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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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<strong>edUTecNe</strong><br />

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />

leerse, más o menos: ¨Fuimos como ustedes, ustedes serán como nosotros¨. O si no, también<br />

como muestra, recorriendo las preguntas de Sócrates a Eutidemo: ¨Dime, Eutidemo, ¿has estado<br />

alguna vez en Delfos?¨ ¨Sí, en dos ocasiones¨. ¨¿Y no has visto lo que está escrito en la pared<br />

<strong>del</strong> templo: Conócete a ti mismo?¨ ¨Sí¨ ¨¿Y no has pensado sobre lo que quiere decir esa inscripción<br />

ni buscado obedecerla tratando de examinarte a ti mismo, averiguando qué clase de sujeto<br />

eres?¨.<br />

A más de 400 años a.C., el filósofo siciliano Empédocles dijo que la evolución mental implicaba<br />

ir <strong>del</strong> salvajismo a la civilización. Pero cuando uno ve las paredes <strong>del</strong> ¨Siglo XX, cambalache /<br />

problemático y febril¨, no puede sostener el evolucionismo empedocliano. Antes, había paredes y<br />

pintura, no aerosol, pero la gente estaba ocupada en otros menesteres. Ahora hay graffiti, algunos<br />

aceptables, pero hay muchos que atropellan sin permiso, porque el grafitero hace como el<br />

guapo de ¨Milonga <strong>del</strong> 900¨, de Manzi y Piana:<br />

¨donde me invitan me quedo<br />

y donde sobro también¨<br />

¡De puro guapo, no más!<br />

10. De qué vereda hablamos<br />

¨Hoy ya triste en la gayola y sin la mina, campaneando un cacho e´sol en la ¨vedera¨.<br />

(¨El Ciruja¨, <strong>tango</strong> de Marino y De la Cruz)<br />

Todo el mundo escribe y habla, hoy, de la vereda, de esa misma que antaño era el escenario de<br />

la gente que salía a ¨puertear¨, a sentarse allí en las tardes y en las noches de verano, aunque no<br />

había veranos como los de ahora. Entonces veíamos, también, el mate ¨chancleteado¨, que era el<br />

que la ¨patrona¨ llevaba, en chancletas, desde la cocina de la casa a la puerta de la calle, donde<br />

estaba el hombre, lo que fue una de las manifestaciones <strong>del</strong> machismo argentino. Hoy día, de vez<br />

en cuando y en algún barrio, se repite la escena, con distinto estado de ánimo y como en el citado<br />

<strong>tango</strong>: ¨Como con bronca y junando / de rabo de ojo a un costado¨.<br />

Saliendo de la veredita <strong>del</strong> <strong>tango</strong>, he de citar otros versos, los de la canción: ¨De vereda a vereda<br />

/ de balcón a balcón¨. Porque la cosa está, para unos, como para ¨balconeo¨. Algunos podrán<br />

cantar aquello de que: ¨Voy... por la vereda tropical¨. Y los chicos podrán recordar otro poemita<br />

antiguo como popular:<br />

¨Los zapatitos me aprietan,<br />

las medias me dan calor;<br />

la muchachita de enfrente<br />

me tiene loco de amor¨.<br />

Ahora, es claro, hay otros que no saben qué quieren, o por dónde andan:<br />

¨¡Decí por Dios, qué me has dao<br />

que estoy tan cambiao<br />

no sé más quién soy!...¨.<br />

Corresponden a la letra <strong>del</strong> <strong>tango</strong> ¨Malevaje¨, de Filiberto y Discépolo, y representan la pérdida de<br />

identidad y la anomia, o la confusión. Perón había dicho de Gar<strong>del</strong> que estaba confundido, como<br />

tantos, en su tiempo, en la faz política, cuando creyó que cierta letra no debía cantarla para no<br />

ofender a Barceló. Se trataba de ¨Dónde Hay Un Mango...¨<br />

En cambio, la queja se ubica en ¨Milonga <strong>del</strong> 900¨, de Piana y Manzi:<br />

¨Me gusta lo desparejo<br />

y no voy por la ¨vereda¨.<br />

Y asimismo:<br />

¨No me gusta el empedrao<br />

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