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voces 7 (pdf) - Revista Voces

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LOS ANTIGUOS caballeros teutones pensabanque cada espada había sido forjadapara un guerrero. Aquel que había nacidopara empuñarla. Juntos, espada y guerrero,formaban un dueto inseparable. Quizáspor ello solían ponerle nombres a sus armas.Era una tradición noble de lejanaépoca. Con el tiempo las espadas cayeronen el olvido de los dioses de la guerra, perola costumbre permanece. Posiblementese deba a que las armas de fuego tenemosmás personalidad.Como dentro de pocos segundos serásmi víctima, y en cierta forma eres especialpara mí, te diré mi nombre y te haréuna historia. Mi historia.Yo soy NG47691 y pertenezco a lafamilia SIG-Sauer P225. Una familia contradición de militares y policías. Todos fuimosensamblados con el orgullo del cumplimientodel deber. Aunque Madre es alemana,yo nací en la sucursal sueca. Salí almercado a un precio relativamente bajopara mi acabado y terminé siendo compradapor un traficante.En Europa las armas de mano no tienenmucha conversación. O duermen dentrode sus fundas o te apuntan y tratan deacertar. En cambio, a las armas de esta islales gusta hablar. Mi primer encuentrocon una de ellas fue al salir del aeropuerto.Se trataba de una emigrada provenientede una familia de mucha popularidaden Europa del Este: MAKAROV. Pero comotodas las 9 mm tienen bastante empatíacomenzamos a hablar. Lo gracioso fue laprimera pregunta que me hizo:—¿Entraste desarmada o en una solapieza?—Por partes —dije yo.—Entonces eres de contrabando.¿Cómo puede ser de contrabandouna descendiente de las más antiguas familiasde la armería alemana? Una cosa esque te compre un traficante, un terroristao un psicópata, y otra es que la vendan auna de contrabando como si fuera municiónde AKM. Felizmente el guardia de seguridadse alejó y el dialogo quedó rotopor la distancia.a f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a da f i n i d a d( e rick j. m ota )Pero pronto comprendí que la mayoríade las armas que entran a la isla son decontrabando o llegan en lotes para el ejércitoo la policía, que aquí creo que es lomismo. En cierta ocasión me topé con unaStechkin de cañón viejo, gloria de la míticaArmería Rusa, y me comentó que elpaís no tenía dinero suficiente para costearun lote completo como los que ofreceMadre. Ya por entonces comencé a comprenderque yo era como un peregrino reciénllegado a tierra profana.Mi primer impulso fue odiar al queme compró. Este era un odio casi visceralpor la humillación a la que me había sometidoal desarmarme para entrar clandestinaal país. Una injuria que una pistolacon munición Luger es incapaz de perdonar.Pero recibió su merecido mucho antesde lo que imaginé. Y no por mi propiaánima.{ V●35 }

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