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Sale a la. puerta, El sol ha emp~zactl} a levantarse<br />
sobre la arboleda de la antigua quinta de<br />
los Azcuénaga. Elena Faggionalo de Frondizi besa<br />
a su marido en la <strong>me</strong>jilla:<br />
-E,'Stoy orgullosa de vos .........alf::.anza a oírse.<br />
El presidente entra a un automóvil. A su lado,<br />
el cd€'cán naval se ha prestado a acompañarlo<br />
hasta el Aeropar<strong>que</strong>. Mientras el vehículo traspone<br />
los jardines, un gran silencio se desploma sobre<br />
los hombres <strong>que</strong> han ido a acompañar los últimofi<br />
mo<strong>me</strong>ntos presidenciales de Arturo Frondizi.<br />
Una casa modesta pero cómoda -,.la del subjde<br />
naval de Martin García--- será su alojamiento<br />
en la Isla. Allí perm'.anecerá. casi un año. sin<br />
salir de los límites del jardíll: como la consigna<br />
es no permitir <strong>que</strong> salga sin custodia de su obligatoria<br />
residencia, Frondizi ha preferido fijar la<br />
frontera de su confinamiento. Un cocinero, un mozo<br />
y un valet ·~todos conscriptos de Marina.<br />
forman su personal de servicio. Durante esos <strong>me</strong>ses<br />
el presidente cautivo seguirá. apasionada pero<br />
silenciosa<strong>me</strong>nte las alternativas del caos politico<br />
<strong>que</strong> se abate sobre su país: los reiterados planteos<br />
y ~ublevaciones militares, los ve'(tiginosos cambios<br />
de gabinete, el enfrentamiento de "azules" y "colorados",<br />
la recesión económica, la inc€"rtidumbre.<br />
No hace decla'raciones públicas pE:'l"O recibe a sus<br />
amigos un par de veces por semana; ellos vienen<br />
en avión mUltar, rigurosa<strong>me</strong>nte seleccionados por<br />
la Casa Militar de la Presidencia, almuerzan cou<br />
el prisionero y regresan en seguida, a llevar a las<br />
filas del derrocado partido las sugestiones y directivas<br />
de quien sigue siendo su jefe indIscutido.<br />
Frondizi, <strong>que</strong> habia llegado a los límites de la<br />
resistencia física durante los cuatro tre<strong>me</strong>ndos<br />
años de su administración, encuentra en Martín<br />
Gurda ·---tal como ocurriera COn Yrigoyen-- el sosiego,<br />
la tranquilidad, el clima propicios para recuperarse.<br />
Se hace rapar la cabeza a lo conscripto<br />
y lava su propia ropa, aun<strong>que</strong> tiene personal<br />
suficiente a su servicio. Como es su invariable<br />
hábito, co<strong>me</strong> y bebe muy sobria<strong>me</strong>nte, duer<strong>me</strong><br />
siesta y a veces escucha música en el living de la<br />
casa. Pero su principal actividad es leer, Constante<strong>me</strong>nte<br />
le llegan pa<strong>que</strong>tes de libros <strong>que</strong> él pide<br />
a sus amigos o hace comprar en las librerías de<br />
Buenos AIres: quiere actualizarse en lecturas, él<br />
<strong>que</strong> durante cuatro años ha tenido <strong>que</strong> suspender<br />
lo <strong>que</strong> fuera sU hábito intelectual más g.!ato. Leerá,<br />
en esos <strong>me</strong>ses isleños, COn tanto fervor. <strong>que</strong><br />
incluso sus médicos llegarán a prohibirle <strong>que</strong> exceda<br />
determinado tiempo para no cansar demasiado<br />
su vista. Su esposa y su hija pasan temporadas<br />
con él pero la mayor parte del tiempo estará<br />
solo. A veces mantiene divertidas conversaciones<br />
con el personal <strong>que</strong> lo atiende o habla de<br />
política e historia con los oficiales de la guarnición<br />
<strong>que</strong> vienen a entretenerlo. Nunca se <strong>que</strong>ja<br />
de su condicióJ. jamás pregunta cuanto tiempo<br />
durará su confinamiento. Cuando le hacen saber<br />
-·a prlncipios de 196.3- <strong>que</strong> será trasladado a BarBoche,<br />
se limita a recoger su ropa y hace embalar<br />
sus libros y papeles.<br />
En febrero de 1963, Arturo Frondizi. <strong>que</strong> ~igue<br />
stt-ndo -·a sus propios ojos y según la más<br />
estricta interpretación legal ._., el presidente de<br />
los argentinos, es llevado en avión a su nuevo<br />
confinamiento. Ha terminado para Martín Garcia<br />
su destino de prisión ilustre. Siete años más tarde,<br />
la Marina de Guerra devuelve la isla a la provincia<br />
de Buenos Ares y las barracas, los depósitos,<br />
las baterías, las casas de oficiales y tropas<br />
empiezan a sufrir el embate lento pero implacable<br />
de la maleza.<br />
