borges-jorge-luis-manual-de-zoologia-fantastica
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Que, adusto hijo <strong>de</strong> este Pirineo,<br />
Su pecho inunda, o tar<strong>de</strong> o mal o en vano<br />
Surcada aún <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> su mano...<br />
Estos versos exageran y <strong>de</strong>bilitan a otros <strong>de</strong>l tercer<br />
libro <strong>de</strong> la Eneida (alabados por Quintiliano) que a<br />
su vez exageran y <strong>de</strong>bilitan a otros <strong>de</strong>l noveno libro<br />
<strong>de</strong> la Odisea. Esta <strong>de</strong>clinación literaria correspon<strong>de</strong> a una <strong>de</strong>clinación <strong>de</strong> la fe poética;<br />
Virgilio quiere impresionar con su Polifemo, pero apenas cree en él, y Góngora sólo<br />
cree en lo verbal o en los artificios verbales.<br />
La nación <strong>de</strong> los cíclopes no era la única que<br />
tenía un solo ojo; Plinio (VII, 2) también hace<br />
mención <strong>de</strong> los arimaspos, hombres notables por tener sólo un ojo, y éste en la mitad <strong>de</strong><br />
la frente. Viven en perpetua guerra con los grifos, especie <strong>de</strong> monstruos alados, para<br />
arrebatarles el oro que éstos extraen <strong>de</strong> las entrañas <strong>de</strong> la tierra y que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n con no<br />
menos codicia que la que ponen los arimaspos en <strong>de</strong>spojarlos.<br />
Quinientos años antes, el primer enciclopedista,<br />
Heródoto <strong>de</strong> Halicarnaso, había escrito:<br />
Por el lado <strong>de</strong>l norte, parece que hay en Europa copiosísima abundancia <strong>de</strong> oro, pero no<br />
sabré <strong>de</strong>cir dón<strong>de</strong> se halla ni <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> se extrae. Cuéntase que lo roban a los grifos los<br />
monóculos arimaspos; pero es harto grosera la fábula para que pueda creerse que<br />
existan en el mundo hombres que tienen un solo ojo en la cara y son en lo restante como<br />
los <strong>de</strong>más (III, 116).<br />
EL MONO DE LA TINTA<br />
ESTE animal abunda en las regiones <strong>de</strong>l norte y tiene cuatro o cinco pulgadas <strong>de</strong> largo;<br />
está dotado <strong>de</strong> un instinto curioso; los ojos son como cornalinas, y el pelo es negro<br />
azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada. Es muy aficionado a la tinta<br />
china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas<br />
cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante <strong>de</strong> la tinta. Después<br />
vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo.<br />
WANG TA-HAI (1791)<br />
EL MONSTRUO AQUERONTE<br />
UN SOLO hombre, una sola vez, vio al monstruo Aqueronte; el hecho se produjo en el<br />
siglo XII, en la ciudad <strong>de</strong> Cork. El texto original <strong>de</strong> la historia, escrito en irlandés, se ha<br />
perdido, pero un monje benedictino <strong>de</strong> Regensburg (Ratisbona) lo tradujo al latín y <strong>de</strong><br />
esa traducción el relato pasó a muchos idiomas y, entre otros, al sueco y al español. De<br />
la versión latina quedan cincuenta y tantos manuscritos, que concuerdan en lo esencial.<br />
Visía Tundali (Visión <strong>de</strong> Tundal) es su nombre, y se la consi<strong>de</strong>ra una <strong>de</strong> las fuentes <strong>de</strong>l<br />
poema <strong>de</strong> Dante.<br />
Empecemos por la voz Aqueronte. En el décimo libro <strong>de</strong> la Odisea, es un río infernal y<br />
fluye en los confines occi<strong>de</strong>ntales <strong>de</strong> la tierra habitable. Su nombre retumba en la<br />
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