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Mesa 5: Pasado y presente del pensamiento de izquierda - CeDInCI

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<strong>Mesa</strong> 5 — <strong>Pasado</strong> y Presente <strong><strong>de</strong>l</strong> Pensamiento <strong>de</strong> Izquierda<br />

omar acha<br />

Progreso y nacionalismo<br />

su existencia, era manifiesta. Su simpatía, en cambio, residía en el Interior que en el siglo XIX se le presentaba<br />

como precapitalista (1957:254). Como hemos dicho allí latía la esencia <strong>de</strong> la nacionalidad. ¿Qué sujetos<br />

sociales representaban al Interior?: las masas con lanzas. ¿Cómo están constituidas las masas? Por los gauchos,<br />

los personajes míticos que luego <strong>de</strong>scansarán, en la alegoría <strong>de</strong> Ramos, en las fuentes <strong>de</strong> Plaza <strong>de</strong><br />

Mayo <strong>de</strong>struyendo la calma <strong>de</strong> la cómoda burguesía argentina. Con los gauchos y las masas el relato <strong>de</strong> Ramos<br />

adquiría su mayor fuerza expresiva.<br />

La aparición histórica <strong><strong>de</strong>l</strong> gaucho refulgía con estas marcas:<br />

“Este hombre clásico <strong>de</strong> nuestras llanuras será el héroe central <strong>de</strong> la historia argentina.<br />

Por extensión, gaucho será <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las guerras civiles todo nuestro criollaje, esa<br />

aleación racial formada por el vástago <strong><strong>de</strong>l</strong> español y <strong>de</strong> indio, cuando no <strong>de</strong> indio puro,<br />

que constituirá el tipo étnico fundamental <strong><strong>de</strong>l</strong> país, antes <strong>de</strong> complementarse con<br />

la irrigación sanguínea <strong>de</strong> la vieja Europa” (1957:34).<br />

Notemos la contraposición entre el carácter originario y casi telúrico <strong><strong>de</strong>l</strong> gaucho y la vejez <strong>de</strong> Europa. De ese<br />

origen ígneo emergió, <strong>de</strong>cía Ramos, el héroe <strong>de</strong> la historia argentina. Y en efecto, la figura <strong><strong>de</strong>l</strong> gaucho era el<br />

mito <strong><strong>de</strong>l</strong> drama. El gauchaje era la pureza <strong>de</strong> lo propio, nada urbano, libre <strong>de</strong> intereses espurios, <strong>de</strong> envidias<br />

y neurosis. Ramos evocaba los viejos tiempos <strong>de</strong> su epifanía como si estuviera componiendo un paralelo <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

Anillo <strong>de</strong> los Nibelungos: “La relación entre el hombre y la Naturaleza”, escribía, “no estaba viciada <strong>de</strong> hipocresía<br />

social y se daba en forma pura; la majestad <strong><strong>de</strong>l</strong> escenario y el ocio lo inclinaron a la meditación poética,<br />

al proverbio y a la seducción <strong>de</strong> la música” (1957:35). Esta prosa romántica le fue útil, también, para las figuras<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XIX surgidas <strong>de</strong> esa misma experiencia, aparentemente exenta <strong>de</strong> relaciones sociales, <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />

y <strong>de</strong> dominación.<br />

Para enten<strong>de</strong>r la cualidad originaria <strong>de</strong> lo nacional no hacía falta sino acercarnos a la <strong>de</strong>scripción <strong><strong>de</strong>l</strong> “Chacho”<br />

Peñaloza. Si la figuración como mero representante no consistiera en la posesión <strong>de</strong> los caracteres promedio<br />

<strong>de</strong> los gauchos, el efecto <strong>de</strong> su presentación es apenas utilizable i<strong>de</strong>ológicamente. Pero Peñaloza no<br />

solamente participaba <strong><strong>de</strong>l</strong> conjunto <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo <strong><strong>de</strong>l</strong> interior, sino que como caudillo, para la imaginación política<br />

<strong>de</strong> Ramos, personificaba a quien merecía ese status privilegiado. Del mismo modo que J. M. Rosa veía en<br />

Rosas a la fortaleza y superioridad individual <strong>de</strong> aquel que rubio y educado enlaza caballos, para un Ramos<br />

todavía más ligado a un plebeyismo i<strong>de</strong>ológico, el héroe acrecentaba su fortaleza por la radicalización <strong>de</strong> las<br />

cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sus seguidores. En Rosa se explicaba la admiración por cómo Rosas siendo <strong>de</strong> diverso origen<br />

<strong>de</strong> sus peones, se impone a ellos. En Ramos, el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Peñaloza se <strong>de</strong>bía a que era el más gaucho <strong>de</strong> los<br />

gauchos.<br />

Peñaloza aparece, en síntesis, como la culminación <strong>de</strong> esa gesta homérica que fue la resistencia contra la<br />

dominación <strong>de</strong> Buenos Aires. “En la tierra <strong>de</strong> Quiroga”, comienza diciendo en su reconstrucción <strong>de</strong> la gesta<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> luchador, “esencia misma <strong><strong>de</strong>l</strong> tipo argentino más puro, quedaba un antiguo soldado suyo, formado en el<br />

fuego <strong>de</strong> nuestras luchas civiles; su figura patriarcal presidía los llanos <strong>de</strong> La Rioja. Eran Ángel Vicente Peñaloza,<br />

que ostentaba el grado <strong>de</strong> General <strong>de</strong> la Nación, porque en la génesis <strong>de</strong> nuestro ejército encontrábase<br />

el guerrero gaucho, <strong>de</strong> melena sujeta por una vincha, armado <strong>de</strong> lanza y fundido al caballo infatigable como<br />

un centauro rústico. Sus hombres lo llamaban El Chacho, y con ese nombre ha ingresado a la historia”<br />

(1957:169).<br />

La construcción mítica buscada por Ramos pue<strong>de</strong> leerse en ese párrafo. Peñaloza tiene historia, y una historia<br />

que se le hace notable. Pero a<strong>de</strong>más es como un centauro criollo, melenudo y con una lanza en la mano.<br />

Finalmente, es su apodo popular, por el que lo llamaba el último <strong>de</strong> sus perseguidos adictos, el que lo impone<br />

a la historiografía, para remachar sin dudar su esencia popular. ¿Cómo no contraponer esa representación<br />

extasiada con la queja contra las jóvenes <strong>de</strong> Buenos Aires que, según Ramos, bailaban el Minué liso y la<br />

Contradanza con los “inglesitos afincados” 17 ?<br />

riores hicieron peligrar el comercio y la reproducción <strong><strong>de</strong>l</strong> capital <strong>de</strong>dicado a la agroexportación, las lealta<strong>de</strong>s litorales se resignaron a un acuerdo con<br />

Buenos Aires.<br />

17 Ramos (1957:41).<br />

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