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Nº 056 - Cosas que me gustan

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marcada por la infamia. Y cuando murió su único<br />

hijo, Martín, la familia Alzaga le dio definitiva·<br />

<strong>me</strong>nte la espalda. Esa extraña famllia <strong>que</strong> tal vez<br />

realizaba caridad con desconocidos, no fue capaz<br />

de socorrer a una pobre mujer abandonada y en<br />

desgracia. Muerto el médico Inglés con quien vivía,<br />

sostén de sus últimos años de juventud, Catallna<br />

ya no tuvo a qUién recurrir. El implacable corazón<br />

de su parentela le hizo cerrar todas las puertas.<br />

y la señora de Alzaga empezó a bajar en la escala<br />

de la apreciación social, pri<strong>me</strong>ro amasando pan,<br />

luego pidiendo limosna.<br />

Cuenta Héctor vare la, director de La Tribuna,<br />

<strong>que</strong> un dia se presentó una Vieja a la redacción,<br />

y <strong>que</strong> por más <strong>que</strong> se la quiso echar logró llegar<br />

hasta él. Cuando se dio a conocer, la mujer contó<br />

su vida: "Por<strong>que</strong> yo he sido hermosa, Héctor, sí,<br />

la mujer más hermosa de nuestra tierra, la más<br />

sollcltada, la más obsequiada por su belleza en<br />

todos los centros de nuestra gran aldea. Y ahora<br />

¡soy la esposa más desdichada, la madre más des·<br />

venturada, la mujer más despreciada 'de esta tle·<br />

rra! ¡Soy la esposa del más repugnante de los asesinos,<br />

la madre de un hijo <strong>que</strong> fue <strong>me</strong>cido en cuna<br />

de raso y <strong>que</strong>, cuando fue hombre, cuando supo<br />

la deshonra de su padre, se volvió loco; la <strong>que</strong> al<br />

verse rechazada hasta por su propia lamllia, por<br />

culpa del cri<strong>me</strong>n <strong>que</strong> co<strong>me</strong>tiera su marido, sin<br />

encontrar misericordia en las almas <strong>que</strong> se llaman<br />

virtuosas, se arrojó, por fin, desesperada en brazos<br />

de la depravación para embrutecer en el vicio la<br />

IntenSidad de SUB sufrimientos!" Así narra Varela.<br />

y en las escallnatas de las iglesias de Buenos<br />

Aires, no era raro ver a una <strong>me</strong>ndiga <strong>que</strong> a veces<br />

provocaba co<strong>me</strong>ntarlos en voz baja; "Mlrala, mi·<br />

rala bien, esa <strong>me</strong>ndl¡a lastimosa es la mujer de<br />

Una noria como esta <strong>que</strong> dibujara Prilidiano<br />

Pueyrredón ocultó el cadáver del infortunado<br />

Alvarez.<br />

Según Martín Garcia, Pancho vivió en el Chaco<br />

hasta después de Caseros, afirmación <strong>que</strong> se con·<br />

tradlce con la de otros testimonios. El hecho es<br />

<strong>que</strong> más tarde se trasladó a Paso de los Libres<br />

donde formó un nuevo hogar con Gablna Ojeda,<br />

con la <strong>que</strong> tuvo diez hijos. En cierto mo<strong>me</strong>nto una<br />

de sus hermanas le envió dinero y pudo al fin<br />

<strong>me</strong>jorar su situación precaria. Según otra versión<br />

fue maestro de escuela y hasta estudió leyes. El<br />

gobernador Pujol, quien le había comprado leña<br />

en otros tiempos, le regaló un lote de terreno en<br />

Corrientes en 1854 y lo Incluyó en un Indulto<br />

general de la provincia. Pancho compró un campo<br />

en 1872 <strong>que</strong> trabajó laboriosa<strong>me</strong>nte aun<strong>que</strong> ya era<br />

un Viejo. Cuando, en cierta ocasión, la munlclpa·<br />

lidad de Paso de los Libres pretendió abrir dos<br />

calles en la propiedad de Alzaga, éste salió con su<br />

escopeta y las cerró. Fue temido en todo el pueblo<br />

tanto él como sus hijos, <strong>que</strong> con el correr del tlem·<br />

po también darían <strong>que</strong> hablar.<br />

FATAL DESTINO<br />

Mientras, en Buenos Aires había fallecido su<br />

hijo Martín a los 19 años, en 1847. Y la hermosa<br />

"Estrella del Norte", Catallna Benavídez, gracias<br />

a la culpa de su marido se vio en la mayor miseria,<br />

abandonada de todos, sobrellevando una vida triste<br />

y embrutecedora.<br />

Ella, <strong>que</strong> creyó <strong>que</strong> casándose con un Alzaga<br />

sería envidiada por todas las mujeres de Buenos<br />

Aires, por sus alhajas, vestidos, carruajes y quinta,<br />

se encontró sola, sin nadie, sin dinero y sin amis·<br />

tades. Todos rehuyeron el trato de esa semi· viuda<br />

Pedro José Agre/o, <strong>que</strong> fue iuez del alcolde<br />

Alzaga intervino como abogado de Marcet.<br />

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