La casa de convalescencia.indd - Ediciones B
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—Bien, Julia; ahora vamos a salir.<br />
Habla en finés y pronuncia el nombre en la forma suave,<br />
«Yulia». Se apea y le tien<strong>de</strong> una mano. Los ojos <strong>de</strong> Julia son<br />
apagados y oscuros, parcialmente ensombrecidos por el kohl<br />
que reluce y se congrega en sus profundas sombras orbitales.<br />
Posa la fría mano en la <strong>de</strong> la enfermera y parece que acce<strong>de</strong> a<br />
salir y seguirla, pero en su lugar tira suavemente <strong>de</strong> ella, como<br />
si intentara atraerla <strong>de</strong> nuevo al coche, a su lado. <strong>La</strong> enfermera<br />
Tutor, que quizá no ha interpretado bien su gesto, tien<strong>de</strong> la otra<br />
mano para ofrecerle un doble apoyo y la persua<strong>de</strong> hasta que<br />
por fin Julia se <strong>de</strong>sliza en el asiento y posa los pies en la gravilla.<br />
—Acompáñeme arriba —dice la enfermera Tutor, lo que en<br />
realidad significa: «Vamos a quitarle ese abrigo ina<strong>de</strong>cuado, negro<br />
por el calor, marrón a la luz <strong>de</strong>l sol y claramente cubierto<br />
<strong>de</strong> polvo.»<br />
Julia no mirará a la enfermera Tutor, sino qu e permanecerá<br />
con la vista fija en sus pies, mientras parpa<strong>de</strong>a <strong>de</strong>spacio bajo<br />
el espeso rímel. Aun así, casi tropieza en un escalón y vuelve<br />
a agarrarse a los <strong>de</strong>dos duros y amables <strong>de</strong> la enfermera, que<br />
pregunta:<br />
—¿Finés o sueco<br />
Julia se encoge <strong>de</strong> hombros, como si respondiese: «Da lo<br />
mismo.»<br />
Pasan por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> recepción. A un gesto <strong>de</strong> la enfermera,<br />
la recepcionista llama a un celador para que suba el equipaje.<br />
Julia es tan menuda que el dobladillo <strong>de</strong>l abrigo le roza los tacones,<br />
el forro <strong>de</strong> raso color melocotón cae por un lado y brilla<br />
durante todo el trayecto al ascensor, como si fuera el camisón<br />
que ya asoma por <strong>de</strong>bajo. Su mano es pequeña como la <strong>de</strong> una<br />
niña <strong>de</strong> doce años pero con diez anillos <strong>de</strong> rubíes apiñados en<br />
los nudillos hinchados, y la enfermera Tutor la sujeta con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za,<br />
pru<strong>de</strong>nte a causa <strong>de</strong> los anillos, los huesos viejos, e<br />
intenta hacerla sonreír, siquiera un poco, pero Julia no respon<strong>de</strong>,<br />
ni con un leve movimiento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos. Aunque estudia<br />
las pare<strong>de</strong>s, no parece sentir la mínima curiosidad por el nuevo<br />
entorno.<br />
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