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democracia

2006-Contra-la-democracia

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De la libertad<br />

51<br />

El punto de vista limitado de la clase mercantil se constituye a partir de la necesidad<br />

material de mantener la base fundamental de la valorización capitalista. Frente a la incapacidad<br />

de visualizar su disolución y su supresión en un futuro –una sociedad sin clases<br />

y sin dinero– que eliminará las bases de la explotación y las de su propia vida, la burguesía<br />

niega violentamente el movimiento real de abolición del orden establecido y lucha<br />

con todas sus fuerzas contra el movimiento comunista, contra esa negación violenta que<br />

surge de las propias entrañas del capital, es decir, del mismo corazón del ser del que ella<br />

es agente.<br />

Esta incapacidad de la clase capitalista es todavía mayor en lo referente a concebir la<br />

materialización efectiva de esta contradicción en la clase de seres humanos que firmará<br />

su sentencia de muerte, la fuerza social que la destruirá y provocará el proceso de gestación<br />

de una nueva sociedad: el proletariado revolucionario.<br />

De ahí la necesidad de actuar contra el futuro de la humanidad y negar esa contradicción,<br />

ese antagonismo, ese enemigo mortal. Así, desde los albores de los tiempos mercantiles,<br />

la <strong>democracia</strong> disuelve las clases y se impone en tanto que sociedad de ciudadanos libres<br />

e iguales como modo de vida propio del capital. La burguesía se oculta detrás de la <strong>democracia</strong><br />

(«cuanto más fuerte es –la burguesía– más afirma que no existe, y su fuerza le sirve,<br />

en primer lugar, para afirmar su inexistencia» GUY DEBORD, La sociedad del espectáculo)<br />

y hace desaparecer a su enemigo, la clase proletaria, bajo la categoría de «agente social».<br />

Un momento de la conservación mórbida del «cadáver que todavía camina» (AMADEO<br />

BORDIGA), que es el capital, es la reforma permanente de su ser. En realidad, el capital,<br />

en su proceso de autovalorización y empujado por la competencia y la lucha de clases,<br />

se revoluciona permanentemente, revolucionando las fuerzas productivas y la relación<br />

social de explotación, el trabajo asalariado en todas sus formas, como lo muestra el desarrollo<br />

cada vez más fulgurante del progreso y de la consecuente catástrofe capitalista.<br />

Es decir la reestructuración capitalista es parte integrante de las fuerzas de explotación<br />

y represión necesarias para su supervivencia. El capital produce, para responder a su<br />

evolución catastrófica e impedir la revolución comunista, una multitud de pequeñas o<br />

grandes reformas cuyo punto común es el presentarse como mejoras acarreadas por su<br />

propio desarrollo natural, y constituir así una justificación ideológica adicional en la<br />

integración de los hombres al proyecto mercantil. Las reformas, el progreso, las reestructuraciones<br />

constituyen así respuestas burguesas a la necesidad revolucionaria:<br />

«movimiento» sí y sólo si fortifica los fundamentos del capital. La reforma (que contiene<br />

la contrarrevolución) es a la noción de movimiento para el capitalismo lo que la<br />

revolución es al movimiento comunista. Lo estático e inmóvil se presenta entonces también<br />

bajo la forma de cambio para afirmar la continuidad, de «revolución» de las fuerzas<br />

productivas, del modo de producción para impedir su destrucción, de cambio para<br />

que todo permanezca igual...<br />

La contradicción, el movimiento, la dinámica, la vida, comprendidas en tanto que destrucción<br />

del modo de muerte que impone el dinero, devienen bajo el capital, contradicción,<br />

movimiento, dinámica, «vida»... en el interior del modo mercantil. La <strong>democracia</strong>,<br />

bajo su aspecto político, es una de las expresiones de este modo mercantil: transforma la<br />

contradicción destructiva (la lucha de clases) en una contradicción entre ciudadanos (por<br />

los derechos, la igualdad...) que asegura la continuidad del todo.<br />

La naturalización por el capital de su propia barbarie<br />

Para paralizar el mundo en función de su imagen y sus intereses, la burguesía requiere<br />

«naturalizar» permanentemente las relaciones sociales existentes. Necesita imponer sus

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