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borges-jorge-luis-manual-de-zoologia-fantastica

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la noche. Uno <strong>de</strong> los párrafos dice: "Nuestros dominios dan el gusano llamado<br />

salamandra. Las sala-mandras viven en el fuego y hacen capullos, que las señoras <strong>de</strong><br />

palacio <strong>de</strong>vanan, y usan para tejer telas y vestidos. Para lavar y limpiar estas telas las<br />

arrojan al fuego."<br />

De estos lienzos y telas incombustibles que se limpian con fuego, hay mención en Plinio<br />

(XIX, 4) y en Marco Polo (XXXIX). Aclara este último:<br />

"La salamandra es una substancia, no un animal." Nadie, al principio, le creyó; las telas,<br />

fabricadas <strong>de</strong> amianto, se vendían como <strong>de</strong> piel <strong>de</strong> salamandra y fueron testimonio<br />

incontrovertible <strong>de</strong> que la salamandra existía.<br />

En alguna página <strong>de</strong> su Vida, Benvenuto Cellini cuenta que, a los cinco años, vio jugar<br />

en el fuego a un animalito, parecido a la lagartija. Se lo contó a su padre. este le dijo que<br />

el animal era una salamandra y le dio una paliza, para que esa admirable visión, tan<br />

pocas veces permitida a los hombres, se le grabara en la memoria.<br />

Las salamandras, en la simbología <strong>de</strong> la alquimia, son espíritus elementales <strong>de</strong>l fuego.<br />

En esta atribu-ción y en un argumento <strong>de</strong> Aristóteles, que Cicerón ha conservado en el<br />

primer libro <strong>de</strong> su De at ura <strong>de</strong>orum, se <strong>de</strong>scubre por qué los hombres propendieron a<br />

creer en la salamandra. El médico siciliano Empédocles <strong>de</strong> Agrigento había formulado<br />

la teoría <strong>de</strong> cuatro "raíces <strong>de</strong> cosas", cuyas <strong>de</strong>suniones y uniones, movidas por la<br />

Discordia y por el Amor, componen la historia universal. No hay muerte; sólo hay<br />

partículas <strong>de</strong> "raíces", que los latinos llamarían elementos, y que se <strong>de</strong>sunen. astas son<br />

el fuego, la tierra, el aire y el agua. Son increadas y ninguna es más fuerte que otra.<br />

Ahora sabemos (ahora creemos saber) que esta doctrina es falsa, pero los hombres la<br />

juzgaron preciosa y generalmente se admite que fue benéfica. "Los cuatro elementos<br />

que integran y mantienen el mundo y que aún sobreviven en la poesía y en la<br />

imaginación popular tienen una historia larga y gloriosa", ha escrito Theodor Gomperz.<br />

Ahora bien, la doctrina exigía una paridad <strong>de</strong> los cuatro elementos. Si había animales <strong>de</strong><br />

la tierra y <strong>de</strong>l agua, era preciso que hubiera animales <strong>de</strong>l fuego. Era preciso, para la<br />

dignidad <strong>de</strong> la ciencia, que hubiera salamandras.<br />

En otro artículo veremos cómo ,Aristóteles logró animales <strong>de</strong>l aire.<br />

Leonardo da Vinci entien<strong>de</strong> que la salamandra se alimenta <strong>de</strong> fuego y que éste le sirve<br />

para cambiar la piel.<br />

LOS SERES TÉRMICOS<br />

AL VISIONARIO y teósofo Rudolf Steiner le fue revelado que este planeta, antes <strong>de</strong><br />

ser la tierra que conoeemos, pasó por una etapa solar, y antes por una etapa saturnina. El<br />

hombre, ahora, consta <strong>de</strong> un cuerpo físico, <strong>de</strong> un cuerpo etéreo, <strong>de</strong> un cuerpo astral y <strong>de</strong><br />

un yo; a principios <strong>de</strong> la etapa o época saturnina, era un cuerpo físico, únicamente. Este<br />

cuerpo no era visible ni siquiera tangible, ya que en-tonces no había en la tierra ni<br />

sólidos ni líquidos ni gases. Sólo había estados <strong>de</strong> calor, formas térmicas.<br />

Los diversos colores <strong>de</strong>finían en el espacio cósmico fi-guras regulares e irregulares;<br />

cada hombre, cada ser, era un organismo hecho <strong>de</strong> temperaturas cambiantes. Según el<br />

testimonio <strong>de</strong> Steiner, la humanidad <strong>de</strong> la epoca saturnina fue un ciego y sordo e<br />

impalpable conjunto <strong>de</strong> calores y fríos articulados. "Para el investigador, el calor no es<br />

otra cosa que una substancia aún más sutil que un gas", leemos en una página <strong>de</strong> la obra<br />

Die gebeimwissenschaft im Umriss (Bosquejo <strong>de</strong> las ciencias ocultas). Antes <strong>de</strong> la etapa<br />

solar, espí-ritus <strong>de</strong>l fuego o arcángeles animaron los cuerpos <strong>de</strong> aquellos "hombres", que<br />

empezaron a brillar y a resplan<strong>de</strong>cer.<br />

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