En Peligro - Tu hijo en un mundo hostil - Plough
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La trampa de la indifer<strong>en</strong>ciatratamos de “salvar” a los kosovares de los serbios, bombardeando a amboshasta hacerlos añicos. <strong>En</strong> el mismo período, miles de niños murieron a manosde sus propios padres o tutores <strong>en</strong> los Estados Unidos y Europa Occid<strong>en</strong>tal.Si realm<strong>en</strong>te nos importaran los niños, reconoceríamos que son ellos lasvíctimas por las cuales debemos luchar, y nos movilizaríamos <strong>en</strong> su def<strong>en</strong>sa.Volcaríamos al revés el presupuesto nacional, de manera que su rubro mayorfuera el gasto dedicado a los niños, y el m<strong>en</strong>or la inversión <strong>en</strong> armas y bombas(o, mejor aún, eliminaríamos el presupuesto militar del todo). <strong>En</strong> lugarde nuevas cárceles, nuevas escuelas brotarían como setas por todo el país, ytri<strong>un</strong>farían los políticos cuyos programas fom<strong>en</strong>tas<strong>en</strong> la educación <strong>en</strong> vez deempeñarse <strong>en</strong> idear castigos cada vez más rigurosos para reprimir el crim<strong>en</strong>.Si nos importaran los niños, nuestras ciudades invertirían sus recursos <strong>en</strong>guarderías infantiles y <strong>en</strong> programas extraescolares que estén al alcance de lospadres, <strong>en</strong> vez de establecer toques de queda y contratar más policías. Claroestá que no emplearían ag<strong>en</strong>tes como aquel que, luego de capturar al cabecillade <strong>un</strong>a banda juv<strong>en</strong>il de narcotráfico con las manos <strong>en</strong> la masa, contestó qu<strong>en</strong>o, cuando le preg<strong>un</strong>taron si <strong>un</strong> arresto había resuelto el problema. “<strong>En</strong>tonces,¿qué propone usted?”, volvieron a preg<strong>un</strong>tarle. Con la mano imitó <strong>un</strong>apistola: “Pegarles <strong>un</strong> tiro cuando los agarro”.Digamos que eso fue <strong>un</strong>a broma pesada. De todos modos, d<strong>en</strong>ota <strong>un</strong>a actitudbastante común. Ya no hay compasión <strong>en</strong> esta cultura <strong>en</strong> la que la viol<strong>en</strong>cia—incluso la viol<strong>en</strong>cia contra los niños—ha llegado a ser cosa cotidiana, y nostornamos ins<strong>en</strong>sibles.¿De veras? Si bi<strong>en</strong> es cierto que ab<strong>un</strong>dan los patronos indifer<strong>en</strong>tes y los policíasde gatillo alegre, es igualm<strong>en</strong>te cierto que todos los días, <strong>en</strong> este m<strong>un</strong>dodesgarrado y torcido, nac<strong>en</strong> nuevos niños como J<strong>en</strong>ny. Cada <strong>un</strong>o de ellos traeel m<strong>en</strong>saje, <strong>en</strong> las palabras del poeta hindú Tagore, que “Dios no ha perdidosu fe <strong>en</strong> la humanidad”. Es <strong>un</strong> p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to místico que también lleva <strong>en</strong> sí <strong>un</strong>desafío. Si el Creador sigue t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do fe <strong>en</strong> esta humanidad, ¿quién soy yo paraque la abandone? Por más lam<strong>en</strong>table que sea el estado del m<strong>un</strong>do, debemos<strong>En</strong> <strong>Peligro</strong>