La casa de convalescencia.indd - Ediciones B
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<strong>de</strong> la calzada, mientras alguien corría a buscar ayuda y la enfermera<br />
Tutor, mucho más joven entonces, se arrodillaba en la<br />
nieve y esperaba, sosteniendo la mano aplastada, <strong>de</strong>sollada, <strong>de</strong><br />
la <strong>de</strong>sconocida, que sangraba con una lentitud inquietante.<br />
Claro que Julia sólo se ha acostado para hacer una siesta,<br />
sin <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse todavía <strong>de</strong>l abrigo. Y qué, piensa la enfermera<br />
Tutor, tapándole los pies <strong>de</strong>scalzos con la manta, «qué más da;<br />
pero <strong>de</strong>jaré la puerta entreabierta».<br />
Se respira en el ambiente: Lo que necesitas, Julia, es alimentarte,<br />
algodón limpio que transpire y un poco <strong>de</strong> sol a diario,<br />
mientras lo haya. Un poco <strong>de</strong> diversión, un poco <strong>de</strong> ejercicio y,<br />
por supuesto, una firme rutina. Y te proporcionaremos eso. Y<br />
nos llevaremos esos zapatos tan estrechos. Y compraremos unos<br />
en la ciudad, te recomendaremos el mo<strong>de</strong>lo: más anchos, más<br />
suaves, más cómodos y más a<strong>de</strong>cuados a lo que será tu vida aquí.<br />
Julia duerme. Pero <strong>de</strong>spués llega alguien que le tira <strong>de</strong> las<br />
mangas, alguien <strong>de</strong> <strong>de</strong>dos sudados y bastos. Cuando le arrebatan<br />
el abrigo, aparta un poco el pañuelo y ve un labio fruncido,<br />
suave como el <strong>de</strong> un conejo, y el atisbo <strong>de</strong> una sana <strong>de</strong>ntadura<br />
blanca. <strong>La</strong> mujer recoge el abrigo e hinca torpemente una rodilla<br />
junto a la cama; las articulaciones crujen, los <strong>de</strong>dos se aferran<br />
al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l colchón para mantener el equilibrio. El grueso<br />
moño <strong>de</strong> cabello moreno, contenido bajo una cofia blanca, roza<br />
el brazo <strong>de</strong> Julia cuando ésta se inclina para empujar los zapatos<br />
bajo la cama y <strong>de</strong>jarlos fuera <strong>de</strong> su alcance.<br />
—Soy la enfermera Todd —anuncia, la mano apoyada en<br />
la orilla <strong>de</strong> la cama mientras se pone en pie lentamente, como<br />
alguien aquejado <strong>de</strong> un antiguo dolor <strong>de</strong> espalda.<br />
Cuando dobla el abrigo en su brazo, está colorada. Julia mantiene<br />
el pañuelo sobre la cara, la observa con el rabillo <strong>de</strong> un ojo.<br />
—Soy la enfermera encargada <strong>de</strong> esta planta. Recibirá la información<br />
cuando se levante. Estoy a su disposición para cualquier<br />
pregunta, a cualquier hora.<br />
Julia mira el cuello <strong>de</strong> la enfermera Todd, la boca, la oreja<br />
y luego arriba, el flamante peso <strong>de</strong> su cabello; cada parte <strong>de</strong> su<br />
cabeza, pero no los ojos.<br />
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