y alli sigue la histórica isla <strong>que</strong> descubriera<br />
Solís y fuera escenario de tantos episodios épicos<br />
ti- polHKO.s, el pedazo de tÜ!fra argentino <strong>que</strong> eodlciaron<br />
portugue::;es y brasileños. franceses y<br />
oriental~s, la cresta rocosa <strong>que</strong> enlaza. geológica<strong>me</strong>nte<br />
con la capital d(~ Brasil. la lIa.ve dt~ los<br />
ríos interiores de la Cuenca del Plata. Allí, retornada<br />
a su pacífico destino, espera <strong>que</strong> una visión<br />
gubernativa imaginativa le devuelva al pueblo<br />
argentIno para <strong>que</strong> su belleza, su clima, la sugestión<br />
de su pasado sea aproveChada por todos.<br />
LA SOBERANIA SOBRE<br />
MARTIN GARCIA<br />
La naturaleza ha puesto entre nuestro pais y<br />
nuestra antigua provincia, hoy Nación soberana,<br />
la RepÚblica Oriental del Uruguay, dos ríos magnificas<br />
por su belleza. grandiosidad y beneficios.<br />
Excelentes vías de comunicación, nunca fueron<br />
ele<strong>me</strong>ntos de separación, sino por el contrario, entre<br />
los puertos de ambas repúblicas siempre hubo<br />
un activo intercambio dt: viajeros y <strong>me</strong>rcancias,<br />
y en la actualidad de vehículos particulares y de<br />
transporte. Nuestros pueblos, hermanos por su<br />
origen, infancia e historia casi común, no han tenido<br />
problemas demasiado serios en cuanlo a límites,<br />
aun<strong>que</strong> éstos no se hayan resuelto definlt.iva<strong>me</strong>nte.<br />
Justa<strong>me</strong>nte, algo <strong>que</strong> no se resolvió en definitiva<br />
es a quién corresponde la isla Martín Garda.<br />
aun<strong>que</strong> los titulos argentinos son bien claros y el<br />
Uruguay nunca puso demasiado énfasis en sus reclamaciones.<br />
Al respecto dice Agustin de Vedia.<br />
en su obra "Martín Garcia y la jurisdicción del<br />
Plata": '¡Haciendo abstracción de antecedentes<br />
aislados y olvidados. puede afirmarse <strong>que</strong> el Uruguay<br />
nunca tuvo al respecto convicciones claras,<br />
ni se opuso directa<strong>me</strong>nte a la posesión de ios argentinos,<br />
ni protestó solemne<strong>me</strong>nte contra ella,<br />
ni <strong>me</strong>nos trató de ocupar la isla a título soberano.<br />
Lo má.'S ('.ierto es <strong>que</strong> hizo depender la decisión<br />
de ese punto del pronunciamiento de las naciones<br />
<strong>que</strong> suscribieron la convención de l828. una de las<br />
cuales era precisa<strong>me</strong>nte la <strong>que</strong> retenia la isla en<br />
su poder".<br />
La Convención Preliminar de Paz entre la Argentina<br />
y el Imperio del Brasil. de 1828, no estab!ecía<br />
la jurisdicción del nuevo Estado ,independIente.<br />
Recién se establecieron los límites orientales<br />
en el Tratado del 12 de octubre de 1851, firmado<br />
por el canciller de Montevideo. el lloCO lucido<br />
diplomático doctor Andrés Lamas y los representantes<br />
de Río de Janeil'o, Honorio Hér<strong>me</strong>to<br />
Carneiro Leao y Antonio Limpo de Abreu. Pero en<br />
él, si bien se habla de la n(~utra1iz;ación de Martin<br />
García como garantía de la libre navegación df:<br />
los rios. en nlngun mo<strong>me</strong>nto se dice <strong>que</strong> sea oriental.<br />
En 1854, el diputado uruguayo Pa tricio V áz<strong>que</strong>z.<br />
presentó en la Cámara de Representantes<br />
de su país un proyecto de comunicación al Ejecutivo<br />
exhortándolo a <strong>que</strong> recla<strong>me</strong> la isla Martín<br />
Garda. Su~ argu<strong>me</strong>ntos se basaban en la proximidad<br />
de la Isla a la costa orientaL en la aplicación<br />
del Derecho dt' Gentes con respecto a los limites<br />
internacionales y a las declaraciones de los Tratados<br />
de 1851 y 1852, firmados por el Uruguay y el<br />
Brasil. Otro argu<strong>me</strong>nto era el reconocimiento hecho<br />
por Espaii.a de la juriSdicción de la Banda<br />
Oriental sobre Martín Garcia, cuando se ordenó<br />
a Jas autoridades de Montevideo dar posesión de la<br />
isla a don Antonio José del Texo. Como sabemos,<br />
del Texo no era montevideano, como suponían los<br />
españoles y algunos uruguayos, ni tal donación<br />
llegó a hacerse efectiva. Y t'n último caso el virrey<br />
Elio <strong>que</strong> debia haberla hecho cumplir sólo<br />
t.enia jurisdicción efectiva sobre Montevideo. Por<br />
último Váz<strong>que</strong>z recuerda quP laoS armas uruguayas<br />
~stuvt('ron en posesión clt' la isla fon 1838 y