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voces 7 (pdf) - Revista Voces

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EN SU AUSENCIA, sus amistades y colegascorrieron toda clase de rumores tremebundossobre sus andanzas en el extranjero. Nole olvidaron, pero le convirtieron a veces enun cómico personaje de leyenda.Unos le atribuyeron una escala relativamenteprolongada en Madrid, donde,obligado por las circunstancias, tuvo que recorrerlas calles vendiendo cigarrillos decontrabando, cuando no mercancías de lujoespurio y falsas etiquetas. Según algunas versiones,luego de una infructuosa carrera dedelitos y estafas menores, fue a parar finalmentea la cárcel de Carabanchel, de dondefue rescatado por un capo mafioso deorigen árabe y nombre casi impronunciable.Este, que por puro azar resultó ser unamante de las bellas letras, se compadecióde su destino y le encargó la escritura desus memorias de rufián, tarea mucho másfácil y remuneradora que emprendió enseguidadesde un cómodo y elegante piso queel pandillero puso a su disposición en elcentro de Málaga. Allí, entre tragos exquisitosy caricias de mujeres fáciles, estaba apunto de concluir aquel espantoso recuentode crímenes y engañifas, cuando la GuardiaCivil echó el guante a su mecenas, obligándolea huir nuevamente con rumbo desconocido,esta vez con un maletín repleto dedólares y piedras preciosas.El relato de sus peripecias pareceinterrumpirse brevemente en esa época,como si los chismosos le hubieran perdidode pronto la pista, para reiniciarse variosaños después, a fines de la década de lossesenta, época por la cual, según las malaslenguas, se había establecido ya del otrolado del Atlantico, en Miami, y hasta compradoallí una mansión antigua en el exclusivovecindario de Coral Gables. Disponíatambién en ese entonces, de acuerdo conestas versiones, de una pequeña flota deautos de lujo, hechos a la medida de su refinadogusto, y de una amante japonesaque regenteaba juiciosamente sus negociosdesde una lujosa oficina ubicada en una torredonde se podía divisar la bahía a todahora e incluso su tierra natal en las mañanasclaras de verano. Políticos y potentadosacudían a todas sus fiestas y saraos, contagiándoleel dulce imán de su prestigio ybrindándole la protección que todo pilloencumbrado siempre necesita. De su viejapasión por la escritura, decían, no quedabanya sino tenues vestigios, habiéndolaabandonado en su apresurada fuga hacia laopulencia. Sin embargo, de acuerdo conellos mismos, la nostalgia por su antiguavocación no cesaba de acosarle, sobre todocuando repasaba con los dedos los innumerablesvolúmenes de libros antiguos quehabía ido acumulando en su biblioteca,adornada, además, por valiosas obras dearte adquiridas en subastas internacionales.( manuel ballagas )( manuel ballagas )( manuel ballagas )( manuel ballagas )) malas leng uas (( manuel ballagas )( manuel ballagas )( manuel ballagas )( manuel ballagas )Tiempo después, aseguraban algunosde sus conocidos de antaño, había caídosúbitamente en desgracia. Su amante japonesa,amenazada por la policía con unalarga condena de cárcel, había plagado demicrófonos ultrasensibles su mansión, sucasa de verano en las montañas, su oficinay su yate. Una vez descubiertas sus turbiastramas de contrabando y ciertas operacionesfinancieras inexcusables, se vio obligadoa convertirse en testigo de cargo enuno de los tantos procesos escandalososque empezaron a seguirse en aquella ciudadcontra personalidades del clero, los negociosy la política. Todas sus propiedades,entre ellas los autos de lujo, las cuentasbancarias, la biblioteca y la colección deobras de arte, fueron confiscadas comoparte del trato hecho con los fiscales. Deacuerdo con estas versiones, un poderosocacique criminal de Sudamérica puso entoncesprecio a su cabeza, por lo que, concluidoel largo juicio, no le quedó otro remedioque asumir una nueva identidad enuna ciudad distante y secreta, donde empezóa malvivir con la magra pensión que elgobierno asigna a los delatores protegidos,siempre con el temor de ser alcanzado enla nuca por una bala vengadora.{ V●28 }

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