El niño mercancía1para que se calme lo sufici<strong>en</strong>te como para quedarse acostado.Como también tuve oport<strong>un</strong>idad de cuidar a Jared por las noches, sé porqué es tan infeliz. Lo supe la primera vez que <strong>en</strong>tré a su casa. Mi<strong>en</strong>tras suspadres corrían de <strong>un</strong> lado a otro y se arreglaban para salir, Drew, el bebitode diez meses, lloraba solo <strong>en</strong> la cocina, s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> su sillita con <strong>un</strong> biberónvacío <strong>en</strong> las manitas. Jared, de tres años recién cumplidos, estaba solo <strong>en</strong> lasala, acurrucado <strong>en</strong> el sofá mirando <strong>en</strong> la televisión <strong>un</strong> filme prohibido param<strong>en</strong>ores. La mamá salió corri<strong>en</strong>do, dándome al pasar instrucciones a quéhora los chicos debían acostarse, y se fue a alg<strong>un</strong>a fiesta con su esposo, qui<strong>en</strong>la esperaba <strong>en</strong> el auto…Una cosa es t<strong>en</strong>er <strong>hijo</strong>s. Crear <strong>un</strong> hogar—<strong>un</strong> lugar de amor y estabilidad—esotra muy difer<strong>en</strong>te. Es lam<strong>en</strong>table cuántos adultos ni idea ti<strong>en</strong><strong>en</strong> de lo quesignifica. Están “demasiado ocupados” para dedicarse a sus <strong>hijo</strong>s. Alg<strong>un</strong>os padrespi<strong>en</strong>san <strong>en</strong> poco más que el trabajo y (como los padres de Jared) <strong>en</strong> lasdiversiones; si al final de <strong>un</strong> largo día de trabajo llegan a ver a sus <strong>hijo</strong>s, ap<strong>en</strong>asles queda <strong>en</strong>ergía para ocuparse de ellos. Puede que estén s<strong>en</strong>tados j<strong>un</strong>tos aellos <strong>en</strong> el sofá, pero con el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to todavía están <strong>en</strong> el trabajo, los ojospuestos <strong>en</strong> el noticiario de la noche.<strong>En</strong> su fuero interno, todo padre sabe que criar <strong>hijo</strong>s exige más que proporcionarlescasa y comida. La mayoría no t<strong>en</strong>drá inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te <strong>en</strong> admitir quedeberían dedicar más tiempo a sus <strong>hijo</strong>s. Pero son pocos qui<strong>en</strong>es, tras haberloadmitido, también están dispuestos a convertir <strong>en</strong> hechos sus bu<strong>en</strong>as int<strong>en</strong>ciones.Uno de esos pocos es David, <strong>un</strong> abogado bu<strong>en</strong> amigo mío. Trabajaba <strong>en</strong><strong>un</strong>o de los más prestigiosos bufetes del m<strong>un</strong>do. <strong>En</strong> <strong>un</strong> año, ganaba más dineroque mucha g<strong>en</strong>te gana <strong>en</strong> toda la vida. Sin embargo, su familia daba pocaimportancia a su salario y prestigio. ¿Habrá sido porque n<strong>un</strong>ca estaba <strong>en</strong> casapara disfrutarlos con ellos? Ni a la esposa ni a los <strong>hijo</strong>s les cayeron bi<strong>en</strong> susexcusas, y <strong>en</strong> lugar de empecinarse, David decidió escuchar. Pronto había oídolo sufici<strong>en</strong>te como para darse cu<strong>en</strong>ta de que el único camino que le quedaba<strong>En</strong> <strong>Peligro</strong>
El niño mercancía1era dejar el despacho de abogados.Hace como diez años, regresaba a casa luego de asistir con <strong>un</strong> colega a <strong>un</strong>acompetición deportiva de los “Cub Scouts”. Mi<strong>en</strong>tras los niños jugaban y sereían <strong>en</strong> los asi<strong>en</strong>tos traseros del auto, mi colega se aclaró la garganta comopara abordar <strong>un</strong> tema espinoso. “David”, me dijo, “estás cometi<strong>en</strong>do <strong>un</strong>grave error al abandonar el bufete. ¿Te das cu<strong>en</strong>ta?” Se refería a mi decisiónde pres<strong>en</strong>tar mi r<strong>en</strong><strong>un</strong>cia con seis meses de preaviso. “No puedes hacer loque te da la santa gana”, continuó. “Ti<strong>en</strong>es cinco <strong>hijo</strong>s. <strong>Tu</strong> deber consiste <strong>en</strong>ofrecerles la mejor vida posible y mandarlos a las mejores <strong>un</strong>iversidades quelos acept<strong>en</strong>. Estás esquivando tu deber”.Dejé pasar <strong>un</strong>os seg<strong>un</strong>dos. Por fin le contesté: “La idea no fue mía. Miint<strong>en</strong>ción no fue n<strong>un</strong>ca trabajar m<strong>en</strong>os de veinte horas por semana. Mishijas me imploraron que r<strong>en</strong><strong>un</strong>ciara”.Era la pura verdad. Durante dos años había combinado veinte horas porsemana de abogacía con <strong>un</strong> tiempo igual de asist<strong>en</strong>cia a <strong>en</strong>fermos de SIDAo cáncer. Ello había sido <strong>un</strong> cambio radical <strong>en</strong> mi vida —la de <strong>un</strong> abogadoque se había pasado la vida <strong>en</strong> aviones, at<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a cli<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> todo el país,trabajando <strong>en</strong>tre och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta horas a la semana. Pero <strong>en</strong>tonces estallóla Guerra del Golfo. Mi trabajo de abogado “a tiempo parcial” se fue a pique,y pronto estaba <strong>en</strong> el mismo trajín de antes.A las seis semanas de ese estado de cosas, <strong>un</strong>a de mis hijas, alumna del sextogrado, desapareció de la escuela —simplem<strong>en</strong>te no estaba cuando fuimosa recogerla. La buscamos durante más de dos horas, y terminamos por llamara la policía. Un amigo la <strong>en</strong>contró sola, llorando, caminando por la carretera.La explicación fue muy s<strong>en</strong>cilla: “Papi, antes, cuando n<strong>un</strong>ca estabas, noimportaba. Pero ahora que estoy acostumbrada a que estés <strong>en</strong> casa, no puedoaguantarlo. Quiero que dejes la abogacía”.Primero int<strong>en</strong>té que otra hija mía, ya <strong>en</strong> el nov<strong>en</strong>o grado, hiciera <strong>en</strong>trar<strong>en</strong> razón a su hermana m<strong>en</strong>or, pero no resultó. Las dos estaban totalm<strong>en</strong>tede acuerdo. Para que se dieran cu<strong>en</strong>ta de lo que pedían, quise demostrarlescuán severas serían las consecu<strong>en</strong>cias económicas y lo puse todo por escrito.T<strong>en</strong>drían que costearse ropa, auto, gasolina, seguro, anuarios escolares, losbailes del colegio, los estudios <strong>un</strong>iversitarios, los viajes, etc. Nada. Lo que<strong>En</strong> <strong>Peligro</strong>
- Page 2 and 3: En PeligroTu hijo en unmundo hostil
- Page 4 and 5: Cuando alguien me pregunta si debe
- Page 6 and 7: ÍndiceIntroducción ..............
- Page 8: Introducciónguen transformándola
- Page 11 and 12: La trampa de la indiferenciapúblic
- Page 13 and 14: La trampa de la indiferenciaNuestro
- Page 15 and 16: La trampa de la indiferenciatratamo
- Page 17 and 18: 2. El niño mercancíaDonde esté t
- Page 19 and 20: El niño mercancía13diariamente. A
- Page 21 and 22: El niño mercancía1mí y mis herma
- Page 23: El niño mercancía1o semanas—tra
- Page 27 and 28: 3. Grandes expectativasSiempre he l
- Page 29 and 30: Grandes expectativas3fantasía u ot
- Page 31 and 32: Grandes expectativastanto ese hombr
- Page 33 and 34: Grandes expectativasviene repetir l
- Page 35 and 36: Grandes expectativaslas horas libre
- Page 37 and 38: 4. El poder de un abrazoAntes de te
- Page 39 and 40: El poder de un abrazo33no… Cuando
- Page 41 and 42: El poder de un abrazo3someten a los
- Page 43 and 44: El poder de un abrazo3para qué viv
- Page 45 and 46: El poder de un abrazo3los adultos d
- Page 47 and 48: Hechos sí, palabras no1optan por l
- Page 49 and 50: Hechos sí, palabras no3sembraron.
- Page 51 and 52: Hechos sí, palabras noHay padres q
- Page 53 and 54: Hechos sí, palabras nola violencia
- Page 55 and 56: Hechos sí, palabras noen autos, en
- Page 57 and 58: Hechos sí, palabras no1No obstante
- Page 59 and 60: Hechos sí, palabras no3y Kareem ya
- Page 61 and 62: La solución cómodamaternidad es o
- Page 63 and 64: La solución cómodasi piensan que
- Page 65 and 66: La solución cómodaDurante todo es
- Page 67 and 68: La solución cómoda1incluso para r
- Page 69 and 70: La solución cómoda3la educación
- Page 71 and 72: Elogio de la oveja negradefecto, si
- Page 73 and 74: Elogio de la oveja negraAún si no
- Page 75 and 76:
Elogio de la oveja negramisma. Me t
- Page 77 and 78:
Elogio de la oveja negra1simplement
- Page 79 and 80:
Elogio de la oveja negra3afirmaría
- Page 81 and 82:
Elogio de la oveja negracompleto. E
- Page 83 and 84:
Elogio de la oveja negraporte bien
- Page 85 and 86:
Reverenciade escepticismo salado po
- Page 87 and 88:
Reverencia1de educar ni a uno solo
- Page 89 and 90:
Reverencia3Haga usted el experiment
- Page 91 and 92:
Reverenciajuzgamos una práctica er
- Page 93 and 94:
ReverenciaLoren tenía las mismas m
- Page 95 and 96:
Despegarsede lo que el individuo ha
- Page 97 and 98:
Despegarse1en su libertad”.Por su
- Page 99 and 100:
Despegarse3que piensen nuestros hij
- Page 101 and 102:
Despegarseser interpretada por el n
- Page 103 and 104:
Despegarseflote. Servir a los demá
- Page 105 and 106:
Despegarsecuestión de eficiencia,
- Page 107 and 108:
Epílogo 101niño en peligro—que
- Page 109:
AgradecimientosAl mismo tiempo de d