La casa de convalescencia.indd - Ediciones B
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sorientada y no le gusta que éste sea su <strong>de</strong>stino. <strong>La</strong> alta curva <strong>de</strong>l<br />
muro <strong>de</strong>l sanatorio es opresiva, también la amplia sombra que<br />
proyecta el voladizo <strong>de</strong> la escalera, con un verso <strong>de</strong>l Kalevala,<br />
apenas visible, inscrito alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los marcos <strong>de</strong> las altas cristaleras,<br />
que se traduciría: «Pues la enfermedad no te ha sometido<br />
/ ni la muerte te ha vencido / ni otro <strong>de</strong>stino te ha abrumado...»<br />
Al parecer, no lleva dinero en la cartera para pagar al conductor.<br />
—¿Quién la ha metido en el coche<br />
—Un hombre, señora —según el conductor, y este hombre<br />
le dijo que vigilase a la dama porque quizás intentaba apearse<br />
<strong>de</strong>l coche y él <strong>de</strong>bía evitarlo, pero que si por casualidad lograba<br />
salir, tenía que <strong>de</strong>volverla al vehículo y llevarla a Suvanto<br />
tal como habían estipulado. El hombre no le había pagado por<br />
a<strong>de</strong>lantado; ya se le abonaría en el <strong>de</strong>stino, había dicho. Pero<br />
la dama no disponía <strong>de</strong> dinero. El conductor sigue esperando.<br />
Aunque habría preferido no mencionar lo <strong>de</strong> la tarifa, lo cierto<br />
es que se trata <strong>de</strong> un largo trayecto.<br />
Alguien (¿el marido <strong>de</strong> Julia o quién) se ha comportado<br />
mal. <strong>La</strong> enfermera Tutor da las gracias al conductor, con lo que<br />
quiere <strong>de</strong>cir «no la avergoncemos», y le ofrece una propina <strong>de</strong><br />
la cal<strong>de</strong>rilla que guarda en el diminuto bolsillo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lantal. Él la<br />
rechaza; no pi<strong>de</strong> una propina.<br />
—Por su amabilidad —insiste ella, y lo envía a secretaría<br />
para que le abonen el resto <strong>de</strong> la tarifa.<br />
Después se sienta en el asiento trasero, al lado <strong>de</strong> Julia, y se<br />
presenta. Tienen aproximadamente la misma edad y una talla<br />
similar. Una es rubia, la otra morena, y permanecen sentadas en<br />
silencio, mirando entre los pinos la pendiente que lleva a las <strong>casa</strong>s<br />
<strong>de</strong> los médicos y los pabellones don<strong>de</strong> viven las enfermeras.<br />
<strong>La</strong> enfermera Tutor oye el zumbido <strong>de</strong> un mosquito que revolotea<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l vehículo, excitado por el aliento y el olor <strong>de</strong><br />
la piel <strong>de</strong> las dos mujeres. Percibe el rumor <strong>de</strong> las ramas <strong>de</strong> los<br />
pinos que se mecen sobre sus cabezas y, cayendo pesadamente<br />
<strong>de</strong>l aire, el calor <strong>de</strong>l sol que se <strong>de</strong>rrama sobre todo. Aguza el<br />
oído, y <strong>de</strong>spués dice:<br />
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