La casa de convalescencia.indd - Ediciones B

Y según esto decía, en el cielo y en la tierra prendió el fulgor
de un fuego sagrado. Quedó en silencio el cielo, y en silencio
el boscoso valle retuvo el follaje, y de los animales no
se oía ni un aullido. Las mujeres, que no habían percibido el
grito con claridad, se pusieron en pie y buscaron con los ojos.
EURÍPIDES, Las bacantes
A lo sumo miramos con asombro, un asombro que es
en sí una forma de espanto, pues en cierto modo sabemos
instintivamente que los edificios desmesurados proyectan la
sombra de su propia destrucción y se han concebido, desde
el principio, con vistas a su existencia posterior como ruinas.
W. G. SEBALD, Austerlitz
Y mantén siempre cerca a la Enfermera,
por miedo a encontrar algo peor.
HILAIRE BELLOC, Jim