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Revista No 21, Jun 2007 - Corte Suprema de Justicia

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Foto: Archivo Syngenta<br />

que la voluntad jurídica sea espontánea, libre <strong>de</strong> apremios, y refleje<br />

en últimas el verda<strong>de</strong>ro querer <strong>de</strong> los contratantes. Por supuesto<br />

que así expandidas e intrincadas las cosas, es terreno abonado para<br />

que florezca el perjuicio. Millares <strong>de</strong> víctimas por cuenta <strong>de</strong> prácticas<br />

in<strong>de</strong>seadas en el tráfago <strong>de</strong> bienes y servicios. La victimización ha<br />

ganado <strong>de</strong>masiado terreno y es <strong>de</strong> rigor buscar el modo <strong>de</strong> la reparación.<br />

En tiempos como los que ahora corren hay consenso en torno<br />

a la protección <strong>de</strong> las víctimas –tema por cierto <strong>de</strong> palpitante actualidad–<br />

y existen <strong>de</strong>claraciones universales que propen<strong>de</strong>n al efectivo<br />

resarcimiento <strong>de</strong> ellas, sin lo cual, está más que admitido, es difícil<br />

lograr un or<strong>de</strong>n justo y equitativo.<br />

Es lo que suce<strong>de</strong> en el mundo <strong>de</strong>l consumo, punto que hoy concita<br />

nuestra atención. A buen seguro que algo se ha avanzado <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> 1982, empero aún se camina a tientas en asunto que, por cierto,<br />

concierne absolutamente a todos. Si hay una zona en que todos nos<br />

veamos comprometidos, esa es la <strong>de</strong>l consumo. Consumimos cotidianamente.<br />

Y sin embargo, en el país no hay verda<strong>de</strong>ras políticas que<br />

traten esta problemática que, a la verdad, crece a ritmos insospechados.<br />

Es <strong>de</strong> <strong>de</strong>sear que existiera una cultura <strong>de</strong>l consumidor que tenga<br />

por propósito que sepa siquiera cuáles son sus <strong>de</strong>rechos y acciones;<br />

es <strong>de</strong>plorable que todavía existan consumidores y usuarios proclives a<br />

justificar sus <strong>de</strong>sgracias en el consumo a fuerzas oscuras <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino<br />

o el azar, cuando en el fondo lo que se ha cometido contra él es un<br />

típico frau<strong>de</strong>. Una cultura, pues, que tienda a secularizar el punto,<br />

principalmente propiciada por el Estado a quien, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la propia<br />

Carta Política, correspon<strong>de</strong> velar por los intereses <strong>de</strong>l consumidor;<br />

<strong>de</strong>biera pues implementar ambiciosas campañas preventivas, con<br />

amplia divulgación tendiente a conscientizar a los consumidores <strong>de</strong><br />

<strong>Corte</strong> <strong>Suprema</strong> <strong>de</strong> <strong>Justicia</strong> • <strong>Revista</strong> <strong>21</strong><br />

46<br />

El mundo <strong>de</strong> los negocios,<br />

la producción a gran escala y<br />

la oferta <strong>de</strong> bienes y servicios<br />

han acelerado, no solo una<br />

capacidad <strong>de</strong> consumo,<br />

sino hasta una „necesidad‰<br />

creciente y avasalladora <strong>de</strong><br />

consumo consuetudinario.<br />

Las cláusulas <strong>de</strong> los contratos<br />

no se discuten, a menudo se<br />

imponen.<br />

los <strong>de</strong>rechos que les atañen, para que así no se hagan presa fácil <strong>de</strong> las<br />

diversas formas que reviste el frau<strong>de</strong>. De ordinario, el vulgo i<strong>de</strong>ntifica<br />

el frau<strong>de</strong> no más que con incumplimiento <strong>de</strong> garantías y alteración<br />

exagerada <strong>de</strong>l precio, y <strong>de</strong>sconoce otros aspectos que igualmente<br />

hieren sus <strong>de</strong>rechos, en punto por ejemplo <strong>de</strong> los incentivos <strong>de</strong><br />

promociones, utilización ilícita <strong>de</strong> marcas, propaganda <strong>de</strong>lusiva o<br />

engañosa, y <strong>de</strong>rechos como el <strong>de</strong> ser escuchado (verbigracia a través<br />

<strong>de</strong> las asociaciones <strong>de</strong> consumidores) en la toma <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiones que<br />

lo afecten. Asimismo, no basta que en el Estatuto <strong>de</strong>l Consumidor<br />

haya procedimientos que tiendan a sancionar a productores, fabricantes,<br />

ven<strong>de</strong>dores e importadores, cuandoquiera que inobserven<br />

sus normas, porque hay necesidad <strong>de</strong> que ello se complemente con<br />

una clara política resarcitoria para el consumidor, esto es, la víctima.<br />

En una palabra, el consumidor queda <strong>de</strong>sprotegido con que solo se<br />

sancione a quien lo <strong>de</strong>fraudó. Para cuyo fin es preciso dotarlo <strong>de</strong><br />

mecanismos expeditos y ágiles que haga menos penosos sus reclamos,<br />

los cuales, para malaventuranza suya, en veces prefiere <strong>de</strong>jarlos <strong>de</strong><br />

lado y más bien resignarse, ante todo cuando se trata <strong>de</strong> reclamos<br />

<strong>de</strong> poca monta económica. La gente no <strong>de</strong>nuncia. Y las pocas veces<br />

que lo hace, no se reduce más que buscar a la Policía en busca <strong>de</strong><br />

apoyo, pero esta carece <strong>de</strong> herramientas eficaces para brindárselo,<br />

ante lo cual prefieren la solución sumisa y rápida <strong>de</strong> que simplemente,<br />

verbigracia, le reemplacen el bien. Más vale –dirá– un mal arreglo<br />

que un buen pleito.<br />

Por encima <strong>de</strong> todo, empero, es obligación <strong>de</strong>l Estado educar hacia<br />

un consumo responsable y sustentable; lo primero, para procurar<br />

que el consumo corresponda a las necesida<strong>de</strong>s reales <strong>de</strong>l individuo,<br />

y que, por consiguiente, sea coherente en la materia; y lo segundo,

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