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City of Heavenly Fire ( PDFDrive.com )

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Cassandra Clare

City Of Heavenly Fire

El remolino dentro del Portal era casi un alivio. Clary fue la última en

pasar por la brillante entrada, después de que cuatro hayan pasado a

través, y dejó que la oscuridad la tomara como el agua, tirando de ella

hacia arriba y abajo, robándose cada respiro de sus pulmones,

haciéndola olvidarse de todo excepto el estruendo y la caída.

Todo terminó demasiado rápido, el agarre del Portal dejándola caer

embarazosamente, su mochila doblada debajo de ella, en la tierra sucia

de un túnel. Recuperó el aliento, usando una larga y colgada rama para

levantarse. Alec, Isabelle, Jace y Simon se estaban levantando

alrededor de ella, limpiando su ropa. No había sido suciedad dónde

ellos habían caído, sino una alfombra de musgo. Más musgo esparcido

a lo largo de las marrones paredes, pero que brillaba como luz

fosforescente. Pequeñas flores brillantes, como margaritas eléctricas,

crecían entre el musgo, protagonizadas por el verde y el blanco. Raíces

serpenteantes entrelazadas hacia abajo desde el techo, haciendo que

Clary pensara que era lo que en verdad estaba creciendo por encima

del suelo. Varios pequeños túneles se ramificaron del principal,

algunos más muy pequeños como para que un humano entrara.

Isabelle quitó un pedazo de musgo de su cabello y frunció el ceño.

―¿Dónde exactamente estamos?‖

―Apunté a las afueras de la sala del trono,‖ dijo Clary. ―Hemos estado

aquí. Sólo que se ve diferente.‖

Jace ya se había movido hacia el corredor principal. Aun sin la runa de

silencio, él era silencioso como un gato en el suave musgo. Los demás

lo siguieron, Clary con su mano en la empuñadura de su espada.

Estaba un poco sorprendida del poco tiempo que le había tomado el

acostumbrarse a tener un arma suspendida a su lado; si quisiera tomar

a Heosphoros y no la encontrara ahí, pensó, se asustaría.

―Aquí,‖ dijo Jace suavemente, señalando a los demás que fueran

silenciosos. Estaban en un arco, una cortina separándolos de un salón

más grande. La última vez que Clary había estado aquí, la cortina la

Amar es destruir y ser amado es ser destruido

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