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voces 7 (pdf) - Revista Voces

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lleva el aprender a espiar a sus propios pacientes,como nos lo relatan médicos cubanosrecién emigrados.De todos modos, Cuba está lejos deser el paraíso médico que se pinta en SCIEN-CE. Hirschfeld clasifica los servicios médicoscubanos en tres estratos “sin duda desiguales”,lo que representa una especie de apartheidsocio-médico segregacionista.El primero es para la jerarquía oficialprivilegiada, así como para ciertos extranjeros(los huéspedes gubernamentales gratuitosy los “turistas de la medicina” que pagancon los “malditos” pero codiciados dólares osus convertibles “chavitos”). Esa clase superiorde servicios —en donde no escasea naday a la cual el ciudadano común no tiene acceso—es la que tanto celebran ciertas personalidadesextranjeras que se conviertenen porta<strong>voces</strong> del gobierno al repetir sincuestionar las consignas oficialistas.La segunda categoría —de inferior calidad—es para la población común, los “de apie”. A diferencia de lo que difunde el discursooficialista, los servicios médicos no sonun derecho, sino un privilegio condicionalotorgado por la élite política. El pueblo tieneque demostrar gratitud eterna a esa cúspidedirectriz, tal como ocurría con casi todoslos aspectos cotidianos bajo la tiranía delos hermanos Rafael y Héctor Trujillo en RepúblicaDominicana [1930-61] y en la Rumaníadel autócrata comunista Nicolae Ceauşescu[1965-89].En efecto, análogo a los tiempos deTrujillo y Ceauşescu en sus respectivos países,nadie gana ni merece nada en Cuba porsus propios méritos. Todo —desde un simpleempleo hasta el acceso a la educación universitariay los servicios de salud— tiene queser percibido como producto de la “magnanimidad”paternalista de la cúpula dirigente.Simbólicamente todo es propiedad delMáximo Líder (traducción literal de Führer)y sus herederos políticos. Es más, tal pareceque el inventario de las pertenencias de laalta dirigencia comprende también a personas:desde atletas y artistas, hasta intelectualesy científicos, incluyendo en especial atodo profesional médico. Así, cuando la controversialDra Hilda Molina cayó en desgracia,Fidel Castro mismo dijo que a la célebreneurocirujana no se le permitiría salir de Cubaporque “su cerebro le pertenecía a la Revolución”.Eso es como decir que ella es —almenos metafóricamente— pertenencia suyacomo el “centro carismático de la nación”(si se me permite aplicar la etiqueta queDerby usó en referencia al absolutista dominicanoTrujillo).Al igual que bajo el trujillato y la tiraníade Ceauşescu, los Castro han creado—con toda intención— un clientelismo paratodos los servicios dependiente del omnipotenteEstado. El sistema médico oficial, además,funciona en coordinación con los Comitésde Vigilancia (la versión cubana de los“caliés”, los espías de barrio trujillistas),por lo que los marginados y disidentes políticosconfrontan una grave desventaja médica.Eso se comprobó de nuevo cuando sepresentaron en las salas de emergencia habanerasvarias “Damas de Blanco”. Ellas habíanmarchado pacíficamente por unas pocascalles pidiendo la liberación de presospolíticos, que incluía médicos disidentes (algunosde los cuales son afro-cubanos). LasDamas fueron víctimas de golpizas propina-{ V●20 }

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