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La casa de convalescencia.indd - Ediciones B

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apenas tiene fuerza. Pero la anciana patalea, <strong>de</strong> un modo que<br />

podría ser casual pero Sunny sabe que no lo es, y le golpea la<br />

espinilla y el tobillo. El zapato <strong>de</strong>ja una marca negra en el algodón<br />

blanco; Sunny tendrá un verdugón por la mañana. Ya es<br />

más que suficiente: Sunny le dobla el brazo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la espalda<br />

y la <strong>de</strong>vuelve a la 527; la bata se le abre por el camino. <strong>La</strong> enfermera<br />

Todd, con dos correas <strong>de</strong> lona bajo el brazo, acu<strong>de</strong> a<br />

sujetar y levantar los pies <strong>de</strong> Julia; es la que carga casi todo el<br />

peso cuando la <strong>de</strong>splazan en volandas a la cama y la ponen boca<br />

abajo. <strong>La</strong> enfermera Todd se sienta encima <strong>de</strong> las piernas. Al ver<br />

las correas, Sunny sacu<strong>de</strong> la cabeza, aunque siente una lúgubre<br />

satisfacción por lo hecho hasta el momento. Se coloca el cabello<br />

en su sitio.<br />

—<strong>La</strong> próxima vez... —advierte la enfermera Todd.<br />

—No dé patadas. A nadie. ¿Lo compren<strong>de</strong> —dice Sunny.<br />

—Me partirán las rodillas —protesta Julia, la voz ahogada<br />

por el colchón.<br />

—Prometa que no volverá a dar patadas.<br />

—No volveré a dar patadas.<br />

<strong>La</strong> enfermera Todd se pone <strong>de</strong> pie, meciendo lentamente las<br />

correas sin utilizar, esperando a que Julia se vuelva.<br />

—Despí<strong>de</strong>te <strong>de</strong> los zapatos —dice. Se los quita y se los lleva<br />

a la enfermería.<br />

Sunny dice con suavidad:<br />

—Tiene que darse un baño. Voy a ayudarla, le guste o no.<br />

Cuanto más tar<strong>de</strong>mos, más fría estará el agua.<br />

—No <strong>de</strong>jaré que me toque.<br />

Sunny se cruza <strong>de</strong> brazos, con una leve sonrisa, y piensa: «Ya<br />

está bien, ser sucio y <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido. Te daré un sedante y otros<br />

quince minutos <strong>de</strong> mi tiempo, pero nada más.»<br />

—No puedo permitir que me toque —insiste Julia.<br />

—Eso es una tontería.<br />

—No la expondré.<br />

—¿Exponerme a qué<br />

Un hondo sonrojo se encharca en las huecas mejillas <strong>de</strong> Julia,<br />

cuya lengua parece palpitar en la boca entreabierta.<br />

— 29 —

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