br />
en los lin<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la gran ciudad...<br />
Y así cuentan los narradores:<br />
“Aquí no existen los mismos tigres, concluyó sentencioso;<br />
ésa es palabra antigua <strong>de</strong> hombre blanco y <strong>de</strong> colonizador,<br />
que en su momento, a falta <strong>de</strong> nombre preciso pretendió<br />
darle el <strong>de</strong> sus viejos parientes <strong>de</strong>l otro continente. Los indios<br />
<strong>de</strong>l sur llaman al tigre ‘jaguar’ y lo admiran, le rin<strong>de</strong>n<br />
culto también, por su porte y por su fuerza. Aquí, sin embargo,<br />
lo llaman <strong>de</strong> una y otra manera”.<br />
“Es más lo que se imaginan los científicos que lo que saben<br />
<strong>de</strong> ellos. ¿Quién los estudia en la selva tupida? Eso sí, el<br />
hombre aprendió a matarlos con un par <strong>de</strong> trucos que,<br />
aunque no siempre dan resultado, los están acabando”.<br />
“De esos jaguares se afirma que en su vi<strong>entre</strong> se escon<strong>de</strong>n<br />
el corazón y el alma <strong>de</strong> un hombre, <strong>de</strong> un brujo indio”.<br />
Y... ¿qué mejor que ser animal para sentir y hacer el amor?<br />
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