democracia
2006-Contra-la-democracia
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68 Contra la <strong>democracia</strong><br />
Éstas son las bases materiales de la libertad. No existe otra libertad diferente a ésta dentro<br />
del contexto impuesto por la burguesía.<br />
Arbeit macht Frei, «el trabajo libera»<br />
Cuando ciertos capitalistas logran convencer a los proletarios de poner en la ventana trasera<br />
de su automóvil una calcamonía que dice: «Mi trabajo es mi libertad», lo que están<br />
haciendo es prolongar, bajo forma propagandística, el terrorismo de sus ancestros. En<br />
efecto, con ello se pretende reafirmar el reino del libre cambio mercantil, que fuera<br />
impuesto históricamente a través del hierro y el fuego. Y cuando el esclavo asalariado<br />
lucha y olvida las virtudes de la intensa libertad que le ofrece cotidianamente el capital,<br />
al permitirle escoger su prisión, se le envía a un campo de trabajo para que medite durante<br />
cierto tiempo. Un campo en el que un estandarte le recuerda que «el trabajo libera» al<br />
hombre. Un campo en el que a golpes se le hará aceptar el pegar la calcamonía Arbeit<br />
macht Frei (consigna nazi puesta a la entrada de los campos de concentración) en la parte<br />
de atrás de su automóvil.<br />
Todos los partidos burgueses, todas las fracciones capitalistas promocionan, de una u<br />
otra manera, el monstruo sagrado: libertad-trabajo. Los políticos confirman, a través de<br />
sus innumerables charlatanerías electoreras, la verdad inherente a la comunión íntima<br />
que existe entre el trabajo y la libertad; esta última representa la condición esencial del<br />
fabuloso contrato que le permite a la burguesía explotar al vendedor de fuerza de trabajo,<br />
bajo condiciones honestas, iguales y fraternales.<br />
«Libertad y trabajo» son conceptos que se glorifican por todas las partes de este mundo<br />
capitalista. Desde Nueva York hasta Pekín, desde Auschwitz a Londres, São Paulo,<br />
Moscú, cada burgués rivaliza con argumentos para probar la verdadera comunión de<br />
estas dos realidades.<br />
«Aquí, el hombre que trabaja no se siente abandonado ni solitario. Por el contrario, el hombre<br />
que trabaja se siente, en nuestro país, ciudadano libre de su país, un hombre público en<br />
su género. Si trabaja bien y da a la sociedad lo que puede dar, es un héroe del trabajo, se le<br />
cubre de gloria.»<br />
IÓSIV STALIN, Discurso pronunciado en la primera conferencia de los stakhanovistas.<br />
«Libertad y trabajo», he ahí el mundo a través del cual la burguesía se oculta para luego<br />
presentarse, a título de libre vendedor o comprador de mercancías, como igual a todo<br />
otro vendedor o comprador. La burguesía nos machaca el cerebro, recordándonos incesantemente<br />
que no existe otro mundo libre (12).<br />
Lo peor de todo es ver al explotado repetir los aforismos que la ideología le propone. Los<br />
idiotas útiles, pobladores del mundo sin clases y sin lucha, los trabajadores libres, confirman,<br />
en tiempos de paz social, la monstruosa armonía fraternal entre los compradores<br />
y los vendedores de mercancías: «Yo trabajo y soy un hombre libre», repite dócilmente<br />
el ser deshumanizado mientras que se lo explota, se le reduce su salario, se le aumentan<br />
las cadencias y se reprime a sus hermanos de clase que vuelven a la lucha.<br />
La libertad es el producto material de la dominación de la mercancía sobre el mundo y,<br />
más particularmente, del desarrollo capitalista del mundo mercantil.<br />
12. Como ya lo afirmamos ampliamente en otros textos, la libertad electoral, la sindical, la libertad de reunión,<br />
la de asociación..., y en general todos los derechos democráticos, sólo son la expresión ideológico jurídica de<br />
este mundo mercantil.