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Revista No 21, Jun 2007 - Corte Suprema de Justicia

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<strong>Corte</strong> <strong>Suprema</strong> <strong>de</strong> <strong>Justicia</strong> • <strong>Revista</strong> <strong>21</strong><br />

Foto: Colprensa<br />

El consumidor tiene <strong>de</strong>recho a la información.<br />

Y más que eso, a ser bien informado; <strong>de</strong> no, se<br />

torna en fácil víctima <strong>de</strong> un <strong>de</strong>recho laberíntico<br />

y complejo que en principio no estaría hecho<br />

para legos.<br />

no son pocos, sin embargo, los casos en que estos afectan o aprovechan<br />

a personas que no son sus celebrantes en sí. Tal es el caso <strong>de</strong><br />

la causahabiencia, consistente en que quien contrata no solo lo hace<br />

para sí sino también para sus causahabientes bien a título universal<br />

o singular.<br />

Pero <strong>de</strong> mucho más interés es el caso <strong>de</strong> los acreedores <strong>de</strong> las partes.<br />

La suerte <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la gestión patrimonial que haga<br />

el <strong>de</strong>udor. Si exitosa o ruinosa, cuánto mejor o peor, <strong>de</strong> lo que se<br />

<strong>de</strong>duce “que el contrato sí afecta a ciertos terceros; a lo menos,<br />

indirectamente. En estrictez jurídica los únicos que escapan <strong>de</strong>finitivamente<br />

<strong>de</strong> sus efectos, son los terceros que se <strong>de</strong>nominan<br />

absolutos, es <strong>de</strong>cir, totalmente extraños, que, según la doctrina,<br />

reciben por ello mismo la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong> penitus extranei”. Por<br />

don<strong>de</strong> surge que si con arreglo a dicho apotegma los contratos afectan<br />

a propios y extraños, inaplazable es puntualizar que las consecuencias<br />

directas <strong>de</strong>l contrato, <strong>de</strong> acuerdo con el principio <strong>de</strong> la relatividad <strong>de</strong>l<br />

mismo, las soportan o usufructúan exclusivamente los contratantes;<br />

evi<strong>de</strong>ntemente, la condición <strong>de</strong> acreedor o <strong>de</strong> <strong>de</strong>udor solo se concibe<br />

respecto <strong>de</strong> quienes consintieron en el vínculo jurídico. Pero también<br />

que “las secuelas indirectas que <strong>de</strong> ello se <strong>de</strong>rivan las soportan o<br />

aprovechan ciertos terceros; por cierto, si alguien paga lo que<br />

<strong>de</strong>be por virtud <strong>de</strong> un negocio, ese pago pue<strong>de</strong> beneficiar a los<br />

acreedores <strong>de</strong> quien lo recibe”.<br />

Las conclusiones <strong>de</strong> estas explicaciones las con<strong>de</strong>nsó la <strong>Corte</strong> <strong>de</strong>l<br />

siguiente modo:<br />

“Es apodíctico, así, que en el buen o mal suceso <strong>de</strong> los contratos<br />

hay mucha gente interesada. Bien fuera admitir la<br />

50<br />

expresión <strong>de</strong> que en los contornos <strong>de</strong> los contratos revolotean<br />

intereses ajenos al mismo, los cuales no es posible rehusar o<br />

acallar no más que con el argumento <strong>de</strong> que terceros son. Por<br />

caso, ¿cómo <strong>de</strong>círselo a la viuda <strong>de</strong> acá? Cierto que el <strong>de</strong>udor<br />

fallecido no es el beneficiario <strong>de</strong>l seguro contratado; que su<br />

vida se aseguró para bien <strong>de</strong>l acreedor, en este caso el banco.<br />

¿Quién podría negarlo ante la letra clarísima <strong>de</strong>l artículo 1144<br />

<strong>de</strong>l Código <strong>de</strong> Comercio? De modo que solo el banco es titular<br />

<strong>de</strong> las consecuencias directas <strong>de</strong>l seguro contratado. Pero a<br />

más <strong>de</strong> él también está indiscutiblemente interesada la viuda<br />

y los here<strong>de</strong>ros, dado que las secuelas indirectas <strong>de</strong>l contrato,<br />

señaladamente el no pago <strong>de</strong>l seguro, le perjudica. De la<br />

suerte <strong>de</strong> aquel contrato pen<strong>de</strong> y en mucho la <strong>de</strong> la sociedad<br />

conyugal que tenía con su marido fallecido. Y algo similar<br />

les acontece a los here<strong>de</strong>ros. Más todavía: incluso podría ser<br />

que al beneficiario <strong>de</strong>l seguro no le interese hacerlo valer –lo<br />

<strong>de</strong>muestra este proceso– porque a la vista tiene otra garantía<br />

como la hipoteca y sacará ventaja <strong>de</strong> quienes, atemorizados<br />

por la pérdida <strong>de</strong> sus bienes pagarán, y hasta con prisa, o<br />

que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo no le duela el incumplimiento <strong>de</strong> la<br />

aseguradora cuando le ha reclamado –cosa no infrecuente<br />

porque la experiencia se ha encargado <strong>de</strong> <strong>de</strong>velarlo así más <strong>de</strong><br />

una vez–, y entonces sería exacto afirmar que no hay mayor<br />

interesada que la viuda misma”.<br />

A lo que añadió:<br />

“Aquí, en este caso, la realidad se manifiesta con inigualable<br />

po<strong>de</strong>río y enseña cómo hay un entorno negocial que, inspirado<br />

en un clima <strong>de</strong> confianza, impi<strong>de</strong> apedazar sus varias aristas.<br />

Con poco que se fije la vista, es paladino que hay en él cierta<br />

unidad en el <strong>de</strong>signio convencional (mutuo–seguro) pues<br />

quienes participan son sabedores <strong>de</strong> los fines que refleja la<br />

negociación toda, <strong>de</strong> tal suerte que muy artificioso es que las<br />

<strong>de</strong>fensas se armen <strong>de</strong>sarticulando las distintas partes <strong>de</strong>l todo.<br />

Es posible que una mirada fragmentaria <strong>de</strong>l asunto –como<br />

cuando se dice que ella no es beneficiaria <strong>de</strong>l seguro– genere<br />

conclusiones que, siendo incontestables, pudieran dirigir los<br />

pasos <strong>de</strong>l litigio hacia otros resultados. Pero tal argumento<br />

algo <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> lado. Y sin alumbrarlo todo, habría una verdad<br />

a medias.<br />

“Cómo no va a venir en pos <strong>de</strong> la viuda todo lo explanado en<br />

torno al principio <strong>de</strong> la relatividad <strong>de</strong> los negocios. Mayormente<br />

si <strong>de</strong> contratos <strong>de</strong> seguro <strong>de</strong> vida se trata, en el que,<br />

como se sabe, son convenciones <strong>de</strong>stinadas por antonomasia<br />

a producir efectos a favor <strong>de</strong> personas que no han participado<br />

en su celebración. Y más todavía por el contexto en que suele<br />

contratarse tal tipo <strong>de</strong> seguros. El <strong>de</strong>udor no fue por cierto un<br />

penitus extranei, esto es, un extraño por entero. Siempre<br />

estuvo en los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong>l contrato; tanto, que la realidad<br />

<strong>de</strong>l crédito supeditada estaba a la existencia <strong>de</strong> la garantía <strong>de</strong>l

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