democracia
2006-Contra-la-democracia
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De la libertad<br />
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más necesario, es el momento en el que mi puño se hunde en la jeta del hijo de puta<br />
que se prepara para torturar a mi compañero. En la acción común contra el estado y el<br />
capital renace, de una manera embrionaria, la comunidad. En la lucha y por lo tanto en<br />
la organización reaparece la comunidad, la lucha de nuestra clase para reafirmar nuestros<br />
intereses.<br />
Frente a la sociedad de seres atomizados, es decir, la del mundo de la mercancía, la<br />
organización en la lucha es la única dirección humana que puede permitir a nuestra<br />
clase afirmar, prefigurando la comunidad futura, el comunismo. Desgraciadamente, hoy<br />
la dificultad que existe para apropiarse de esta realidad se encuentra en el nivel de separación<br />
que el intercambio mercantil en primera instancia, y luego el capital, realiza<br />
cuando limita las relaciones sociales a las relaciones de competencia articuladas en<br />
torno de la libertad individual. Hablar de organización, sobre todo en períodos de paz<br />
social, es hablar del demonio. La libertad individual se ha arraigado hasta tal punto en<br />
los cuerpos que toda veleidad que unifique nuestro accionar a la más elemental necesidad<br />
común, como, por ejemplo, asociarse para protestar contra un propietario, es vivida<br />
como una agresión. La libertad individual se levanta y reprime toda tentativa<br />
organizativa: es en nombre de esa misma libertad individual, o la libertad del trabajo<br />
(que no es más que una variante de aquélla), que se intentará quebrar la solidaridad,<br />
romper la huelga y reimponer la paz social.<br />
Claro está que, en los momentos de lucha, la organización aparece como una necesidad<br />
natural, y la libertad individual es destruida por la solidaridad y la estructuración de los<br />
proletarios en partido. La concepción del «hombre libre» se derrumba completamente, y<br />
el que razona en términos de su libertad individual, para rechazar lo que la comunidad<br />
en lucha busca realizar, es considerado como el peor de los esclavos: un esclavo del<br />
egoísmo. La organización del proletario destruye la libertad individual y define prácticamente<br />
al hombre libre a partir de su capacidad de unirse a la comunidad de lucha.<br />
Bakunin nos da una breve descripción de la negación de la libertad individual durante<br />
el proceso de organización del proletariado en fuerza. Sus elogios, cargados de cierto<br />
asombro (conviene subrayar que es al zar al que se envía esta carta), con respecto a la<br />
disciplina común y la organización, que constata en los proletarios durante el movimiento<br />
revolucionario de 1848 en París, muestran claramente la lucha contra la libertad<br />
individual y por la organización que el proletariado lleva adelante durante sus<br />
enfrentamientos.<br />
«En cada calle, en casi todos los lugares, se erigían barricadas como montañas que se<br />
levantaban hasta los techos; en estas barricadas, entre las piedras y los muebles destrozados,<br />
[...] se encuentran obreros con blusas pintorescas, ennegrecidas por la pólvora, y armados<br />
hasta los dientes. Lo que sorprende es el profundo instinto de disciplina que existe entre<br />
ellos; en sus cuarteles no podía existir ni orden establecido, ni leyes, ni restricciones; pero<br />
le hubiese gustado a dios que cualquier soldado regular supiese obedecer con tanta exactitud,<br />
adivinar claramente los deseos de sus jefes y mantener el orden tan estrictamente como<br />
lo hacen esos hombres libres que pedían órdenes, que pedían jefes, que obedecían minuciosamente,<br />
con pasión.»<br />
MIJAIL BAKUNIN, Confesión (carta al zar), 1857.<br />
La pasión de la organización como trascendencia del libre arbitrio<br />
La definición de Bakunin de la organización del proletariado como pasión es totalmente<br />
acertada. Los indios de América, sometidos al trabajo por Cortés, se enfrentaron con