democracia
2006-Contra-la-democracia
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De la libertad<br />
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«Pero la libertad del hombre egoísta y el reconocimiento de esta libertad es, a su vez, el reconocimiento<br />
del movimiento desenfrenado de los elementos espirituales y materiales que constituyen<br />
su contenido vital. Así, el hombre no se liberó de la religión; obtuvo la libertad de<br />
religión. No se liberó de la propiedad; obtuvo la libertad de propiedad. No se liberó del egoísmo<br />
de los negocios; obtuvo la libertad de ellos.»<br />
KARL MARX, La cuestión judía, 1843.<br />
La libertad, como la <strong>democracia</strong>, es el producto de un proceso histórico material en el<br />
que los diferentes modos de producción coexistentes en el mundo se ven progresivamente<br />
ligados, unificados y destruidos por el comercio burgués, o mejor dicho englutidos<br />
por el proceso general de la producción mercantil en su generalización, lo que<br />
implicó cada vez más su subsunción en el capital. En su desarrollo se va consolidando<br />
la comunidad universal del dinero como base del modo de producción que engendra.<br />
La libertad atribuida a las clases explotadas, de los modos de producción que<br />
precedieron al capitalismo, completa la libertad exigida, luego arrancada por la burguesía<br />
a las clases que aún la oprimían, y con ello se realizan las condiciones necesarias<br />
para la organización universal de la sociedad alrededor del asalariado. La libertad<br />
es la esclavitud asalariada.<br />
Que todo esto es el resultado momentáneo de un proceso histórico es algo importante a<br />
resaltar. En efecto, la ideología burguesa nos presenta la libertad o la aspiración a la<br />
libertad como una búsqueda natural, sin historia, como un hecho de la naturaleza, como<br />
un absoluto atemporal, una marcha original del hombre hacia un mundo cada vez mejor.<br />
Por ello es importante demostrar que la libertad tal como se afirma conceptualmente, a<br />
lo largo de ese desarrollo de la mercancía, tal como se confirma en el transcurso de la<br />
revolución burguesa, no existió siempre.<br />
La comunidad precedió a la libertad. La comunidad, como expresión de las necesidades<br />
humanas, se contraponía a la dictadura de la mercancía, a la <strong>democracia</strong>. Una vez que<br />
queda claro que el reino de la libertad no es más que un momento de la historia y que el<br />
comunismo (la comunidad humana unificada sobre la base de la destrucción del capitalismo)<br />
será su realización, su superación, fácil es entonces prolongar la crítica de la libertad<br />
como hecho, por la crítica de la libertad como ideología, como momento de este<br />
hecho y por lo tanto también, como materia de este hecho.<br />
La ideología de la libertad es la religión más apropiada al ideal mercantil<br />
La libertad aparece fortificada como bandera, como ideología, a lo largo de la afirmación<br />
de la dictadura de la burguesía, y más particularmente en el transcurso del siglo<br />
XVIII, siglo que la propia burguesía ha caracterizado como el Siglo de las Luces. La llamada<br />
«revolución francesa» de 1789 fue un momento decisivo en la consolidación de<br />
esa ideología. La libertad y la ciencia reemplazaron a la religión, o mejor dicho se transformaron<br />
en la nueva religión, el nuevo dios. Como dios, la libertad, confundida con el<br />
saber, la ciencia, la educación..., las luces, es indescriptible y se constituye en un ideal<br />
que jamás se puede alcanzar. La izquierda y la derecha de la burguesía se reivindican,<br />
con mucho fervor, de ese ideal inalcanzable. Y de la misma forma que cualquier cura no<br />
deja de poner de relieve la distancia que separa al hombre vulgar del hombre puro y sin<br />
contradicción, a partir del cual se genera la idea de dios; los burgueses no se cansan<br />
nunca de invocar el largo camino que queda por recorrer para que la pequeña y mezquina<br />
libertad mercantil existente se convierta en una libertad realizada, una libertad sin<br />
contradicción, una libertad absoluta. La libertad representa, en el ideal del burgués,