Mesa 5: Pasado y presente del pensamiento de izquierda - CeDInCI
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<strong>Mesa</strong> 5 — <strong>Pasado</strong> y Presente <strong><strong>de</strong>l</strong> Pensamiento <strong>de</strong> Izquierda<br />
Blas <strong>de</strong> Santos<br />
Subjetividad, memoria y polítca<br />
El que una evocación <strong>de</strong>sate lágrimas no hace <strong>de</strong> éstas la materia <strong><strong>de</strong>l</strong> recuerdo. La resonancia afectiva que<br />
<strong>de</strong>sata no resi<strong>de</strong> en los índices <strong>de</strong> humedad o <strong>de</strong> salinidad <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scarga sino en la eficacia que tienen los<br />
significantes vertidos en aquellos llantos <strong>de</strong> entonces para engendrar similares sentidos actuales. Del mismo<br />
modo <strong>de</strong>be cuestionarse las i<strong>de</strong>alizantes promociones <strong>de</strong> lo corporal como índice privilegiado <strong>de</strong> la autenticidad<br />
<strong>de</strong> la memoria. De la misma forma que la significancia que encierra el tatuaje <strong>de</strong> un cuerpo tiene su materialidad<br />
en la combinatoria <strong>de</strong> los trazos que en él hacen texto al margen <strong>de</strong> la consistencia muda –<br />
insignificante—que la tinta precipita en los tegumentos. Esta fascinación <strong>de</strong> la conciencia y <strong><strong>de</strong>l</strong> Yo por la “consistencia”<br />
<strong>de</strong> lo sensible y su expresión gestual, es <strong>de</strong> alguna manera una concesión a la insensatez <strong>de</strong> lo inconciente<br />
que hace <strong>de</strong> la repetición el testimonio <strong>de</strong> su inmortalidad. El Yo, para Lacan es un síntoma, especial,<br />
privilegiado, pero síntoma: “el síntoma humano por excelencia, la enfermedad mental <strong><strong>de</strong>l</strong> hombre”. El inconciente<br />
tiene relaciones <strong>de</strong> exclusión con la historia. Lo que el primero niega <strong>de</strong> la segunda, la segunda reprime<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> primero. ¿Pue<strong>de</strong> entonces, esa reescritura <strong>de</strong> la memoria que es la historia <strong>de</strong>sconocer esta condición<br />
inconciente <strong>de</strong> la subjetividad que la hace? O, tal como Bachelard señalaba para el conocimiento objetivo,<br />
la memoria también <strong>de</strong>bería psicoanalizarse cuando quiere hacer historia.<br />
XII.<br />
Si lo vivido pue<strong>de</strong> ser vuelto a vivir, el tiempo es continuo e inagotable.<br />
Esta fantasía subyace, inconciente, a las sacralizaciones <strong><strong>de</strong>l</strong> pasado. Sus frutos son los <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>pensamiento</strong> “<strong>de</strong><br />
memoria”, es <strong>de</strong>cir, <strong><strong>de</strong>l</strong> uso <strong>de</strong> la realidad como ejemplo <strong>de</strong> lo ya sabido. El conocimiento como “recuerdo” <strong>de</strong><br />
las interpretaciones que <strong>de</strong> ella se tienen. En lo que hace al tema <strong>de</strong> la subjetividad politica <strong>de</strong> <strong>izquierda</strong> el<br />
conocimiento <strong>de</strong> la actualidad confundido con la evocación <strong>de</strong> los protagonistas arquetípicos, los mo<strong><strong>de</strong>l</strong>os paradigmáticos<br />
y los hechos fundadores. Una memoria que hace historia <strong>de</strong> la veneración <strong>de</strong> lo viejo. Personajes<br />
y conceptos revisten relieve fetichista: amados y temidos, son fuente <strong>de</strong> tanta veneración como la que merece<br />
la omnipotencia que se les reclama. Su presencia resi<strong>de</strong> en esos discursos en los que se celebra su presencia,<br />
se remite a su guía y se goza <strong>de</strong> una comunión que embaraza la presencia <strong>de</strong> su ausencia. Lo viejo o<br />
lo muerto resurrectos para re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> lo vivo. Esto se hizo evi<strong>de</strong>nte en las recientes polémicas <strong>de</strong>sarrolladas<br />
en torno a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> construir Monumentos a la Memoria. Para unos, la obra no <strong>de</strong>bía simbolizar el pasado<br />
porque se exponía el pasado al riesgo <strong><strong>de</strong>l</strong> olvido, sino que <strong>de</strong>bía eternizarlo en la perennidad <strong>de</strong> sus materiales.<br />
Otros, menos comprometidos con la repetición, confiaban en que precisamente, las diferencias entre<br />
lo vivido y lo recreado en la obra, fuera el espacio para recrear la ejemplaridad <strong><strong>de</strong>l</strong> pasado a transmitir. Por último,<br />
los más comprometidos con la perpetuación <strong><strong>de</strong>l</strong> pasado se oponían por que ven en esa re-escritura su<br />
certificado <strong>de</strong> extinción. El argumento con que rechazó uno <strong>de</strong> los proyectos es que pretendía simbolizar la<br />
relación con el pasado con una cicatriz; cuando <strong>de</strong> lo que se trata es <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> la memoria una herida incicatrizable.<br />
Pensemos en este sentido en la consigna <strong>de</strong> HIJOS: “no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”.<br />
El “prohibido olvidar” o, peor aun la obligación <strong>de</strong> recordar (Ley Provincial <strong>de</strong> la Memoria 5 , Eduardo Sigal), son<br />
muestras <strong>de</strong> la preocupación <strong>de</strong> una subjetividad social cuya i<strong>de</strong>ntidad parece amenazada por la culpa y la<br />
<strong>de</strong>uda con el pasado que obsesivamente <strong>de</strong>be exhibir en la práctica política <strong>presente</strong> el recibo <strong><strong>de</strong>l</strong> peaje que<br />
absuelva la sobrevivencia <strong>de</strong> lo vivo sobre lo muerto.<br />
Es sugestivo que ese énfasis por conservar el pasado, que veda el olvido o exige el recuerdo, sea tan funcional<br />
a quienes luchan por transformar el <strong>presente</strong> como para quienes lo viven para la gloria <strong>de</strong> la eterna vigencia<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> pasado. La prueba <strong>de</strong> esta contradicción pue<strong>de</strong> encontrarse en Ricoeur, quien remite la prohibición <strong>de</strong><br />
olvidar a un mandamiento <strong>de</strong> La Torah: Zahkor.<br />
“Prohibido olvidar. ¿Por qué? Por varias razones que tienen que ver con la i<strong>de</strong>ntidad tanto colectiva como<br />
personal. Para mantener la i<strong>de</strong>ntidad, para mantenerla a lo largo <strong><strong>de</strong>l</strong> tiempo, e incluso contra el tiempo y su<br />
po<strong>de</strong>r “<strong>de</strong>structor” (Aristóteles). No <strong>de</strong>bemos olvidar para resistir el arruinamiento universal que amenaza a las<br />
5 ) Proyecto <strong>de</strong> Ley que obligaría a la realización <strong>de</strong> actos en todas las instituciones <strong>de</strong> la Provincia <strong>de</strong> Buenos Aires <strong>de</strong>stinados a impedir que se borre<br />
el recuerdo <strong>de</strong> la dictadura militar.<br />
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