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Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile

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a su victima, insertando la aguja y regresando a su perrera para morir como si<br />

se hubiese dado vueltas a un conmutador.<br />

Montag tocó el hocico. El Sabueso gruñó.<br />

Montag dio un salto hacia atrás.<br />

El Sabueso se levantó a medias en su perrera miró con ojos verdeazulados de<br />

neón que parpadea, en sus globos repentinamente activados. Volvió a gruñir,<br />

una extraña combinación de siseo eléctrico, de pitar y de chirrido de metal, un<br />

girar de engranajes parecían oxidados y llenos de recelo.<br />

-No, no, muchacho -dijo Montag-.<br />

El corazón le latió fuertemente. Vio que la aguja plateada asomaba un par de<br />

centímetros, volvía a ocultarse, asomaba un par de centímetros, volvía a<br />

ocultarse, asomaba, se ocultaba. El gruñido se acentuó, la bestia miró a<br />

Montag.<br />

Éste retrocedió. El Sabueso adelantó un paso en su perrera. Montag cogió la<br />

barra de metal con una mano. La barra, reaccionando, se deslizó hacia arriba y<br />

silenciosamente, le llevó más arriba del techo, débilmente iluminada. Estaba<br />

tembloroso y su rostro tenía un color blanco verdoso. Abajo, el Sabueso había<br />

vuelto a agazaparse sobre sus increíbles ocho patas de insecto y volvía a<br />

ronronear para sí mismo, con sus ojos de múltiples facetas en paz.<br />

Montag esperó junto al agujero a que se calmaran sus temores. Detrás de él,<br />

cuatro hombres jugaban a los naipes bajo una luz con pantalla verde, situada<br />

en una esquina. Los jugadores lanzaron una breve mirada a Montag, pero no<br />

dijeron nada. Sólo el hombre que llevaba el casco de capitán y el signo del<br />

cenit en el mismo, habló por último, con curiosidad, sosteniendo las cartas en<br />

una de sus manos, desde el otro lado de la larga habitación.<br />

-Montag...<br />

-No le gusto a ése -dijo Montag-.<br />

-¿Quién, al Sabueso? -El capitán estudió sus naipes-. Olvídate de ello. Ése no<br />

quiere ni odia. Simplemente, funciona. Es como una lección de balística. Tiene<br />

una trayectoria que nosotros determinamos. Él la sigue rigurosamente.<br />

Persigue el blanco, lo alcanza, y nada más. Sólo es alambre de cobre, baterías<br />

de carga y electricidad.<br />

Montag tragó saliva.<br />

-Sus calculadoras pueden ser dispuestas para cualquier combinación, tantos<br />

aminoácidos, tanto azufre, tanta grasa, tantos álcalis. ¿No es así?<br />

-Todos sabemos que sí.

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