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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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<strong>edUTecNe</strong><br />

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />

El cocoliche aportó lo suyo al <strong>lunfardo</strong>. Nació como consecuencia de la inmigración italiana. Antes<br />

de la Revolución de Mayo ya había italianos en estas tierras; después llegaron más, con el apoyo<br />

de los gobiernos patrios en la búsqueda de artistas -especialmente músicos-, maestros y literatos.<br />

Luego se producen los tratados de inmigración con el Reino de las Dos Sicilias y más tarde el<br />

significativo flujo migratorio después de la Ley Avellaneda, en 1880.<br />

En algunas fuentes se afirma que se llamó ¨cocoliche¨ a la mezcla <strong>del</strong> idioma local con el napolitano,<br />

mientras que la mezcla con el dialecto genovés se habría llamado bachicha. Finalmente, lo<br />

que se repite hoy es que el cocoliche es una mixtura entre el lenguaje propio (o el español, como<br />

otros sostienen) y el italiano.<br />

Cocoliche significa mucho más. Tal como lo estableció José Gobello, en su ¨Nuevo Diccionario<br />

Lunfardo¨ (Editorial Corregidor, Buenos Aires, 1991), interpretando sus referencias, es el italiano<br />

acriollado, o emigrado que imita a los criollos o nativos. Se debe al apellido de un peón, oriundo<br />

de Italia, de la compañía teatral de José J. Podestá, cuyo lenguaje dio en intimar el actor Celestino<br />

Petray. El nombre de ese italiano era Antonio. Pero, como lo puntualiza Gobello, Cocoliche no<br />

es un apellido italiano y, entonces, se trató en realidad de Cuccoliccio, que sí es apellido italiano.<br />

3.Sanata y lenguaje jitanjafórico<br />

La jitanjáfora, al igual que las voces <strong>del</strong> ¨lenguaje sanatero¨, carecen de sentido. Es este el común<br />

denominador. Al ser incorporado como miembro de la Academia Porteña <strong>del</strong> Lunfardo, en 1967,<br />

precisé el alcance. La diferencia consiste en que la palabra jitanjáfora fue tomada de una poesía<br />

<strong>del</strong> poeta mexicano Brull, quien utilizaba palabras sin sentido para construir poemas, en los que<br />

se destacaba el sonido, el ritmo y la musicalidad de las palabras; en uno de ellos usó varias veces<br />

esa palabra, jitanjáfora.<br />

Comenté también que luego la psiquiatría la usó para significar las palabras que inventan los niños<br />

y los locos, como por ejemplo la que registra Emilio Mira y López, ¨señorita periodicastenica¨.<br />

Anzoátegui publicó en la Argentina el libro ¨Romances y Jitanjáforas¨.<br />

4.Sainete<br />

Con el objeto de bosquejar con la mayor claridad posible la presencia <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong> en el sainete<br />

es conveniente puntualizar algunas referencias previas.<br />

En primer lugar, que hemos de considerar al <strong>lunfardo</strong> con la extensión que le asignamos actualmente,<br />

al margen <strong>del</strong> tiempo en que no tuvo esa designación -<strong>lunfardo</strong>- y de una segunda etapa,<br />

anterior a la contemporánea, en la que se lo consideró como lenguaje carcelario y <strong>del</strong>incuencial,<br />

extendido más tarde a otros campos de la vida humana.<br />

Lo ubicamos en el sainete primitivo, español, y después en el sainete criollo, o porteño o nacional,<br />

según los diversos conceptos y nombres referenciados en la bibliohemerografía argentina.<br />

Con el nacimiento de la nueva nación<br />

En 1811 aparecen las primeras figuras de nuestro incipiente teatro. Intervenían tanto en la interpretación<br />

de danzas como de tonadillas y entremeses. El fandango era uno de los bailes predilectos.<br />

Ana Campoamor, la primera cantante arrabalera de nuestra escena, y, sin duda, mulata, no<br />

sólo era buena actriz sino que bailaba y cantaba alborotando a los espectadores. Las letras tenían,<br />

idiomáticamente, el signo lunfa -aunque todavía no se usaba la palabra ¨<strong>lunfardo</strong>¨ porque no<br />

existía con la significación que habría de tener más a<strong>del</strong>ante- (ver colección de fascículos ¨Tango.<br />

Un siglo de Historia¨, de Editorial Perfil S.A.).<br />

Cuatro años después, el periódico ¨El Independiente¨ se refiere a los personajes y al vocabulario<br />

teatrales, en obras en las que se baila y canta, presentando características que, en mi opinión,<br />

son similares a las que ostentaban los <strong>tango</strong>s de fin <strong>del</strong> siglo (ib.).<br />

Como se ve, desde entonces la canción (música y letra cantada) tuve inserción en el teatro y en<br />

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