1.UNO DE LOS VIEJOS tópicos dela futurología cubana es asociarel fin del aislamiento con el desembarcomasivo de marcas globalesnorteamericanas: McDonald’sy un largo etcétera.Curiosamente, esta ideasiempre está vinculada a la comida.Ronaldo Menéndez la incorporade la manera más elementalen un pasaje de RíoQuibú: a la muerte de FidelCastro le sigue la apertura deun Burger King en la esquina.Pero los años pasan, lamuerte de Fidel Castro no va aser lo que era antes (porque yamurió una vez), y las cadenasnacionales de inspiración fastfoodque nos acompañan desdehace más de una década soncomo los teloneros del conciertopidiendo a gritos la llegadade las rock-stars.El fin del aislamiento quizástenga que ver menos conlas marcas que con las lecturas:el desembarco en Cuba, en laslibrerías cubanas, de las grandesy pequeñas editoriales iberoamericanascuyos nombres conocemospero cuyos libros duranteaños nos han resultado tan difícilesde alcanzar. El estante lejano.El estante donde estánponiendo, allá, tras el mar, entiempo real, en español o traducidaal español, la literaturacontemporánea.Hay que decir que estaidea del “día después” (que porsupuesto no va ser un día, o esun día muy largo que ya empezó)se relaciona con democraciay libertad, con poner los piesen la tierra, pero sobre todo conCésar Aira, el escritor argentino.Y ha vuelto a rondarme la cabezaluego de leer El error (Mondadori,2010), su título másreciente.leyendoen elerorleyendoen elerrorleyendoen elerrorl eyendoe n e le rrorl e y e n d oe n e le r r o rl e y e n d oe n e le r r o rl e y e n d oe n e le r r o r( jorge enrique lage )l e y e n d l o e y e n d oe n e l e n e le r r o r e r r o r2.La obra de Aira, compuesta porun número inconcebible de novelascortas (él les llama “novelitas”),sin contar los ensayos,ha ido perfilando un territorioconceptual donde la escriturase acerca, más que nada, al artecontemporáneo. Antes quecualquier otro escritor, Duchamp.La puesta en crisis del estilo, laverosimilitud del relato, las genealogíasdel valor literario.Como punto de partida, el azary el “todo está permitido”. Elproceso de escribir antes que elresultado. El bad-writing y laescritura performática. Las obrasindividuales como parte de uncontinuo narrativo donde lo másimportante es el “método” delautor. Etcétera.Los presupuestos del métodoAira (él le llama “dispositivo”),que descansa en una actualizacióninteligente de lasvanguardias, el dadaísmo, elsurrealismo, con fuerte impactoen la escena literaria iberoamericanaactual (hasta la solapade Mondadori habla ya dedelirio y radicalidad), puedenseguirse en directo de novelitaen novelita.El error, por ejemplo, seinicia así: “Había una sola puerta,con un cartel encima quedecía: ERROR. Por ahí salí”. Deentrada, en esa salida del personaje,condensada en un gestobrusco, la más elocuente declaraciónde principios del autor.Tal vez la escritura que no asumael error como fórmula, naceestilizada, o sea, muerta. Unpoco más adelante hay unaconversación en la que se establecenlas diferencias entre Sabotajey Terrorismo. Alguienopina que el Sabotaje es unasubespecie de Terrorismo, y suinterlocutor lo refuta: “Comparadocon el Sabotaje, el Terrorismoera algo normal. Se lo podíaver y tocar, se lo podía combatircuerpo a cuerpo. El Sabo-{ V●49 }
ll ee yy ee nn ddl o o e y e n d oee ( n n jorge eenrique e l l e n lage e ) lee rr rr oo r r e r r o rtaje era insidioso, proteico,podía disimularse en todos losrepliegues del tiempo y del espacio.(...) Una sonrisa podíaser Sabotaje, un suspiro, unacoma intercalada entre unverbo y un adverbio”.¿Se está Aira definiendoaquí como saboteador literario?¿Nos está diciendo que hay unavía más eficaz que el terrorismopara hacer estallar los cimientosde la novela? Por supuestoque sí. Y es la puertaque pocos escritores se atrevena abrir.El error, ambientada enEl Salvador, tiene como personajecentral a un mítico bandolerollamado Pepe Dueñas cuyavida está contaminada por laficción: sus aventuras, no se sabesi reales o apócrifas, constituyenel argumento de una seriede novelas folletinescas queson leídas con voracidad en unacárcel salvadoreña para mujeres.Con ese sustrato trabajaAira en esta ocasión, y como decostumbre, sin importar lo queestá contando, en un segundoplano nos habla todo el tiempode otra cosa, de lo único queimporta: cómo funciona un dispositivo.Los folletines que hacíanfuror en la prisión, comenta Aira,“abundaban en peripeciasasombrosas, sorpresas, coincidencias,revelaciones, en todolo imposible hecho posible porla magia de la literatura baratay sin escrúpulos de calidad”.Sus anónimos autores sededicaban a plagiar, trasladándolasal presente y a El Salvador,obras españolas y francesasde ese género publicadas enel siglo XIX. Pero resulta que“no inventando nada era comomás se inventaba. Después detodo, la invención no era másque una combinatoria de elementosde lo ya inventado. Todoel trabajo se resumía a liberaresos elementos, lo demás sehacía solo”.Esto dice Aira, y nadacuesta entender que está postulandouna filiación estratégicaentre su literatura y la literaturabasura. De hecho, ElError admite ser leída como unpreparado de esa tradición bastarda,de literatura “mala”, enun envase plastificado, arty,conceptual. El Error (y todo Aira)fantasea con ser como esosfolletines. Y en esa fantasía au-{ V●50 }toconsciente, en el proceso, sevuelve otra cosa.“En las andanzas de PepeDueñas prevalecía la improvisación,y un cierto descuido, un‘qué me importa’ que le permitíaseguir adelante en todas lascircunstancias”, sigue narrandoAira, y está claro que las andanzasde su personaje son equivalentesa sus propias andanzascomo escritor. Ya hacia el finalde la novela, Pepe Dueñas seconcentra en idear un plan parallevar a cabo un capricho disparatadode su esposa, algo asícomo robar una estatua de unmuseo para arreglarle unos detallesdel rostro. Aira se vuelvesumamente explícito al referirla frustración de su héroe:“No entendía por qué estamisión se le resistía tanto,cuando había hecho cosas másdifíciles. Lo entendió un pocomás al caer en la cuenta de queera la primera vez que estabatratando de planificar una aventura.Todas las anteriores habíansido improvisadas, producto delazar y armadas con las piezasque aportaba el momento y ellugar. Ahora estaba tratando dehacer el relato antes de que sucediera(eso era la planificación);en sus aventuras, el relato siemprehabía venido después, y porsorpresa”.
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