democracia
2006-Contra-la-democracia
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108 Contra la <strong>democracia</strong><br />
encuentra materialmente determinada y debe proclamarse abiertamente; mientras que el<br />
supuesto apoliticismo de Bakunin combinado con su no reconocimiento de la dictadura<br />
social del proletariado, ni de la necesidad histórica de la dictadura como cuestión social<br />
(contra la ley del valor), lo llevó a una concepción totalmente voluntarista, secreta y por<br />
lo tanto policiticista de la dictadura y el partido.<br />
«Y para salvar la revolución, para conducirla a buen fin, en el medio de esta anarquía, la<br />
acción de una dictadura colectiva, invisible, no revestida de ningún tipo de poder y por ello<br />
mismo más eficaz y potente, la acción natural de todos los revolucionarios socialistas enérgicos<br />
y sinceros diseminados por la superficie del país y de todos los países, pero unidos fuertemente<br />
por un pensamiento y una voluntad común.» (15)<br />
Claro que incluso en estas afirmaciones Bakunin, a pesar de las divergencias, se encuentra<br />
de nuestro lado de la barricada: luchando contra el individuo libre, organizando, dirigiendo,<br />
afirmando el hecho de conciencia y voluntad colectivos como clave del Partido,<br />
de la revolución (16); afirmando la acción directa y organizada de los militantes revolucionarios<br />
(«nuestro pequeño partido», dice Bakunin en algunos documentos) para dirigir<br />
la revolución. Así, por ejemplo, no tiene pelos en la lengua para luchar contra la ideología<br />
de la libertad individual:<br />
«La ley suprema de nuestra fraternidad, todo el secreto de nuestra potencia, es la disolución<br />
de todas las iniciativas individuales en el pensamiento, la voluntad y la acción<br />
colectivos» (17).<br />
Más aún, contra las concepciones cada vez más dominantes de rechazo de la conspiración<br />
y la acción de las minorías revolucionarias, de apología de la «masa obrera», de la<br />
igualación de individuos y de las grandes mayorías típica de la social<strong>democracia</strong> (18) –y<br />
que será desde entonces una característica esencial de los que se autodenominan «anarquistas»–,<br />
Bakunin, como todos los revolucionarios, se caracterizó por reivindicar la<br />
acción minoritaria contracorriente, por advertir contra los riesgos del reclutamiento<br />
masivo, por combatir contra la predominancia de la mayoría de individuos sin suficientes<br />
determinaciones revolucionarias (inmediatismo, localismo...), en fin por llamar a la<br />
desconfianza contra los principios organizativos democráticos. Todos sus escritos político<br />
organizativos son al respecto totalmente explícitos. Así, en el Programa de la<br />
Fraternidad, llama a ser vigilantes contra la invasión creciente de las categorías organizativas<br />
inferiores –en términos de compromiso militante–, locales o nacionales, frente a<br />
las categorías programáticamente más altas e internacionales:<br />
«Para alcanzar ese objetivo, cuya realización se encuentra siempre amenazada por la invasión<br />
naturalmente creciente de las mayorías de las categorías inferiores en relación a las<br />
categorías superiores (dado que es natural que en cada país haya más hermanos solamente<br />
nacionales que hermanos internacionales, y en cada región más hermanos sólo regionales<br />
que hermanos nacionales, y así sucesivamente), es absolutamente necesario que los hermanos<br />
internacionales, antes que nada, y luego de ellos, sucesivamente los hermanos nacionales y<br />
regionales, tengan una influencia, una predominancia intelectual y moral sobre todas las fraternidades<br />
inferiores, que de hecho, por la perseverancia, energía, inteligencia y eficacia de su<br />
acción se transformen y sigan siendo el alma, el centro real, natural y siempre necesario, sin<br />
el cual toda la organización se derrumbaría» (19).