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La casa de convalescencia.indd - Ediciones B

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—Estoy <strong>de</strong>scribiendo cosas que una mujer soltera no pue<strong>de</strong><br />

enten<strong>de</strong>r. A usted le parece extraño y repulsivo que me regalase<br />

ropa interior. Veo que lo cree.<br />

—No es así. No opino nada al respecto —asegura Sunny.<br />

—Lo amaba —dice Julia—. Quizás es eso lo que no entien<strong>de</strong>.<br />

Sunny recoloca las páginas <strong>de</strong> sus notas; al hacerlo, inclina<br />

la muñeca casi imperceptiblemente, como para echar un vistazo<br />

al reloj.<br />

—Lo comprendo. Lo que usted <strong>de</strong>scribe no es nada inusual.<br />

Julia hace una pausa, reevalúa el efecto <strong>de</strong> sus palabras antes<br />

<strong>de</strong> proseguir.<br />

Con el tiempo, dice, las lesiones cambiaron, se arrastraron<br />

taimadamente hasta que los calzones <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> cubrirlas. Se<br />

puso, por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l camisón, unas mallas <strong>de</strong> danza. El señor<br />

Dey no siempre regresaba a <strong>casa</strong> para acostarse a su lado, <strong>de</strong>bido<br />

a la fiebre, los sudores y los escalofríos, porque se movía<br />

inquieta toda la noche, por su propensión, cada vez más frecuente,<br />

a acercarse a su espalda y apretar las piernas contra las<br />

suyas, y por la posibilidad <strong>de</strong> que su piel pegajosa tocase la <strong>de</strong><br />

él durante el intervalo contagioso. ¿Tenía él la enfermedad, o no<br />

la tenía ¿Sí o no Oh, probablemente, quién sabe; ella se hartó<br />

<strong>de</strong> sus respuestas vagas. Cuando se levantaba regularmente <strong>de</strong><br />

noche para apartar los suaves apósitos y aplicar <strong>de</strong> nuevo el tratamiento<br />

tópico, aguzaba el oído y lo buscaba en la sala, pero él<br />

parecía pasar toda la noche fuera <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> trabajar en salones<br />

y cafés. O estaba en un lugar <strong>de</strong>l todo distinto, y ella no podía<br />

culparlo y casi <strong>de</strong>seaba que él <strong>de</strong>sapareciera, porque lo odiaba,<br />

sí, mucho.<br />

Sunny toma una nota: «Paciente odia a su marido.»<br />

A veces tenía hambre y se hacía unos huevos revueltos <strong>de</strong><br />

cualquier manera, usando una y otra vez el mismo plato con<br />

motivos rojos, y bebía vodka, aunque le habían advertido que<br />

el alcohol era un <strong>de</strong>presivo. Solía llorar cuando el señor Dey no<br />

estaba, pero ya nunca <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, jamás. Cuando se bañaba,<br />

bajaba la cabeza y lloraba en el agua, temerosa <strong>de</strong> su cuerpo,<br />

nada temía más; temía que las lesiones se extendieran por la do-<br />

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